¡Matar, matar, matar!

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Mientras el grupo pensaba en una estrategia, Naya y Carl se encontraban en la habitación en donde minutos antes habían entrado para calmar a Judith. Los segundos eran cada vez más largos y la percepción del tiempo era tan lenta que no sabía si habían pasado horas o un par de minutos. Naya estaba sentada en el suelo mientras leía su libro viejo de Harry Potter, mientras Carl cargaba a Judith dormida en brazos; ninguno de los dos hablaba al estar alerta ante los planes de los demás, quienes decían que había que actuar antes que el grupo enemigo, tenían razón. Ella movía uno de sus pies con ansiedad al mismo tiempo que el aire se volvía cada vez más difícil de respirar, al igual que la preocupación, la cual era cada vez más complicada de ignorar... dejó el libro de lado y se sentó junto a Carl, mirando a la pequeña Judith dormir.

-No nos dejarán ayudar ¿Verdad?-Preguntó entre un pesado suspiro, el cual le recordaba a los que soltaba su madre cada vez que Naya le preguntaba por qué no podía saltar desde el techo hasta el trampolín del patio trasero en verano, cada cosa que hacía le recordaba a ella, ¿Estaría observándola?

-No, papá cree que aún somos unos niños.-Repuso Carl dejando descansar a su hermanita finalmente en su cuna improvisada. Tomó su daga por el mango y jugó con el filo de esta, reflejando la luz de la luna que entraba por la ventana hacia sus ojos e iluminándolos. Chasqueó con la lengua, estaba impotente, quería salir y pelear, darlo todo y demostrar que no solamente era aquella amistad inseparable de Carl y cuidadora de Judith con buena puntería, aún se sentía como una extraña para su grupo, ni siquiera sabía por qué seguía llamando amigo a Carl, porque ambos sabían que la amistad no era un término correcto para definir su relación, sin embargo ninguno de los habría dicho algo al respecto. El tiempo pasó y sus compañeros les comunicaron que estarían junto a Bob en su habitación, Tyresse, Gabriel, Rosita, Eugene y Abraham los acompañaban también, ella suponía que el pelirrojo, Eugene y Rosita no fueron parte del plan ya que seguían pensando que ir primero a Washington sería mejor idea que pelear y terminar todo de una vez por todas. El de ojos azules golpeaba su arma con el dedo, nervioso, sonaban como las manecillas del reloj marcando los segundos... la de cabello azabache estaba sentada junto a su amigo Tyresse, recargando la cabeza sobre su hombro; lo apreciaba demasiado, ya que fue lo más cercano a un padre que pudo tener después de que todo comenzara, se sentía protegida junto a él y Carl. Ty suspiraba de vez en cuando, Sasha había ido junto a Rick, la tensión aumentaba por cada minuto que pasaba de la noche, y ella se encontraba asustada por saber si Bob había muerto, podría levantarse y reanimarse en cualquier momento, y eso les jugaría en contra, pero cuando giraba su cabeza veía su pecho subir y bajar por su respiración, aliviándose por unos instantes.

Naya comenzaba a ser vencida por el sueño y el cansancio, su cabeza ahora se encontraba recostada en el regazo de Tyresse, pero su paso por el jardín de los sueños no duró mucho tiempo, ya que se sobresaltó al escuchar la puerta asegurada de la iglesia abriéndose. Se levantó rápidamente sintiendo la adrenalina y el miedo correr por su cuerpo. Tomó el arco, una flecha del carcaj que colgó en su espalda y apuntó hacia la entrada de la habitación al mismo tiempo que Carl apuntaba con el arma; le dedicó una mirada cómplice y escuchó una voz conocida... Gareth.

Había sido una acción automática, como si ya supiera qué hacer, como si alguien manipulara cada uno de sus movimientos sin que ella pudiera pensar en moverse primero.

-Bueno supongo que saben que estamos aquí, y sabemos que ustedes están aquí...Y estamos armados, así que no sirve de nada que sigan escondiéndose. Los estuvimos observando, sabemos quiénes están aquí...Está Bob...a menos que ya lo hayan sacrificado... Y Eugene, Rosita, el buen amigo de Martin, Tyresse, Carl...

Cuando Gareth mencionó el nombre del chico se le heló la sangre y su corazón dio un vuelco causándole un ardor abrasador en el pecho el cual poco a poco se fue convirtiendo en una mezcla de miedo y furia, no dejaría que nadie muriera esa noche, no si ella podía hacer algo para salvarlos, si tenía un plan...

Entre el peligro y el amor (Carl Grimes) [EDITANDO]Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang