Después de la tormenta viene la calma

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Carl y Naya corrían juntos tomados de la mano para no perderse entre tanto caos, sin bajar la guardia en cualquier momento, con el arma entre las manos y el corazón golpeando sus pechos con fuerza. El hecho de que estuvieran disparando a sus pies y no apuntando a sus cabezas, indicaba que quizá no querían matarlos, sino dejarlos inmóviles e incapaces de huir. La chica tomó su arma y apuntó a una de las personas que se encontraban en uno de los techos del lugar, apuntó a su brazo para hacer que este dejara caer su pistola y dio justo en el blanco; después del disparo esquivó una bala que por poco roza su pie y volvió a correr esta vez detrás de Carl. Aceleró el paso y el grupo entró en una especie de bóveda, donde habían autos resguardados. Aun así, a pesar de sus intentos de huir, alguien cerró una compuerta que daba a la salida.

-¡Por aquí! -Exclamó Daryl guiándolos a una reja, igualmente cerrada, ¿Por qué ese lugar tenía tantas habitaciones? parecía un laberinto del cual era casi imposible escapar. Finalmente salieron por una puerta que tenía una gran A mayúscula sobre la puerta llegando nuevamente al exterior. Los guardianes del lugar gritaban y el ruido de los constantes y fuertes disparos comenzaron a aturdir los sentidos de Naya, quien no soportaba los ruidos fuertes y dudaba poder conseguir mantenerse a raya si nada cesaba. Tomó la mano de Carl y corrió nuevamente. Comenzaba a faltarle el aire, a pesar de pasar toda su infancia siendo una gimnasta digna y ejemplar, huir de posibles caníbales o asesinos no era parte de sus entrenamientos ¿Y cómo es que ella sospechó que lo eran? Durante su huida, miró que había rejas otra vez, sin embargo de estas se desprendía un hedor asquerosamente fétido, por lo que la chica miró hacia atrás y soltó un ruido de sorpresa al encontrarse con restos humanos: costillas, brazos, pelvis, fémures. Era tan asqueroso que el estómago se le revolvió y quiso vomitar ahí mismo, contuvo sus arcadas, pero no paró de correr. Después de pasar por lo que probablemente sería lo más asqueroso que había visto en su vida, pasaron junto a un grupo de vagones, de los cuales salían gritos desesperados de decenas de personas.

-¡Ayuda! ¡Sáquennos de aquí por favor!

-¡¿Qué demonios es este lugar?!-Preguntó Naya, mirando horrorizada aquellos compartimentos de gente. Rick y Daryl no respondieron y guiaron al grupo hacia una gran habitación llena de velas, con mensajes escritos en la pared, nombres de personas escritos en el suelo, había una energía tétrica y aterradora, los mensajes decían:

"Nunca más, nunca confíen. Primero nosotros, siempre".

-Estas personas, no creo que quieran asesinarnos.-Dijo Michonne entre jadeos.

-No, nos apuntaban a los pies.-Rick también se había dado cuenta. Naya tomó la mano de Carl y lo miró, asegurándose de que estuviera bien. No entendía cómo podían mantener tantas velas encendidas al mismo tiempo, parecía una especie de altar. El grupo encontró una puerta abierta, la cual fue cerrada, sin embargo corrieron bajo las órdenes de Rick y salieron finalmente hacia la parte trasera del lugar, donde las rejas que separaban Terminus del bosque se hacían visibles, sintió un gran alivio que no duraría mucho tiempo, un grupo de personas les apuntaba entre los árboles. Naya soltó a Carl y apuntó con el arma, parecía no tenerle miedo a nadie ni a nada, pero estaba muy asustada, sus ojos verdes se movían con velocidad y analizaba cualquier salida posible, pero todas ellas estaban bloqueadas... los habían rodeado. Rick miró a su hijo y luego a Naya, ambos jóvenes jadeaban cansados.

-¡Bajen las armas! ¡Ahora!-Gritó una persona desde lo alto, era Gareth. Naya quería sacarle los intestinos. Rick y Carl se volvieron a mirar y todos comenzaron a tirar sus armas al suelo, Naya se quitó el arco y bajó su pistola, pero en ningún momento sacó su daga del cinturón, esperando que nadie se diera cuenta.

-Cabecilla, a tu izquierda. Ve al vagón ahora. Haz lo que decimos o los niños estarán muertos.

-¡No si yo te asesino primero! -Gritó la de ojos verdes, queriendo lanzarse sobre él ¿Por qué tenía esos pensamientos? ¿Qué estaba pasando con ella?

Entre el peligro y el amor (Carl Grimes) [EDITANDO]Where stories live. Discover now