10. La confesión de Sango

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CAPÍTULO 10
«LA CONFESIÓN DE SANGO»

—Es imposible que Miroku esté muerto —me dice tranquilamente y sin alterarse.

—Perdona Sango, en ningún momento quería sonar imprudente, pero ahora en el hospital hubo un problema con la persona que provocó el accidente de la mañana.

—Entonces si «así» lo llamaron en el Hospital —dice con un tono triste haciendo una pausa—, quiere decir que no es Miroku.

—¿A qué te refieres con eso? —ella vuelve a ver nuevamente a todos lados, inclusive a través de las ventanas que están a su lado viendo a los transeúntes pasar.

—Oye Kagome ¿Sabes? Pensándolo bien ¿No podríamos ir a otro lugar? Al final, este café también me parece un poco sospechoso siento, no sé —dice dubitativa—, como si alguien nos pudiera estar escuchando,

—Tienes razón —acepto después de ver tanto nerviosismo en ella—, la verdad es que lo que me estás contando parece ser muy grave. Podríamos ir a mi casa, después de todo mi tío siempre se retira temprano para ir a dejar a mi prima al colegio y no hay nadie hasta las 3 de la tarde que ella llega de estudiar, así que podría ser el lugar perfecto para que te puedas sentir más cómoda para hablar ¿Te parece?

Sango asiente feliz con la idea aunque solo es una suposición muy superficial de mi parte, ya que si Miroku está involucrado en un accidente de este calibre, siendo su amiga no podría sentirse de esa manera.

A pesar que habíamos decidido desayunar en el café, al final nos envuelven la comida para poderla llevar. Sango me lleva en su auto hasta la casa y durante el trayecto no decimos nada, simplemente le voy indicando qué camino tomar para llegar. Al llegar subimos directamente a mi habitación la cual es lo suficientemente grande como para sentirnos cómodas en el.

Las paredes están pintadas de verde pastel y amarillo, dándole una visión como de un pequeño prado, mi cama es de tamaño regular, tengo una televisión, una computadora y un escritorio con todos mis libros de medicina que son los que he estado estudiando para mi examen. Jalo la silla de mi escritorio mientras veo como Sango se acerca a la ventana para observar el vecindario de manera melancólica y la escucho suspirar.

—La vida es tan frágil que en un segundo puede cambiar el rumbo de una vida aunque uno no lo quiera ni lo planee de esa manera —se da la media vuelta y veo como se le empiezan a salir un par de lágrimas que se limpia con el dorso de ambas manos—. Kagome, yo no sé si tú sabías que Inuyasha y yo hemos sido amigos durante, no sé ¿Casi toda la vida? —aquella confesión me deja con la boca abierta.

—No —respondo sinceramente—, la verdad no lo sabía, de hecho pensé que todos ustedes se habían conocido cuando formaron la banda, y que tú más que todo pues —hago una pequeña pausa buscando las palabras adecuadas—, seguías a la banda aunque no sabía que eras una de las fundadores.

—Yo creo que esa impresión tienen todos —esboza una sonrisa triste acercándose a mi cama y sentándose sobre ella—. La verdad es que yo nací en Hong Kong, de hecho mis padres todavía viven allí, pero cuando yo tenía 11 años mi hermano menor nació, él tenía muchos problemas de salud, de hecho ahora que lo recuerdo siempre ha tenido una salud muy problemática.

Su voz se entristece.

—Cuando Kohaku nació necesitaba una operación muy delicada, por lo que mis padres se tuvieron que mudar aquí a Tokio, para mi padre no hubo mayor inconveniente ya que tenía negocios aquí, para mi madre fue un poco más difícil, pero nunca imposible porque se trataba de la vida de su hijo. Desde esa época Inuyasha y yo nos conocimos y hemos sido muy buenos amigos, de hecho cuando teníamos 14 años formamos la banda, claro, la hicimos con nuestros compañeros de colegio y no era más que una banda escolar que tocaba en las festividades de la institución y cosas así.

Solo sé que te amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora