Capítulo XXX

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KyungSoo miró hacia la oscura tela de la carpa. Por primera vez en mucho tiempo sintió un peso en el pecho y a su corazón sacudirse alocado, deseoso de buscar una salida para lograr escapar. Encontró la razón en las palabras de JongIn. En todas y cada una de ellas.

Intentó tragar el nudo que tuvo en la garganta, pero este siguió ahí, torturándolo. El estremecimiento de su cuerpo lo hizo temer que su jefe, quien estaba al otro lado del colchón, se diera cuenta de cómo pesaron sus palabras en él.

Frunció el ceño con confusión cuando sintió que los ojos le ardieron y la nariz pareció picarle. Respiró con dificultad y evitó pensar en ello. Si tan solo se decía a sí mismo que aquello que sentía no era un sentimiento de verdad, si tan solo...

Dejó caer la primera lágrima que corrió por su piel al estar en posición fetal, la cual atravesó su sien y se perdió por entre su cabello. Así salieron una a una, haciéndolo mojar la almohada y sentir húmeda la oreja que se apegaba a la suave tela. Se regañó a sí mismo otra vez y deseó volver al pasado para borrar aquellas palabras que nunca antes fueron emitidas por sus labios.

No aguantó más y soltó el primer sollozo mientras se abrazaba a sí mismo y enterraba su cara en la húmeda almohada.

—¿KyungSoo? —Lloró con más fuerza al escuchar la voz ronca de JongIn a sus espaldas.

Se llevó ambas manos al rostro, porque sabía que su jefe se acercaría a él para cerciorarse de su estado.

—Dios... KyungSoo, no llores. —La voz del menor sonó quebrada y él no supo qué sucedía realmente.

Sí, hubieron cosas que estuvieron bastantes claras. KyungSoo tuvo todo procesado en su cabeza, pero aun así no pudo entender. Faltaban aclaraciones, faltaban cosas por decirse, cosas que él quería escuchar, quizás un yo también estoy enamorado de ti y que viniera luego un lo lamento.

La situación lo puso triste y lo preocupaba, pero más allá de ello, tenia miedo que en realidad se afligiera por nada. Tenía miedo de que no lo quisieran de igual manera.

JongIn lo obligó a voltearse y poner la espalda contra el colchón. De inmediato sintió las manos del contrario tocar las suyas y las quitó de su húmedo rostro. Solo atinó a cerrar los ojos y los apretó para que al menos así el moreno no se percatara de sus ojos rojos y lo que estos trasmitían.

Las manos de JongIn le acariciaron las mejillas húmedas y él sintió de inmediato los leves temblores que se transmitieron a lo largo de sus dedos.

—Mírame. —A pesar de que KyungSoo se quiso resistir no pasó demasiado para que abriera los ojos.

Lo pudo ver. Un rostro conocido lo observó desde arriba con una sonrisa triste, pero él no atinó a nada más que a mirarlo a los ojos. Lo que vio a través de ellos fue mucho más doloroso de lo que esperó, eso lo hizo cuestionarse si era verdad que "los ojos son las ventanas del alma". KyungSoo no lo sabía y tampoco creía en frases cliché, solo tenía como excusa que siempre le cautivaron sus ojos, porque eran distintos, el sentimiento que traían era distinto, lo veían distinto.

—No llores —volvió a susurrar el menor y pasó sus pulgares repetidas veces por sus mejillas.

—¿Por qué lloras? —preguntó KyungSoo y sintió la garganta rasposa. Fue el efecto que causó el escape de sus palabras.

—Porque estoy triste.

—Yo también lo estoy.

—Y también estás llorando.

Se perdió otra vez en esos ojos que lo miraron solo a él. Ese fue el instante de preguntarse cuándo fue el momento en que todo cambió. ¿Un día? ¿Una semana? ¿Desde cuándo exactamente? ¿Cuándo dejó caer esa barrera que tenía ante el dolor? ¿Desde cuándo dejó de sentir con el cerebro? ¿Por qué ahora presentía que sentía con el corazón?

Mr. Kim • || KaiSoo ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora