Capítulo IV

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KyungSoo siempre pensó que su jefe, al ser un sujeto adinerado que consiguió el puesto en la empresa gracias a su padre, sería un hombre basto de conocimientos intelectuales o un tanto profano, pero era definitivamente todo lo contrario, tanto así que se maravilló al ver a Kim JongIn interactuar en esa conferencia.

El pelinegro afirmó los papeles que le fueron entregados esa mañana, los cuales ahora estaban dentro de una elegante carpeta negra. Avanzó detrás de su jefe como si de un perrito desdichado se tratara. Y a KyungSoo no le molestó, después de unos minutos se dio cuenta que no era el único que andaba detrás de su jefe.

—Te quité toda la mañana, KyungSoo. Lamento obligarte a venir hasta aquí.

KyungSoo no estaba molesto, en realidad le alegraba estar ahí. Había gente tan instruida en ese lugar que hablaban tantos idiomas y decían tantas palabras que él no conocía que pensó que eso era mucho mejor que sus libros de aprendizaje. Además, le encantó viajar en el coche de JongIn que tenía aire acondicionado hasta por donde uno no se imaginaba.

—¿Aceptas?

—¿Ah...? —Al parecer Jongin dijo algo, pero KyungSoo no se percató de nada por pensar en gente culta y en autos maravillosos—. Claro —contestó el pelinegro sin saber de qué se trataba, pero al ver las cejas alzadas de su jefe se sintió presionado.

El moreno le regaló una sonrisa y dio los primeros pasos para alejarse. Inmediatamente KyungSoo se dio cuenta que debía seguirlo, tal cual como hizo toda la mañana.

—¿A dónde vamos? —se atrevió a preguntar al ver como su jefe dejaba la carpeta negra en el auto, pero ninguno de los dos entró.

—Dijiste que aceptabas mi invitación a comer.

El más pequeño frunció el ceño y dejó escapar el aire por la nariz con pesar. ¿Cuándo aceptó eso?

De igual manera, siguió los pasos de su jefe que se dirigieron a un elegante restaurante que estaba cruzando la calle. Apenas KyungSoo intentó leer el nombre que colgaba en la entrada con letras grandes se retractó de entrar.

—Jefe, ¿qué tal si lo dejamos para otro día? —habló con voz irregular, pero lo bastante claro como para que el moreno pudiera contestarle. Sin embargo, este ni se inmutó ante su diálogo—. ¡JongIn!

Fue en ese momento cuando el otro hombre se volteó, entonces KyungSoo entendió que había una clara razón por la cual su jefe quería que lo llamaran por su nombre.

—¿Qué sucede?

KyungSoo dejó escapar un pequeño bufido entre los labios y se acercó hasta el contrario, al menos lo suficiente como para decir su secreto sin que la gente los mirara extraño, aunque ya de por ende los observaban raro.

—No tengo el dinero suficiente como para comer en un lugar así —susurró e intentó mantenerse ileso ante los sonrojos.

—No te preocupes por eso. Yo soy quien te está invitando a almorzar. Es mi recompensa por gastar toda tu monótona mañana.

JongIn pasó despreocupadamente uno de sus brazos por sobre los hombros de KyungSoo, como si fueran los mejores amigos. El más pequeño inmediatamente se tensó, pero prefirió dejarlo así. Era su jefe después de todo.

—¿En qué curso va tu hermano? —preguntó casualmente el moreno mientras los dos tomaban asiento en el elegante e iluminado lugar.

—Está es su último año —contestó con pocas ganas. No le gustaba hablar de su vida.

—¿Hace cuánto que trabajas en la compañía?

El pelinegro frunció el ceño, pero relajó su expresión al ver como el camarero se acercaba a pedir su orden.

Mr. Kim • || KaiSoo ||Where stories live. Discover now