Odio

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Los calabozos estaban completamente a oscuras, ni un mínimo rayo de sol se colaba por la ventana. Debía estar nublado y las lunas estaban ocultas. Valentina dormía plácidamente apoyada en el pecho de Chris cuando alguien abrió bruscamente la puerta. Ambos se despertaron sobresaltados, era uno de los verdugos del rey. Bajaba escoltado por una decena de guardias. Valentina miró con miedo a Chris. No quería pensar en ello, pero había llegado el momento. Por milésimas de segundo llegó a pensar que alguien la salvaría, quizás Yuri o a lo mejor la resistencia. Pero su historia no tenía pinta de tener un final feliz.

Se plantaron frente a la puerta de su celda y la abrieron. La agarraron con poco cuidado y la sacaron a empujones de la estancia. Miró hacia atrás y vio como hacían lo mismo con Chris. Los llevaron por zonas del castillo de las cuales Valentina desconocía su existencia. Estaban incluso más mugrientas que los calabozos. Finalmente salieron a la calle, y Valentina comprobó como el cielo estaba completamente nublado. Las nubes eran de un color rojizo como el color de la sangre que se iba a derramar. Valentina caminaba cabizbaja, seguía sin poder creer lo que le iba a suceder. No podía ni tan siquiera pensar en ello, le parecía tan inverosímil.

Alguien se plantó delante de toda la marcha frenándolos. Valentina alzó la cabeza y se encontró con uno de los consejeros de su padre. Lo reconocía de haberlo visto un par de veces junto a él. Este se sacó un pergamino de la capa y lo alzó frente a él. Comenzó a leer:

- A la legítima heredera del reino de Etisse, se le acusa del delito de asesinato con agravante de familiaridad y premeditación. El castigo por ello es la muerte.

Valentina miró fijamente al hombre. La había conocido desde que era pequeña, y ahora estaba frente a ella dictando su sentencia de muerte como si nada de eso fuera con él. Asintió y continuaron caminando. Valentina miró hacia atrás y escuchó nuevamente al hombre, esta vez leyendo otro pergamino.

- Al guardia real de nombre Christian Enzel, se le acusa de cómplice de los delitos comentados anteriormente. El castigo por ello, la muerte.

Esta vez los ojos de Valentina sí que se llenaron de lágrimas. Podía aceptar su muerte, pero no la de Chris. Él tenía una familia que lo necesitaba y quería. Y realmente todo eso lo había causado ella. Lo único que deseaba en ese momento era ser la primera en morir. No soportaría ver morir a Chris.

Giraron una esquina y se encontraron con una plaza repleta de gente. Parecía que todo Etisse se encontraba ahí, esperando a verla morir. Había una especie de escenario con una guillotina en medio. En ese estrado se encontraba su hermana junto con los demás consejeros. La hicieron subir por unas escalerillas para plantarse frente a su hermana. La gente apostada en la plaza comenzó a abuchear a Valentina, pero eso a ella no le importaba. Lo único que le importaba era la mirada sin ningún sentimiento que le echaba su hermana. ¿Acaso no le importaba en absoluto que fuera a morir? Al parecer no. Miró a su derecha y vio que había una mujer entre los consejeros de Nasha, era Fhant. ¿Qué hacía ella ahí? Un segundo después miró hacia la multitud, vio a Chris con las manos atadas esperando su turno. Pero junto con él también se encontraban Sail, Rob, Némesis, Félix y casi todos los componentes de La Resistencia.

Valentina no podía creer lo que veían sus ojos. Fhant había entregado a todos los componentes de la resistencia para poder sobrevivir ella. No podía creérselo, el odio que sentía en ese mismo momento hacía ella no se podía medir. Echó un último vistazo hacia su hermana y entonces lo vio. Yuri acababa de llegar, con una especie de muñeca en sus manos. Su mirada tampoco parecía decir nada, parecía inmutable ante su presencia. Lo tenía muy claro, no la iba a ayudar. Yuri se acercó a Nasha y le dio un suave beso que esta aceptó con mucha felicidad.

Obligaron a Valentina a apostarse contra un trozo de madera. El verdugo estaba afilando su hacha, mientras ella miraba a todo el público que iba a asistir a su muerte.

Nunca en su vida Valentina había tenido el sentimiento que en ese momento sentía. Era un sentimiento extraño, salía de lo más recóndito de su alma y parecía envenenarla con cada segundo que pasaba. El verdugo colocó el filo del hacha en su cuello, pero eso a ella ya no le importaba. Todo comenzó a ir cada vez más y más lento. Miró a cada uno de los presentes y deseó su muerte, la deseó con tanta fuerza que parecía que de un momento a otro fuera a hacerse realidad.

No podía confiar en nadie. Había experimentado lo que era el amor, pero todo el mundo la había utilizado. Yuri no la amaba, Chris tampoco. Y lo único que habían hecho era mentirle, utilizarla como una muñeca de trapo a la cual había tratado a su antojo. Y en ese instante lo único que le quedaba era el odio. Después de que el amor hubiera desaparecido, solo podía sentir eso, odio. Comenzó a sentir como todo sus ser se revolvía por dentro, como algo desde su interior intentaba salir. Escuchó el ruido del hacha, ese suave silbido cortando el aire. Y entonces pensó que todo había terminado, pero no.

No sintió dolor, apenas un simple pinchazo. Todo a su alrededor estaba negro, pero no sentía que hubiera muerto, es más parecía como si realmente no le hubiesen cortado la cabeza, pero ¿Qué otra cosa podía haber sucedido?¿ Acaso iba a ser ese su final? Al parecer, sí. Era triste pensar que después de toda una vida, un poco corta quizás, no había nada después. Dejó de pensar, de que le valía seguir pensando si Valentina ya no existía. Se dejó llevar y entonces su mente dejó de funcionar.

El último deseo de Valentina se había cumplido. Un segundo antes de que el hacha separara su cabeza de su cuerpo. Una gran explosión desató el pánico en los presentes. Nadie sabía bien que sucedía. Chris y toda La Resistencia consiguieron escapar entre tanto alboroto. La gran explosión de fuego mató a Fhant y a la mayoría de los presentes. Una de las llamas alcanzó a Nasha desfigurando parte de su cara. Mientras Yuri, se alejó de todo ese alboroto como si no fuera con él. Nadie de los presentes excepto Yuri supo nunca quién fue el causante de esa masacre. Medio Etisse estaba presente en esa plaza, y todos murieron.

Yuri no quería creerlo, pero sabía quién había provocado todo eso. Conocía su poder, aunque nunca lo había utilizado al completo. Valentina en su último respiro había utilizado todo su poder para destruir a toda la gente que quería destruirla a ella.

Caminaba deprisa alejándose de Etisse lo más rápido posible. Finalmente llegó a la linde del bosque, paró para dar un último vistazo a la ciudad. No se sentía bien por lo que había hecho, por lo que había provocado, pero al menos había salvado lo único que amaba. Finalmente con la muñeca en brazos pasó al otro mundo.

Odonai era el único al que no habían capturado. No se sentía orgulloso, por su forma de actuar. No tenía ni el valor ni la fuerza suficiente como para salvar a los de La Resistencia, eran como hijos para él, pero por primera vez en su vida no se sentía capaz de hacer algo. El simple sentimiento de saber que todos iban a morir por su cobardía lo mataba. Estaba a punto de suicidarse cuando escuchó desde su taberna la explosión y se alarmó. Salió corriendo a la calle y vio a sus pequeños correr en su busca. Parecía que todos estaban perfectamente. Solamente Sail tenía unas pequeñas quemaduras, pero los demás estaban bien.

- ¿Qué ha sucedido?- preguntó Odonai.

Todavía estaban sin aliento, y ninguno podía responder. El único que lo intentó fue Chris quien abrió la boca para hablar, pero al instante en su cara se pudo ver una expresión de puro pánico. Alguien había entrado por la puerta. Todos miraron hacia la puerta, y el silencia reinó. Solo se oían las gotas de sangre caer contra el suelo. Cloc, cloc, cloc. Nadie se lo habría creído de no tenerlo frente a sus ojos. Se trataba de Valentina, pero no la Valentina que todos conocían.

Frente a ellos, se encontraba una imagen realmente sádica. Una Valentina decapitada sujetando su propia cabeza estaba apostada en la puerta.

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Siento haber tardado tanto en subir este último capítulo. Sí como habéis leído este es el último capítulo, pero no hay de que preocuparse. Porque esto no puede acabar así, claramente.  Es simplemente que esta historia se estaba alargando mucho, y he pensado hacer una segunda parte, que espero que os guste tanto como la primera. No tengo muy claro cuando comenzaré con la segunda parte, pero espero que pronto. Espero que os haya gustado mucho y continuéis leyendo mis historias. ^^

La casa de muñecas (En edición)Where stories live. Discover now