Barreras

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Todo había ocurrido muy rápido. El enlace se hizo público apenas unas horas después, sin dar tiempo a dar vuelta atrás a Valentina. Tampoco tuvo tiempo de avisar a Chris sobre todo eso, necesitaba hablar con él, pero le era imposible encontrarlo.

- Creí que nunca llegaría este momento- lloriqueaba Issa mientras una modista tomaba medidas de Valentina- Serás la reina más bonita de todas.

La fecha de la boda aún no estaba fijada, pero como Valentina temía sería muy pronto. No había conseguido volver a hablar tampoco con Yuri, por lo que tampoco sabía cuáles eran sus intenciones en todo aquello. Ese chico realmente la aterraba, pero tenía algo que la instaba a seguir ahondando más dentro de su personalidad.

- Auch- masculló cuando la modista le dio un pequeño pinchazo.

Un rato después entraron en la sala su madre y su hermana pequeña. Ellas también querían opinar sobre el vestido.

- ¿Dónde está Nasha?- preguntó Valentina al ver que no estaba.

- Sigue enfadada- contestó suspirando su madre- Pero tranquila, Val, ya se le pasará, no es culpa tuya.

En realidad entendía el enfado de Nasha, ella había sido la que había deseado todo lo que le estaba sucediendo a ella. Era Nasha con quien debería casarse Yuri, pero las tornas habían cambiado y ambas se habían visto forzadas a vivir una vida a la que no estaban destinadas.

- No crees que el escote debería ser un poco más pronunciado- comentaba su madre a la modista- ya es hora de que muestre que ya no es una niña.

- Por supuesto que no- se quejó Issa, ignorando por completo que era la reina con la que hablaba- Debe ser un vestido que insinúe, pero sin enseñar como una furcia. Ella es una dama.

Valentina odiaba que hablaran de ella sin tenerla en cuenta, y al parecer esa situación iba a ser muy frecuente en su nueva vida. Leila estaba sentada mirándola con su pequeña boquita abierta como si de un ángel se tratara.

- Hola pequeñina, ¿Te gusta el vestido?- preguntó sentándose junto a ella.

- Pareces una princesa- murmuró Leila con su boca desdentada.

- Creo que utilizamos ese término muy a la ligera- rio Valentina para sí misma- Bueno, tú también eres una princesa, ¿Recuerdas?

Leila rio, y fue su risa la que consiguió sacar de sus pensamientos a Valentina. Resultaba agradable poder pasar un poco de tiempo con su hermana pequeña. Años atrás nunca se separaban y Valentina trataba de dar lo mejor para su hermana. Pero ahora, ahora todo había cambiado, ella misma había tenido que cambiar. Madurar se había llevado consigo la felicidad de no tener preocupaciones, la ignorancia del mal que acecha alrededor, y sobre todo la confianza. Parecía una tontería, pero Leila era la única capaz de traerla de vuelta a ese mundo tan perfecto.

Entró alguien por la puerta que logró sacarla de su efímera felicidad. Por la puerta entraron su padre y Yuri. Su padre sonriendo afablemente como siempre, y Yuri... Yuri siendo tan engreído como había descubierto que era.

- Me gusta este chico- proclamó su padre dando una fuerte palmada a Yuri en la espalda, que pareció dejarle sin aliento.

¿Por qué parecía gustar a todos menos a ella? Se preguntó Valentina. Aunque realmente no le disgustaba, simplemente la ponía mala, pero parecía tener alguna faceta oculta que Valentina tenía que descubrir, y lo haría, lo tenía claro.

La casa de muñecas (En edición)Where stories live. Discover now