Lazos familiares

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YURI

- Ya estoy de vuelta, mi querido amado- ronronea Penélope deslizando su fantasmal cuerpo a mi alrededor.

Llevaba un rato en una especie de sopor, entre la oniria y la insomnia. Me levanto del sillón para tomar un vaso de agua. El mantener tantas almas campando a su ancha mediante mi poder me debilita demasiado.

- Cuéntame pues- digo alzando el vaso.

- Verás he encontrado a Val.

Sonrío solo de oír su nombre, ya si consiguiera tenerla sana y salva a mi lado sería como el cielo para mí, pero de momento no es así.

- Si, si sonríe, porque lo que te voy a decir ahora te va a quitar la sonrisa- dice Penélope con malicia- está en el castillo de la reina, y no te creas que le han dado una suitte de lujo, no sé qué habrá echo pero la tienen encerrada en las mazmorras y ya sabes que tienen fama por ser impenetrables por la magia. Así que querido creo que lo vas a tener difícil.

Me siento resignado por un momento, el plan se complica por momento, pero no debo darme por vencido. Si ella está ahí corre más peligro que si estuviera al cuidado de la reina.

- Parece ser que voy a tener que hacer el papel de príncipe azul- digo riendo.

- En la condición en la que estás ahora no serías capaz de dar dos pasos sin derrumbarte. ¿Dónde está Marian? ¿También la estas alimentando a ella?

- No tengo otro remedio, la necesito a ella también.

- Que desilusión- dice Penélope haciendo pucheros- pensaba que era la única. Pero ahora enserio Yuri, no puede continuar así, te quedarás sin fuerzas y así no podrás ayudar a Val.

- Ya lo sé, le diré a Marian que vuelva, que ya continuará con lo suyo más tarde. De momento sigue vigilando a val.

Penélope está a punto de irse cuando se gira y me mira con pena.

- ¿Quieres que le diga algo de tu parte?

- Nada de lo que te diga hará que vuelva a creer en mí.

- No te des por vencido mi querido.

Siento unos brazos agarrándome y que de repente de alzan. Mi cabeza se queda zarandeando y mis brazos cuelgan inertes. Puedo ver mi imagen pálida e inmóvil aun con los ojos cerrados. Con cada movimiento el dolor se acentúa, pero ya no es un dolor agudo como antes. Se siente incluso placentero. No me gustaría admitir que me he dado ya por vencida, pero por un momento me siento a gusto. La cercana imagen de la muerte no me provoca ningún miedo, es más quizás incluso este deseándola.

- ¿Qué ha pasado?- oigo que dice Leila alarmada- ¿Cómo ha pasado esto?

- Cuando acudimos esta mañana, estaba así en la celda. Quizás intentó suicidarse- dice el hombre que me lleva en brazos.

- ¿Con que? Ingenuo. Alguien quiso asesinarla. Déjala en mi cama. ¿Sigue con vida?

- Apenas.

Quiero gritarle a mi hermana quien me ha hecho esto pero mis labios no quieren pronunciar su nombre. Armin. El hombre me deja con poco cuidado sobre la mullida cama. Cada vez me cuesta más mantenerme consciente, es como si la vida fluyera fuera de mi al mismo ritmo que la sangre lo hace de la herida.

- ¿Te crees que te iras otra vez así, sin decir nada?- dice Leila en cuanto el hombre sale de la habitación.

Comienzo a notar una extraña sensación por todo mi cuerpo. Es cálida y a la vez un poco incómoda. Abro los ojos y descubro que veo mi cuerpo desde otra perspectiva. Ya no estoy dentro de él, si no fuera. Veo como Leila tiene sus manos suspendidas a pocos centímetros de mi cuerpo, y como de ellas sale una luz amarillenta. Veo como la herida de mi abdomen se va cerrando poco a poco y como deja de sangrar.

- ¿Qué haces tú aquí?- dice una voz detrás de mí.

Me giro y veo a Penélope. La veo con mis propios ojos, no como la anterior vez que solo sentía su espíritu. Su característico pelo negro cae sobre sus hombros, y sus ojos están llenos de incertidumbre.

- Debería preguntarte eso mismo yo a ti ¿No crees?

- No me refiero a eso. ¿Qué has hecho para acabar muerta?

- ¿Muerta?

Leila comienza a zarandear mi cuerpo inerte sobre la cama. Lo mira con desesperación y la lágrimas comienzan a caer por sus mejillas.

- Vuelve ahí ahora mismo- me ordena Penélope. Me da un empentón y ya no la veo.

Ya no estoy de pie , sino tumbada. Abro los ojos y miro a Leila quien me abraza sin pensarlo.

- No voy a dejar que te mueras tan fácilmente, idiota- oigo susurrar a Penélope.

Leila me mira sonriente, al parecer ella no siente a Penélope.

- ¿Quién te hizo esto?- pregunta preocupada.

- Armin- respondo sin pensarlo dos veces.

- ¿Armin? ¿El mago de día y noche?- asiento y ella se queda pensativa- sabía que ese no tenía nada de bueno. Él y sus hermanos nunca fueron de buena sangre, ¿que los iba a hacer cambiar ahora? Ven ahora mismo conmigo.

Me hace levantarme precipitadamente. Espero sentir un repentino dolor cuando me levanto pero no hay rastro de ningún dolor. Leila me lleva de la mano por todo el largo pasillo. Los guardias se nos quedan mirando pero en cuanto reciben una severa mirada de Leila se apartan y nos dejan pasar.

Llegamos a las puertas de la gigantesca sala donde se encuentra el portal por el que llegue con Armin. Si alguien me hubiese avisado en ese momento que no debía ir con él. Se abren con fuerza y entramos sin pensarlo dos veces. Presidiendo la mesa se encuentra Nasha y a su lado Armin. La mesa está llena por gente la cual no tengo el gusto del conocer. Todos ellos se quedan boquiabiertos y dudo que sea por la presencia de Leila.

- ¿Qué haces hermana?¿Qué haces con ella?- Exclama Nasha.

- Eso debería preguntarte yo a ti y a ti- dice señalando a Armin- Atentasteis contra ella.

- ¿Por qué querríamos hacer eso?- Dice tranquilamente Armin.

- Porque es ella, es Valentina.

- ¿Qué clase de locuras dices?- dice Nasha, quien se levanta rodea la mesa y se coloca frente a Leila- Oh dios mío, ¿Qué te ha hecho esta impostora? Llevaros a las dos a los calabozos.

Nos agarran a las dos inmediatamente. Leila comienza a forcejear, mientras yo, ya acostumbrada dejo que me lleven con toda la tranquilidad del mundo.

- Se lo que tramas, Nasha- grita Leila.

- Pobre Leila, ha dejado que esa impostora le coma la cabeza.

Es lo último que oigo antes de que se cierren las gigantescas tras nosotras. Camino pausadamente de vuelta a la celda de la que había logrado salir hace apenas una hora. A Leila la llevan media arrastras pero teniendo todo el cuidado del mundo.

Nos meten en la celda y nos dejan a oscuras a las dos solas.

- No puedo creer que Nasha sea capaz de hacerle esto a sus propias hermanas- masculla Leila airada.

- Dudo que esa pueda ser familia mía.

- ¿No recuerdas absolutamente nada?- dice inclinando la cabeza a un lado inquisitivamente.

- ¿Qué debería recordar?

- Tu vida.

- Recuerdo perfectamente mi vida. Sé que nací en otro mundo distinto a este, en una familia feliz. Luego La Señora Voleur me secuestró, si se puede llamar así e intentando escapar llegué aquí.

- ¿La Señora Voleur?¿La casa de muñecas?

- Así es, ¿Cómo lo sabes?

- Creo que es hora de que vayas recordando tu otra vida- dice con una sonrisa pícara.




La casa de muñecas (En edición)Where stories live. Discover now