El aviso de los espíritus verdes (Capítulo 15)

1K 67 2
                                    

Intento abrir los ojos pero las legañas me lo impiden. Me pasé toda la noche llorando y eso ha dejado mella en mí. Acudo sin que nadie me vea hacia el baño y observo las pronunciadas ojeras bajo mis ojos. Estoy echa un estropicio. Cierro la puerta del baño para no tener visitas inesperadas. Me lavo la cara varias veces pero no consigo despejar mi cabeza. Siento como si el mundo se me hubiese caído encima. Haber estado ignorando durante tanto tiempo todo lo que rondaba por mi cabeza no había sido buena idea.

Paso un buen rato perdiendo el tiempo en el baño. La gente ya se habrá despertado y no quiero encontrarme con nadie, sobre todo con Armin. He empezado a sentir cosas por él y lo odio. Me siento la peor persona del mundo porque me parece que no soy merecedora de ser querida por nadie y mucho menos por alguien tan bueno como él. Además parece como si la mitad de mi ser quisiera estar con él pero la otra mitad me obliga a no olvidarme de Yuri. Y no sé cómo lidiar con ello. A la voz de mi cabeza le parece divertido recordármelo todo el rato, y cuando ya no puedo pensar en el me recuerda todo lo malo que hizo. Entonces llega Armin y se comporta como un auténtico caballero y todo mi mundo se desmorona.

Decido salir por fin del baño. Parece que he tenido suerte porque no me he encontrado a nadie por los pasillo, pero mi alegría se disuelve al ver en mi cuarto a Naima vestida de enfermera. Esta mujer no puede hacer nada de forma normal.

- Ya pensaba que mi paciente había desaparecido. Armin me habría matado.

- ¿Qué haces aquí?

- Armin me dijo que cuidara de ti mientras él no estuviera- dice mientras me coge y me sienta sobre la cama- así que yo soy tu enfermera personal hoy.

Comienza a tocarme la frente. Saca un termómetro y me lo mete en la boca, lo mira con los labios fruncidos y lo tira por la ventana.

- Nunca he sabido utilizar esos cacharros- dice seriamente, hoy parece una persona normal, lo cual me extraña- ¿Tienes frio?

La verdad es que parece que en este sitio se está acercando el invierno, y en esta casa hace de todo menos calor. No sé cómo Naima puede ir con ese minúsculo disfraz de enfermera que deja más bien poco a la imaginación.

- Un poco si la verdad, no me vendría mal una manta- digo abrazándome a mí misma.

- ¡De eso nada¡ - grita de repente- Yo soy tu manta ¡Calor humano¡

Se me agarra al tronco como si fuera un koala, no ha durado mucho la normalidad. No digo nada durante unos minutos y ella simplemente está entretenida en soplar los mechones de mi pelo que se le colocan delante. Viendo que no tiene mucha pinta de moverse le digo:

- No es nada contra ti, Naima. Pero estaría mucho más a gusto sin ti abrazada toda la mañana.

- Ahh por eso no hay problema- dice con los ojos muy abiertos- Seré quien quieras que sea.

De repente la rodea un haz de luz y ya no es ella. Es Armin. Debe haber visto mis ojos como platos porque comienza a reír. Pero su risa no es como las carcajadas normales de Armin, su risa es suave y dulce. Esto es de lo más extraño.

- Admítelo, sé que te encanta- dice Armin con la voz de Naima.

- ¿Naima?- pregunto completamente fuera de lugar.

- Por supuesto- responde indignada- ¿Te crees que era Armin? Es un truco simplemente.

- ¿Cómo lo haces?¿Yo también quiero hacerlo?

- Já, ¿Te crees que tu podrías hacer esto?- bufa- Tú no tienes este poder. Este poder es exclusivo de Naima. Pero si quieres Naima puede ser tuya.

Ya vuelve a ser la misma zalamera de siempre, pero el simple hecho de verla hacer eso me ha descolocado.

- ¿Y cuál es mi poder?

- Yo que sé. No has estado practicando con Armin, pues lo que hicieras con él debe ser tu poder.

- Sé mover objetos

Me siento orgullosa de por fin poder decir eso. El tiempo que me costó aprenderlo fue mucho, y ahora por fin domino esa técnica.

- ¿Cómo?¿Así?- dice mientras la mitad de los muebles de mi cuarto comienzan a elevarse, incluyendo la cama en la que estoy sentada- Seria muy triste si no lo supieses hacer.

- Pues no sé hacer nada más.

- No puede ser. Vaya maga de pacotilla eres si solo sabes hacer eso. Hasta los mellizos Luna y Sol saben hacer más que eso.

- Te puedo asegurar que no tengo más poder que ese.

- Vamos a preguntarle a Odonai, no puede ser que te haya dejado estar aquí si no tienes "El Don"

Acudimos a ver a Odonai. Parece que desde que Naima se ha enterado de que mi poder es muy reducido no está tan cariñosa conmigo, y la verdad, lo prefiero. Me lleva directa hacia una estancia en la que no había estado antes. Entramos y veo la inmensidad de esa sala. Solo había visto la casa desde fuera una vez cuando había llegado de noche, pero no parecía tan grande como para albergar una habitación de estas dimensiones. Tiene el techo muy alto y arriba una cúpula completamente de cristal llena de plantas. Veo unas escaleras de hierro blancas por las que baja Odonai y se me recuerdan bastantes similares a otras que ya había visto antes. Pero no puede ser, yo no había estado nunca antes aquí.

- Hola Naima, hola Valentina- dice cordialmente Odonai- ¿Queríais algo?

- ¡¿Cómo que no tiene poder?¡- exclama Naima- Pensé que era poderosa, y lo único que sabe hacer es levantar ¿Fruta?

- Tranquila Naima, únicamente no ha encontrado su poder.

- ¿Cómo no lo ha podido encontrar, con la edad que tiene?

- Ella no es como nosotros Naima, ella viene de un lugar donde no enseñan magia.

- ¿Un lugar fuera de Etisse?¿Cómo es eso?

- Confía en mí, Val tiene un gran poder, solo ha de desarrollarlo. Y cuanto antes mejor.

Hablan de mi ignorando completamente mi presencia. Pero no puedo molestarme por ello las palabras de Odonai me tienen completamente absorta.

- ¿Qué quieres decir?- pregunto incorporándome a la conversación- ¿Por qué cuanto antes?

- Me han dicho que algo malo se acerca- dice Odonai misteriosamente.

- ¿Quién?

- Ellas- dice señalando al techo.

Miró hacia la gran cúpula que se cierne sobre nosotros, y lo único que veo son un montón de plantas creciendo a su antojo. Pero se mueven, ¿Cómo puede ser que se muevan? No hay viento pero sus hojas se mueven lentamente como si una suave brisa las agitara.

- ¿Las plantas?- Pregunto atónita

- Plantas dice- bufa Naima.

- Si, si se podría decir que son plantas, pero bueno- dice tranquilamente Odonai- sí me lo han dicho ellas. Tenemos que estar preparados para lo que pueda venir.

- Armin no está- susurra Naima.

- Lo sé, lo sé. Esperemos que le dé tiempo a volver sin que suceda nada.


La casa de muñecas (En edición)Onde histórias criam vida. Descubra agora