Lo de siempre (Capítulo 3)

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10 AÑOS DESPUÉS

- Tu mama sabe que estas bien no tienes por qué preocuparte. ¿Cuántos añitos tienes?

Siempre el mismo discurso de siempre, ahora que ya sabía lo que sucedía le parecía imposible como los niños podían creérselo, pero lo hacían. El pequeño que se había pasado toda la mañana llorando ahora estaba feliz y contento, y correteaba por toda la casa. Mañana sería otro día y el pequeño descubriría que no es oro todo lo que reluce.

- ¿no te cansas de mentirles siempre de esa forma, Yuri?

- Val no seas así, al menos los consuelo por un rato- dijo con su sonrisa matadora.

- Si, para que luego descubran que esto es una mierda.

- Tú no te quejes que tienes el segundo mejor trabajo de la casa.

- ¿Cuál es el primero?- pregunto levantando una ceja Valentina.

- El mío- dijo mirándola orgulloso- ¿cuál va a ser?

- Val- gritó una joven

Valentina se dirigió a la sala de donde salía esa vocecilla que la llamaba, se trataba de Penélope, una muchacha que había entrado a la tienda hace años. Era como todas, entraban por la puerta de atrás, la señora Voleur las trataba como reinas y conforme iba pasando el tiempo iban cambiando. Su voz se hacía más aguda y aniñada, sus ojos más grandes y sus labios adquirían forma de corazón. Luego llegaba un día en el que Yuri se las llevaba por la puerta de delante y ya no volvía.

- Has tardado mucho- gritó Penélope nada más ver entrar a Valentina- no se puede permitir.

Le tiró un montón de ropa a los brazos, mientras con su vocecilla chillona empezaba a quejarse del servicio.

- Puedo echarte ahora mismo, solo chasquear los dedos y de patitas en la calle ¿Me has oído?

- Te he oído- respondió Valentina con resignación.

- No me merezco esto, y más teniendo en cuenta que dentro de nada llegará mi gran día.

¿Su gran día?¿A qué se refería con su gran día? Valentina no era como las demás ella había entrado por la puerta de delante, y por lo que sabía la vida ahí fuera no era tan perfecta como todas esas chicas se esperaban.

Mientras Valentina estaba con sus pensamientos, se abrió la puerta y Yuri entró. Yuri, había sido la segunda persona con la que había hablado en la casa, y se había convertido en algo más que un amigo para ella. 10 años juntos ya eran suficientes como para tener confianza, la había visto crecer y conocía todos sus miedos y alegrías, pero en cambio él. A pesar del tiempo transcurrido no había cambiado un ápice seguía aparentando 21 años, y de su vida privada no conocía nada.

Él la consolaba cuando se encontraba triste, y siempre la hacía reír, pero últimamente Valentina empezaba a sentir algo distinto a la amistad que los unía. Cuando lo veía acompañar a cualquier otra chica sentía una sensación extraña en su estómago y se enfadaba. Cuando intentaba trabajar y por cualquier casual lo veía, a partir de ese momento no podía pensar en otra cosa. Y es que su pelo negro y sus ojos, oh sus ojos, eran del color de la espuma en la orilla del mar. Era de complexión delgada, pero tenía las espaldas anchas y a través de la camisa se podían divisar unos abdominales bien marcados.

- ¿Pero no me has oído o qué?- Le gritó Yuri sacándola de sus ensoñaciones- Recoge la habitación de la señorita en cuanto te lo mande, y no te hagas de rogar.

Odiaba cuando Yuri hacia eso, la trataba como una mierda cuando había alguien presente y obviaba su amistad. Penélope se agarró al brazo de Yuri mientras se reía por la humillación de Valentina.

- Odio cuando la gente del servicio se creen que tienen derecho- reía Yuri mientras se iba.

Esa sensación otra vez, ogg. Solo ver a Penélope tocar una sola célula del cuerpo de Yuri hacia que le hirviera la sangre, pero no debía pensar en ello, debía trabajar ya que era lo único para lo que serbia.

Aprovechando que Penélope tardaría un rato en llegar, comenzó a cotillear toda su habitación. Se sentó en su tocador y se miró en el espejo. Como podía pensar en conquistar a alguien con esas pintas, no se podía comparar con alguien como Penélope. Ella tenía una larga cabellera azabache, unos ojos verdes cubiertos por un montón de pestañas, una figura perfecta, con lo pechos grandes y la cintura pequeña. En cambio que tenía ella que ofrecer, pensaba Val, con su cara llena de pecas, su pelo color fuego que parecía un estropajo y su pequeño cuerpecillo como el de una niña.

Cogió uno de los pintalabios de Penélope y comenzó a pintarse lo labios de rojo, se miró en el espejo y como por arte de magia se sintió una princesa, se veía tan bella. Nunca le habían enseñado a maquillarse, pero con el colorete mal puesto y la sombra de ojos de color azul empezó a verse de otra manera. Con un par de pinzas se hizo un moño deshecho, abrió el armario y se encontró de frente con un montón de vestidos preciosos. Un poco más abajo vio un cajón más pequeño lleno de sujetadores, ahora entendía el porqué de los grandes pechos de Penélope, sus sujetadores no tenían esas esponjitas ahí. Pese al montón de vestidos preciosos que había cogió uno blanco que le recordaba al que su madre le había echo con las cortinas, también se puso unos zapatos que la hacían parecer un gigante y con los cuales no sabía caminar.

Ahora frente al espejo sí que se vio capaz de atraer a cualquier hombre, parecía una mujer, y además una mujer bien bella. En esos momentos que se veía tan bien se abrió la puerta, y Valentina sintió terror al saber lo que le esperaba cuando la pillaran así, Penélope la mataría al ver que había tocado sus cosas.

- ¿Qué haces Val?- se reía Yuri- Pareces un payaso así maquillada.

Suspiró al ver que solo era Yuri, pero al momento comenzó a sentir como sus mejillas ya rojas por el colorete se encendían aún más.

- Me aburría- dijo simplemente.

- Pues no creo que tengas mucho tiempo para aburrirte, la señora Voleur te está buscando como loca. Se te acumula el trabajo- dijo Yuri dándole una palmadita en la espalda y tumbándose en la cama- Ves yo soy un hombre responsable, ya he terminado mi trabajo.

- Ahora que lo dices ¿Dónde está Penélope?

- Tranquila no vas a tener ningún problema por haberle cogido las cosas, se ha ido.

- ¿Así sin más? Se ha ido- Dijo Valentina mientras se quitaba el vestido que tenía encima del uniforme- que raro.

Valentina comenzó a quitarse el maquillaje de la cara con una servilleta que llevaba en un bolsillo, pero esa cosa no se iba. Yuri la miraba mientras se reía, esa sonrisilla que ponía podía sacarla de sus casilla, pero también conseguía sacarle una risilla tonta de la que luego se arrepentía, ¿Cómo se podía ser tan estúpida?

- Anda ven- Dijo Yuri sentándose en la cama y agarrándole de una mano.

Se levantó de la cama, cogió una toallita húmeda y se volvió a sentar al lado de Valentina, comenzó a limpiarle con cuidado la cara. Ponía tanto cuidado y amor en cada uno de sus movimientos que hacía que el corazón de Valentina se derritiera.

- A la ya está- dijo satisfecho- ¿Qué pasa?

Se había quedado mirándole como una tonta.

- Nada, nada, simplemente es que hoy estoy cansada- dijo rápidamente- Me he despertado a las 6 y estoy rendida, no me he sentado hasta ahora.

Yuri la miró cariñosamente mientras colocaba su mano en su mejilla.

- Deja las tareas que tengas para hoy para otro día y vente conmigo, le diré a la Señora Voleur que estabas ayudándome a mí en unos proyectos.

- ¿Y qué vamos a hacer?

- Lo mismo que hacemos siempre que nos quedamos solos- contestó Yuri sonriéndole traviesamente.

La casa de muñecas (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora