Mentiras descaradas (Capítulo 5)

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- Puedes bajar si quieres- oigo que dice la voz de Yuri desde abajo

Ya había perdido la constancia del tiempo desde hacía un rato. Me encontraba con la cabeza metida entre las rodilla para evitar oír lo bien que se lo pasaba Yuri con su acompañante. <¿Qué cara pongo yo ahora al bajar? Me pregunto. Acaba de darlo todo aun sabiendo que yo me encuentro justo encima. Bajo las escalera con pies de algodón y me lo encuentro tumbado en la cama con las manos detrás de la cabeza y sin camiseta.

- Siento que hayas tenido que esperar- dice con una sonrisa de oreja a oreja- no tenía previsto que fuese a venir hoy.

No contesto nada y ve la cara de pocos amigos que le pongo.

- Venga que no ha sido para tanto- se levanta de la cama e intenta darme un abrazo del que yo me rehúso- apenas he hecho ruido

Paso de hablar con él, sé que es un tema que no me concierne, pero la ira que siento en mi interior me puede. En un par de zancadas me acerco a la puerta y me marcho dejándolo ahí semidesnudo. Haber presenciado esa escenita me hace pensar que Marian no es la única chica con la que se acuesta. Empiezo a hacer cálculos y teniendo en cuenta las chicas que se alojan y/o se han alojado en esta casa, sin contar al servicio, no me extraña en absoluto por qué suele estar tan cansado Yuri.

Así de repente me siento extraña, pensaba que lo conocía a la perfección y en un cuarto de hora he podido ver que no tanto como yo creía. No sé qué me duele más si saber que el Yuri que yo pensaba era tan dulce es en realidad un golfo, o el hecho de que conmigo no haga esas cosas. Al momento me sonrojo al pensar en él y en mi haciendo esas cosas.

Me dirijo hacia la cocina para seguir con mis tareas, cuando me doy cuenta de que ya es de noche. No pensaba que hubiese pasado tanto tiempo. Entro sigilosa al cuarto donde dormimos. Recuerdo como el primer día que llegue aquí había un monto de mujeres durmiendo en la misma habitación, la mayoría fueron desapareciendo y ahora solo quedamos cuatro. Al principio me costó mucho entenderlas, ya que hablaban otro idioma, pero con los años supe entender alguna palabra suelta y los inconfundibles gestos de "haz esto", "ve ahí" y "date prisa".

Tumbada en la cama veo como Issa se gira y me mira, me ve con cara triste y apoya su mano en mi hombro. Ella llegó unos meses después que yo, somos prácticamente de la misma edad y eso hace que me sienta bien cuando "hablamos". Ella nunca habla, desde que vino no ha pronunciado ni una sola palabra, pero nos entendemos. Comienzo a contarle toda la historia con Yuri y asiente mientras. Cuando termino, a simple vista parece que no me ha escuchado, pero entonces hace un gesto con la mano como diciendo que pase de eso y que continúe con mi vida. Luego se coloca los dedos índices en las comisuras de los labios y las levanta enseñándome una sonrisa. Me hace reír siempre que hace ese gesto, por eso lo repite siempre que tiene ocasión.

Ella y Yuri son las personas más importantes para mí. Y en estos momentos de flaqueza me doy cuenta de lo mucho que echo de menos mi anterior vida, no era perfecta pero era mi vida.

Sin darme cuenta he caído rendida, duermo durante horas en esa incomoda cama, pero de repente sin ningún sentido mis ojos se abren y me levanto. Siento como que no soy yo la que controlo mis movimientos, pero continuo andando. Salgo de la habitación y comienzo a subir las escaleras hasta que llego a un largo pasillo, miro al final de este y ahí está. El espejo, ese espejo, nunca me había llamado realmente la atención pero ahora parece que no tengo ojos para otra cosa. Paso a paso me voy acercando y conforme lo hago noto como todos los pelos de mi cuerpo se erizan. Ya estoy lo suficientemente cerca como para tocarlo, alzo una mano y noto como la electricidad me recorre. Intento tocar el espejo pero en vez de chocar contra una superficie sólida como esperaba, noto como mi dedo índice se hunde y se introduce en el espejo. Primero el dedo, luego la mano y finalmente casi el brazo entero, lo próximo es introducir la cabeza y descubrir hasta donde puedo llegar, pero inesperadamente alguien me coloca ambas manos en las caderas y tira de mi hacia atrás.

La casa de muñecas (En edición)Where stories live. Discover now