Necesidad

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Valentina estaba tumbada sobre su cama mirando al techo. No sabía muy bien cuanto tiempo llevaba en esa posición, solo tenía una cosa clara. Tenía que mantener su mente en blanco el mayor tiempo posible. Era la única obligación que quería tener ese día. ¿Por qué quería tener la mente en blanco? Había muchas respuestas para esa mísera pregunta. Hacía unos días que no se pasaba por la taberna. La última vez que había estado fue la que Odonai les enseñó su planta que predecía el futuro. Hasta ahí todo bien, luego llegó el momento en que Yuri la había agarrado de la mano. Un momento reconfortante, que en ese momento había deseado que no terminara, pero ahora... Ahora desearía que no hubiera pasado nunca.

Chris los vio, ahí frente a todos, agarrados de la mano como si de una pareja feliz se tratara. Tenía muy claro que ellos dos eran uno para el otro, el único que sobraba en ese final feliz era él. Un triste guardia que había decidido que era buena idea, enamorarse de una princesa. Pero en los cuentos eso no pasa. Las chicas como Valentina se casan con chicos como Yuri. La presencia de ese pensamiento llevaba volviéndolo loco durante semanas, pero ahora tenía a prueba de que no era una simple paranoia suya. Todos los momentos que había pasado con Valentina desde que Yuri apareció, habían sido más fríos. Y toda la química que había entre ellos parecía haber desaparecido. Lo que Chris obviaba era el hecho de que toda la culpa, quizás no era de Yuri. Sus celos y eterna sensación de ser menos habían contribuido a eso. Pero eso a él le daba igual. Podía apartarse, como un caballero y dejar que ellos dos vivieran como quisieran. Pero Chris tenía muy claro que él no había sido nunca educado como un príncipe, y ya que no tenía los privilegios de serlo, tampoco tenía que actuar como uno de ellos.

Sin pensarlo dos veces se abalanzó contra Yuri, y ambos cayeron cuan largos era. El golpe los dejó un poco confusos, pero apenas pasó un segundo hasta que Chris le asestó un tremendo puñetazo en la barbilla a Yuri. Esperaba recibir una respuesta en forma de otro golpe por parte de Yuri, pero una vez más él demostró ir un paso por delante. Simplemente trató de agarrar los puños de Chris para evitar otro golpe, una actuación digna de un príncipe. Chris quedó asombrado por un momento. Yuri sonrió perversamente y le susurró:

- Enhorabuena. Acabas de cavar tu propia tumba.

No tardaron ni dos segundos en separarlos. A Chris lo agarraban entre dos para evitar que volviera a arrojarse contra Yuri. Para la decepción de Chris, vio como Valentina se acercaba corriendo, pero no lo hacía en su dirección. Se agachó junto a Yuri, que se tocaba la barbilla amoratada y lo examinó con cuidado. Luego giró su cabeza para dar un vistazo a Chris. Esa mirada valía más de mil palabras. Lo miró con pena, como quien mira a un preso dirigiéndose hacia su muerte.

Después de todo eso habían vuelto al castillo, y no había vuelto a hablar con Chris. Ni siquiera pudo pedirlo una simple explicación.

Otras de las razones que estaban volviendo loca a Valentina era la boda. Se iba a celebrar en dos días y todo el mundo parecía agitado por ello. Menos ella. Lo único que le causaba esa boda, era miedo, sabía que aquello no iba a funcionar. Cada vez tenía sentimientos mayores por Yuri, pero era algo ajeno a todo eso lo que la preocupaba, pero no sabía realmente de que se trataba. Valentina había tratado de enterrar el hacha de guerra con su hermana, pero esta seguía odiándola.

Se encontraba aún abatida por lo que había sucedido con Chris, cuando se la encontró por el pasillo. Era increíble, como viviendo en el mismo castillo, apenas habían coincidido desde el anuncio de su padre.

- Nasha- gritó Valentina mientras corría para alcanzarla.

Ignorando completamente su llamada, Nasha comenzó a andar más rápido. Lo último que le apetecía era tener que hablar con su dichosa hermana pequeña.

La casa de muñecas (En edición)Where stories live. Discover now