Aunque me cueste la vida

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- Hola preciosa- dice Armin sonriendo- Te veo con mucha prisa ¿A dónde ibas?

Le doy un puñetazo en la mandíbula, pero él apenas se inmuta. Se toca la barbilla haciendo muecas con la cara y sonríe enseñando todos los dientes como un lobo a su presa.

- Yo también me alegro de verte- dice mirándome fijamente.

Agarra mi muñeca con fuerza y alza mi brazo bruscamente. Me duele, tengo la sensación de que si me mantiene mucho más rato en esta posición acabará por sacarme el hombro. Estamos cara a cara, noto cada vez que respiro y soy capaz de olerlo a la perfección. Miro sus extraños ojos que están cargados de malicia, y me pregunto cómo alguna vez pude haber confiado en él. Recuerdo cada momento a su lado, ¿Cómo fui tan estúpida? Actuaba demasiado bien. Frunzo el ceño intentando obviar el dolor en mi brazo.

- ¿Duele?- pregunta con voz seductora.

Da un fuerte tirón a mi brazo y oigo una especie de "click". Siento un tremendo dolor al instante y me caigo al suelo sujetándome el brazo. Mirándome por encima se ríe de mi sin ninguna buena voluntad. Quizás no fue capaz de acabar conmigo en la celda y ahora viene a rematar la faena.

Trato de levantarme lastimeramente, no dejaré que me vea como una presa fácil. Busco un lugar a mi alrededor donde esconderme si consiguiera salir corriendo. Pero nos encontramos en medio de una calle oscura sin nadie a los alrededores, y si tratara de huir me alcanzaría fácilmente.

Este sería un buen momento para que mis poderes decidieran hacer acto de presencia. Intento concentrarme con todas mis fuerzas, pero al instante se da cuenta de lo que estoy tratando de hacer. Agarra el cuello de mi camiseta y vuelve a levantarme hasta colocarme cara a cara. Me siento una muñeca de trapo en sus brazos.

- ¿Qué pretendías hacer?- dice enojado- herirme.

Comienza a reír y me propina un rodillazo en el estómago. Vuelve a dejarme caer sobre el empedrado de la calle. Siento mi cuerpo dolorido con el frio contacto de las piedras. Está claro que es mucho más fuerte que yo, y además tiene el comodín de que él sí que es capaz de utilizar su magia a su antojo. Tirada en el suelo veo un adoquín desencajado de la perfecta cuadricula que es la acera. Si consiguiera propinarle un golpe con la piedra quizás lo podría dejar noqueado por un rato.

Respiro hondo y cojo la piedra con todas mis fuerzas, alzo el brazo e intento darle. En el momento todo va muy rápido y soy incapaz de saber si le he dado. Se aparta al ver la trayectoria de mi golpe, pese a ello soy capaz de acertarle en la ceja derecha. Queda por unos segundos descolocado, pero para mí desgracia eso dura muy poco.

Ya no sonríe, ahora me mira con cara de absoluto odio. Intento correr en su único momento de desconcierto, pero me alcanza rápidamente. Se tira sobre mí y caemos los dos al suelo. Me doy un fuerte golpe contra el suelo y advierto como un filo hilillo de sangre cae por mi frente. Intento quitármelo de encima pero no soy capaz. Se sienta sobre mí. Introduce su mano en la manga de su abrigo y saca un cuchillo. Este no es como el que me clavó la última vez. Este tiene el mango lleno de pedrería y su cuchilla es curva. Lo sostiene en sus manos largo rato como si me estuviera presentando a mi verdugo.

- ¿Bonita verdad?- dice mientras continua observando absorto.

Me muevo bajo su cuerpo sin conseguir nada. Se inclina sobre mí y coloca su daga en mi cuello. El filo se siente helado en contacto con mi garganta. Presiona más, el corazón me va a mil. Me percato de como conforme la daga se va introduciendo en mi cuello me quema la piel. Toda mi garganta se encuentra ensangrentada, pero aún no ha llegado a herirme de verdad. Es más dolorosa la quemazón que me provoca que la propia herida. Aun así sé que va a continuar hundiendo la daga más y más , poco a poco y al final acabará cortándome el cuello. Soy incapaz de moverme por miedo a acabar cortándome más por mi culpa.

La casa de muñecas (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora