¿Quién creería a un cobarde traidor?

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Yuri y Odonai llevan un par de horas sentados uno frente al otro en la gran sala de la bóveda. Yo me encuentro sentada en medio del gran vivero contemplando la flor que trajo Odonai. Me encuentro ensimismada y por más que trato de deshipnotizarme soy incapaz.

Ha anochecido hace un par de horas, todo a mi alrededor se encuentra iluminado por una suave luz proveniente de las estrellas y la luna. Todo parece un sueño, me siento tan cansada que me planteo el estar siendo víctima de algún encantamiento. Mis párpado comienzan a cerrarse, poco a poco voy acurrucándome en el mullido suelo de hierba. Quedo tumbada boca arriba contemplando el cielo estrellado mientras veo como las plantas a mi alrededor van rodeándome. Lo último que puedo ver son dos lunas, una azul y otra rosa.

- Así que había dos- murmuro segundos antes de ser completamente engullida por las plantas de Odonai.

YURI

- Es la única forma y lo sabes- dice en voz baja Odonai.

- Lo sé, ¿Pero qué te hace pensar que harán lo que deben?

- Tú tienes dos almas contigo, ¿No es así?

Asiento sabiendo perfectamente hacia dónde quiere llegar.

- Confías en ellas, ¿Por qué yo no he de confiar en las mías?

- No lo veo de la misma manera, ¿Y si alguna decide robarle el cuerpo?

- Tú mantienes tus almas en muñecas, yo en plantas. ¿Ha de hacerlas eso malvadas?

En cierto modo tiene razón, pero la preocupación sigue dentro de mí. Valentina piensa que aún no vamos a devolverle sus recuerdos. Aunque en realidad ya esté dentro del rito para hacerlo.

Los espíritus que Odonai mantiene encerrados en esas plantas son lo suficiente poderosos como para hacerla recordar todo de su vida pasada. Era necesario que no supiera lo que estaba sucediendo, pero sigo sintiéndome culpable por ocultarle la verdad. Me aterra pensar que cuando recuerde todo, me odie. Pese a ello yo no soy quien para hacerla vivir en la mentira.

Miro hacia arriba, la veo tumbada en la hierba, las plantas comienzan a rodearle y en cuestión de segundos dejo de ver su cuerpo. Ya no tengo nada que hacer aquí, Odonai ha permitido que me quedase hasta que comenzase el rito.

El miedo sigue latiendo dentro de mí cuando me decido a irme de la casa.

- ¿Piensas irte sin decir adiós?- dice Odonai detrás de mí.

Me giro mostrando una media sonrisa, que se disuelve en cuanto me doy la vuelta por completo. A los lados de Odonai se encuentran dos hombres de la guardia real. Intento salir por la puerta, pero en esta también están apostados otros dos hombres.

Todo ha sido una trampa. Me da exactamente igual que vayan a hacer conmigo, pero necesito saber si Valentina está a salvo o también ha sido víctima de un engaño.

- ¿Por qué?- Murmuro mirándolo.

- Es lo que te merecías, sucio cobarde.

- Val

- Por un momento pensé en entregarla a ella también, no era más que una sucia bruja. Pero en cuanto recuerde todo, será ella misma la que acabará con su vida.

Tiran de mi sacándome de la casa, me arrastran todo el camino hasta el castillo. La gente me mira y reconocen mi cara. Alguien tira una piedra que acierta perfectamente en mi cabeza. Oigo abucheos, pero no me importa lo que vayan a hacer conmigo. Todo el tiempo que ha pasado desde que todo sucedió, he sabido que he vivido en una mentira, que tarde o temprano recibiría mi merecido.

Tonto de mí, por pensar que podía tener una vida feliz con Valentina y disfrutar todo lo que no pudimos. ¿Por todo eso ahora que he conseguido?, quizás conseguí salvar a mucha más gente de lo que creen. De que me sirve si finalmente todo está volviendo a comenzar y no habrá nadie que lo frene. Si piensan que soy un cobarde y un traidor, nadie llorará mi tumba y nadie creerá lo que pueda yo decir.

¿Quién creería a un cobarde traidor?


La casa de muñecas (En edición)Where stories live. Discover now