Lugar equivocado, momento equivocado

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El olor de la habitación en la que se encontraba Valentina era nauseabundo. Incluso dudaba de si verdaderamente se encontraba en una habitación. Palpaba el suelo en busca de alguna pista para saber dónde se encontraba, pero lo único que llegaba a tocar eran charcos, de lo que esperaba fuera agua. Sus ojos no lograban adaptarse correctamente para vislumbrar algo en la completa oscuridad. Tampoco se sentía capaz de levantarse, ya lo había intentado una vez, y había caído al suelo de bruces. Recordaba pequeños fragmentos de lo sucedido la noche anterior, pero realmente no pensaba que eso fuera realidad. Parecía más una pesadilla, todo lo que le había sucedido esa última semana era una pesadilla. Finalmente logró arrastrarse lo suficiente como para tocar una de las paredes. No era exactamente una pared, ya que no estaba hecha de piedra, y tenía espacios vacíos. Más bien, parecía una verja, como si se encontrase en un calabozo.

Todo estaba en calma, después de todo lo sucedido en la boda de su hermana, todo estaba en calma. Nasha miraba feliz desde lo alto de una de las torres todo el reino que ahora le pertenecía. Había sido tan fácil que ni tan siquiera podía creerlo. Cuando se le presentó aquella oportunidad, la de culpar a su hermana del asesinato de su padre, lo vio todo claro. Debería sentirse culpable por ello, pero no era así. Parecía extraño que traicionar a su hermana de ese modo se le antojase tan placentero. Y es que el momento en el que la vio, tirada en medio de un charco de orín con su maravilloso vestido blanco manchado, su pelo desordenado y su angelical cara sin emoción alguna. Ese momento no se podía pagar con nada de ese mundo. Ahora ella era la heredera, y nadie podía interponerse en su camino hacia el trono. Ella sería quien gobernara, quien se casaría con un príncipe y quien tendría todo el dinero del mundo. Se podría decir que era una sucia envidiosa y avariciosa, pero el amor nunca ha servido de moneda.

Yuri corría sin saber muy bien a donde. Había perdido a Valentina y entre el barullo de gente no lograba encontrarla. Finalmente la vio, vio cómo su hermana la traicionaba y la marcaba a ella como la asesina del rey. En ese momento no supo que hacer, ayudarla y que lo acusaran de cómplice, o huir. Penosamente escogió la segunda opción. Mientras huía del castillo su corazón no paraba de culparle por tan cobarde decisión, por otra parte su cabeza le daba la razón. Encerrado junto a ella no conseguiría ayudarla. Ya lejos del castillo contempló la silueta de este, desde lejos seguía viéndose imponente, pero él sabía lo que había dentro. Cientos de cadáveres entre las ruinas de un castillo que seguía manteniendo las apariencias.

Corrió hasta la taberna, sus luces estaban apagadas. Se extrañó por ello, pero entró igualmente. No había nadie, absolutamente nadie. Dio un par de pasos y alcanzó a vislumbrar un par de siluetas. Eran Sail y Odonai.

- Todo ha ido mal- dijo Yuri como con un graznido.

- ¿A qué te refieres?- preguntó Odonai.

- No seas aguafiestas, todo ha salido según lo planeado- rio Sail.

- ¿Cómo que todo ha salido según lo planeado? Han cogido a Valentina, creen que ella ha organizado todo esto.

- Supongo que se trata de una baja necesaria- dijo tranquilamente Odonai.

- ¿Baja necesaria?- Yuri hablaba, más bien gritaba histérico, no creía lo que estaba oyendo- Accedí a no contarle nada porque sabía que no iba a aceptar que matáramos a su padre. Lo que no creía es que la ibais a utilizar de peón, para dirigirla a una muerte segura.

- Yuri, tranquilízate.

- ¿Cómo quieres que me tranquilice?

- En esta guerra como tú bien has dicho hay peones que hay que sacrificar. Piensa sosegadamente sobre que es mejor. Ciertamente si tu corazón no hablara te diría que su muerte es un precio más que módico por todo lo que vamos a conseguir a cambio.

- No, no, no.

Yuri no quería escuchar una sola palabra más. Sin que pudieran detenerlo salió de la taberna sin saber a dónde dirigirse.

- He cumplido mi parte del trato- dijo una voz tras Nasha- Te dije que sería un momento idóneo para deshacerte de tu hermana.

- ¿Sabes, Fhant? Hubo un momento en que dudé de ti. No sabía si podía confiar en ti, pero ahora veo que sí. Y sinceramente, te lo agradezco, habría sido una tontería desperdiciar esa maravillosa oportunidad de deshacerme de mi hermana. Y total ¿Para qué iba a impedir yo que liquidaseis a todos los que se interponían en mi camino para reinar?

El sol salía por el horizonte dando la bienvenida a un nuevo día. Un día que podría haber sido tranquilo y feliz, pero no era así. La reina continuaba en sus aposentos llorando la muerte de su marido y la traición de su hija. Mientras tanto el consejo empezaba a tomar el control de las riendas de Etisse. Nasha se encontraba sentada en el lugar que apenas unos días antes había tomado su padre.

- Deberíamos destruir a todos los que tuvieron algo que ver con lo ocurrido ayer- decía uno de los consejeros- Debemos tener mano dura.

- Ello conllevaría matar a la princesa- increpaba otro- Y ya sabemos los seguidores que esta tiene, deshacernos de ella podría suponernos un problema. Además, sería un duro golpe para la familia real, ya han sufrido demasiado.

- Es cierto que ya hemos sufrido demasiado- interrumpió Nasha- Pero como próxima heredera, sé que he de tomar decisiones que sean las correctas para mi pueblo. Me duele tener que hacerlo, pero Valentina ha de morir.

Nadie dijo una sola palabra ante aquella decisión. Si la propia hermana de Valentina creía que eso era necesario, entonces debía ser cierto que era lo había que hacer.

Valentina abrió los ojos, y lo primero que consiguió ver, fue un pequeño rayo de sol entrando por una rendija. Era suficiente para poder contemplar lo que la rodeaba. Se encontraba en los calabozos estaba segura. Recordaba haber bajado junto con Nasha cuando eran pequeñas para pasar un poco de miedo e inspeccionar por completo el castillo. Viendo donde se encontraba, lo que recordaba debía ser cierto. No podía creerlo aún, pero así debió ser. Ella no mató a su padre, o al menos eso quería creer. No tenía control sobre sus poderes, pero ella no era capaz de asesinar a su propio padre, pese a todo lo que hubiera hecho. Las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas. Todo lo que había sucedido había sido tan inesperado que ya no sabía ni en lo que podía creer. Parecía planeado, pero esa opción tampoco la tranquilizaba, porque entonces supondría que Yuri, Chris y los demás la había traicionado. Habían estado jugando con sus sentimientos para provocar lo que ellos querían para su beneficio.

- Val- Escuchó que decía un voz en la celda de al lado- Ven acércate.

Reconoció la voz al instante, era Chris. Por un momento recordó todo lo que él le había hecho y si verdaderamente la había utilizado merecía estar ahí encerrado como ella. Pero también recordó los buenos momentos, esos momentos no podían ser fingidos. Prefería acercarse y estar junto a él, que en la oscura soledad.

- ¿Qué ha pasado, Chris?- preguntó con la voz cortada por los sollozos.

- Supongo que deberíamos habértelo contado.

- ¿Haberme contado el que?- Dijo apartándose de Chris.

- Habíamos planeado el asesinato de tu padre, pero todo se desmadró. Y ahora estamos tú y yo como un par de tontos a los que han cogido en el lugar equivocado en el momento equivocado.

- ¿Qué van a hacer ahora con nosotros?

- Creo que ya lo sabes.

Ciertamente, ambos sabían lo que les iba a suceder. Pero en el momento, mejor que pensar en ello era disfrutar de las pocas horas que podían quedarles. Chris pasó un brazo por la cintura de Valentina y con el otro acercó su cabeza a la suya. Sus labios se juntaron para dar rienda suelta a un sentimiento que no podía ser fingido. 

La casa de muñecas (En edición)Where stories live. Discover now