Una puerta a otro mundo

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Valentina trataba de forcejear lo máximo posible, pero Fhant pese parecer lo contrario estaba en forma. Sus delgados bracillos se tensaban junto con sus músculos tratando me mantener quieta a Valentina.

- Deja de mirar y ayúdame- pidió Fhant. Chris sin dudarlo la ayudó, mientras sentía como la culpabilidad lo inundaba.

Se oía como el castillo pese a ser ya de noche estaba hirviendo de ajetreo. Los soldados corrían de un lado a otro sin saber muy bien a donde dirigirse para ayudar. Los invasores habían entrado desde distintas zonas del castillo, lo que provocaba que no supieran sus verdaderas intenciones.

El rey recorría junto con su séquito de seguridad los pasillos rápidamente. Llegó a la habitación de la reina, donde esta se encontraba junto con sus dos hijas.

- ¿Estáis todas bien?- preguntó precipitadamente. Tardó apenas un segundo en detectar la falta de una de sus hijas.

- Valentina- musitó su mujer- No está.

Un nudo se formó en la garganta del rey, que corriendo salió de la habitación en su busca. Igual se había quedado junto con su profesor en su aula, pensó. Sus pocas esperanzas se disiparon cuando por fin llegó al aula y encontró solamente a Simón.

- El plan está saliendo a la perfección- reía Fhant mientras se adentraba por las mazmorras del castillo- Deben estar buscando a la princesita y han dejado todo esto completamente vacío.

Chris cargaba con Valentina al hombro. Hacía un buen rato que había dejado de moverse, y simplemente se oían sus amortiguados sollozos. ¿Por qué le hacía esto? ¿Porque le había hecho llorar? Trataba de apartar esos pensamientos de su cabeza, lo que estaba haciendo era lo que debía hacer, no había otra solución. Llegaron a los calabozos, se encontraban completamente a oscuras, simplemente se veían extrañas sombras formadas por la luz de luna que entraba por los pequeños ventanucos. Frenaron súbitamente y un montón de figuras aparecieron de entre las sombras. Por un momento la respiración de Chris se paró, pero continuó al ver que se trataba de aliados.

- ¿La tenéis?- preguntó Sail, al que se diferenciaba notablemente de entre los demás por su altura.

- Si- respondió escuetamente Fhant, señalando a Chris.

Sin pensarlo dos veces Sail se acercó y cogió bruscamente a Valentina. La colocó delante suyo y le propinó un sonoro tortazo que hizo que callera al suelo.

Chris no se esperaba eso en absoluto. La miró, simplemente pudo verla mirándolo con la mano en la mejilla y con los ojos brillantes de lágrimas. Esto no está bien, se repetía en su cabeza una y otra vez. Sus compañeros tenían la misma imagen que tenía él antes de conocerla, pero ella no se merecía esto.

Se acercó a Valentina y colocó cuidadosamente la mano en su hombro. Valentina giró la cara tratando de evitar que viera sus lágrima cayendo. Finalmente lo miró y con una mirada que nunca conseguiría sacarse de su cabeza murmuró:

- ¿Por qué?

Chris abrió la boca sin saber que decir. Se podría haber esperado que comenzara a insultarlo, que lo odiara, que lo maldijera. Pero no se esperaba esa mirada de profunda tristeza y esa pregunta. No podía responderle, tenía claras sus intenciones pero no sabía exactamente porque le hacían esto. Agachó la cabeza y esa fue la única respuesta que obtuvo Valentina.

Tardarían unos minutos en abandonar el castillo, todavía quedaban un par de presos que liberar de las mazmorras. Compañeros que habían sido apresados por ir en contra de la ley. Chris simplemente estaba plantado delante de Valentina observando a Sail, quien a su vez miraba a Valentina con cara de asco. No permitiría que le volviera a pegar sin motivo alguno.

Se oían las cadenas de los presos moverse, y la dificultad que estaban teniendo para quitárselas. Se estaban retrasando, se darían cuenta de que estaban allí abajo.

- Ya está todos, preparad los explosivos- Mandó en voz alta Sail. Se giró para mirar fijamente a Valentina- De esta señorita, me encargaré yo.

No sabía bien lo que hacía pero Chris no se apartó de su sitio impidiendo el avance de Sail.

- No hará falta- tartamudeó Chris, ese hombre imponía demasiado- Yo la llevaré.

- No hace falta muchacho, te cansarás a mitad de camino- dijo con una sonrisa cordialmente, luego se acercó al oído de Chris y con una voz completamente distinta le susurró- Ni se te ocurra cambiar nuestros planes por esta puta.

Sail agarró a Valentina sin mucho cuidado y la colocó sobre su hombro. Repentinamente se escuchó una explosión proveniente del fondo de la mazmorras.

- ¡La salida ya está hecha¡- gritó alguien a lo lejos.

- Al menos les joderemos el castillo a estos pijos- rio Sail mientras avanzaba hacia la salida.

Salieron a la oscuridad de la noche, más gente de la que esperaba estaba apostada en la salida. Habían reclutado a mucha gente esa noche. Se asombró al comprobar a algunos de sus compañeros de la guardia ayudándolos a huir. Muchos iban cargados con armas recién robadas, él en cambio solo podía mirar los tumbos que daba Valentina contra la espalda de Sail. Miró hacia atrás y vio como una de las torres del castillo estaba prácticamente envuelta en llamas. Partes del castillo caían, mientras los soldados eran ajenos a su huida.

Valentina tenía la esperanza de que se la llevaran a la taberna, ahí tendría alguna oportunidad de huir. Pero para su desgracia no fue así. Llevaban largo rato caminando, era incapaz de distinguir las callejuelas por las que caminaban y mucho menos recordarlas para luego recorrer el camino de vuelta. De vez en cuando alzaba la cabeza para mirar a Chris, parecía triste y desilusionado. Un segundo después sus miradas se cruzaron. Valentina quería mostrarle una mirada de completo odio, todo esto era por su culpa. Pero al contemplar su cara de disculpa fue incapaz de hacerlo.

- Esta desgraciada pesa una barbaridad- dijo Sail.

- La llevo yo- respondió sin pensarlo Chris.

La dejaron en el suelo, por un instante se planteó si echar a correr. Pero viendo la cantidad de gente que había en esa siniestra procesión supo que la atraparía demasiado rápido. Chris la cogió cuidadosamente, Valentina estaba cansada, apoyó la cabeza en su pecho y se dispuso a cerrar los ojos. Sentía la respiración de Chris a cada paso que daba y como se acompasaba con la suya. No tardó nada en mirarlo embelesada, ¿Por qué se sentía tan bien así?

Qué clase de estupidez estaba haciendo, estaba siendo secuestrada, pero ella estaba ¿bien? ¿por estar en sus brazo? Agitó la cabeza intentando apartar esa idea de su cabeza. Chris la miró extrañado ante su brusco movimiento.

- ¿Por qué tenían que hacer esto?- murmuró Valentina para que solo él la escuchara.

- Créeme, ni yo lo sé- dijo abatido.

- Podría haberos ayudado, sin provocar todo esto.

- Val- la miró a los ojos, y por un instante Valentina se quedó sin respiración- Todo lo que vas a descubrir a partir de ahora no te va a gustar. Es más desearas no haber nacido nunca, porque verás que todo el mundo en esta vida trabaja para su bien, aunque provoque el mal para otros.

- ¿Qué quieres decir?

- Te puede parecer que te estamos secuestrando, pero en realidad te estamos salvando. Te llevamos a un lugar donde nos ayudarás para nuestro bien, e incluso para el tuyo, ahora simplemente tendrás que lidiar con las asperezas que todos nosotros tenemos con la forma de reinar de tu padre.

Llegaron a una casa a las afueras de la ciudad, en mitad del bosque. Era enana y completamente destartalada, pero la gente entraba. Ya habían entrado como unas treinta personas y seguían entrando más y más, como si dentro hubiera una puerta a otro mundo que permitiera entrar a tanta gente.


La casa de muñecas (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora