Hermanita (Capítulo 4)

1.9K 91 16
                                    

Comenzamos a subir las escaleras hacia su cuarto, Yuri saca de su bolsillo una llave gigantesca y abre la puerta de madera. Al entrar a su cuarto el olor de siempre me recibe, olor a Yuri, es una mezcla entre incienso y algo dulce como miel. Me tumbo en su cama, y me hago un ovillo como todas las veces que estoy en su cuarto, la diferencia entre la comodidad de su cama y la mía echa con paja es infinita. Yuri me mira con cara divertida a los pies de la cama y se tumba a mi lado, es lo suficiente grande como para que ni nos toquemos pero él se acerca un poco a mí y quedamos mirándonos frente a frente.

- Val- suspira mirándome fijamente a los ojos.

Sin darme cuenta mi respiración se acelera, en mi mente se empiezan a agolpar un montón de imágenes fruto de mis ensoñaciones en las cuales Yuri me confiesa mi amor incondicional. Parece el momento idóneo, y deseo con todas mis fuerzas que lo haga.

- ¿Qué?- Respondo en otro suspiro intentando sonar lo más sensual posible.

- Esto...

¿Te quiero?¿Te amo? ¿Eres la mujer de mi vida?

- ¿Cuántas veces te he dicho que no te tumbes en mi cama?- dice de repente mientras me da un empujón y me tira al suelo.

Me quedo en el suelo pensando en lo estúpida que puedo llegar a ser <¿Enserio te creías que se te iba a declarar?> Me dice una vocecilla en mi interior <idiota>

- Cállate- grito en voz alta sin darme cuenta.

Las risas de Yuri cesan y se asoma al lateral de la cama, ahí mirándome desde arriba parece un ángel regodeándose desde su posición. Me da una mano para que me levante y continuar nuestro camino. Subimos por unas escaleras a la torre que hay justo encima de su cuarto, y ahí está, su "laboratorio". En realidad no es un laboratorio de verdad parece más la cueva de la bruja malvada, pero él lo llama así.

Cuando hice amistad con Yuri él me contó que era un brujo y que estaba en esta casa para ayudar a la señora Voleur con sus hechizos ya que ella no tenía apenas poder. En el momento que me lo dijo yo era pequeña y como una ingenua me lo creí, pero con los años vi que en realidad no me había mentido del todo. No era un brujo de los que salen en los libros con largas barbas blancas y sombreros en punta, sino más bien un mago de poca monta.

De pequeña me asombraban sus trucos, era capaz de mover objetos de un lugar a otro incluso transformar una simple silla en un juguetón perrito. Pero con los años me fui haciendo más escéptica y aunque recuerde esas cosa sigo pensando que mi cerebro infantil me jugo una mala pasada y no todo era tan alucinante como ahora recuerdo.

Ahora los trucos de Yuri no son tan asombrosos, es más llegan a ser incluso mediocres, pero él se ha prometido a si mismo que me enseñara a hacer "magia". Recuerdo una vez en la que me contó que todo el mundo puede llegar a hacer magia, pero que los verdaderos brujos tienen ese don desde que nacen, los demás tienen que aprenderlo, y aun con años de estudio son incapaces de llegar a los talones a los otros. Se transmite de generación en generación, pero solo las mujeres son capaces de utilizar ese don. Entonces yo le pregunté a Yuri que porque él era capaz de hacer magia si no era una mujer, y él me contestó que era la excepción que confirmaba la regla, que era una anomalía o no sé qué.

- Venga inténtalo- me anima Yuri.

Llevo años intentando todo tipo de trucos, pero incluso el más fácil parece difícil si intento llevarlo a cabo yo.

- Soy incapaz y lo sabes- digo con el alma en los pies- No tengo ningún don para esto por mucho que digas lo contrario.

- Pero si es la mar de sencillo- Dice mientras hace levitar una naranja por encima de su cabeza- Además estoy al cien por cien seguro de que tú tienes "El Don"

Cojo una naranja, y la miro con el ceño fruncido. Pongo todas mis ganas y energías en mover esa naranja. Me conformo con que simplemente se mueva un ápice y entonces sucede, la naranja empieza a rodar hacia mí. En el momento la felicidad me inunda, hasta que veo que Yuri está levantando la mesa con una mano por el otro extremo. Lo miro con una ceja alzada y le digo:

- Con que al cien por cien ¿eh?

- Puede que al ochenta y siete por ciento- pone cara de tontaina y eso hace que muera por dentro.

Es mayor que yo, pero en lo que se dice en madurez es muy joven todavía. Solo es así cuando está conmigo, y eso me hace sentirme un poco especial, no se el porqué.

Dejamos a un lado el intento fallido con las naranjas, ahora toca aprender conjuros. Yuri empieza a decir un montón de palabras sin sentido, y espera a que yo las repita. Me parece una tremenda pérdida de tiempo, en ningún momento me quiere explicar porque hacemos esto, pero es tiempo junto a él así que no me quejo.

- Sadamuref o ko airemis da neavide- dice severamente mientras sostiene un libro y camina en círculos por la habitación.

- Sacamujer oko airemos la neavide

- NO- grita Yuri- Tomate algo enserio por favor, me exasperas.

- Pues así tiene más sentido- digo por lo bajo

Pasamos un rato intentándolo, pero viendo mi nulidad para ese tipo de cosas decidimos dejarlo. Yuri se acerca a un viejo armarito, al abrirlo veo un montón de frascos de cristal llenos de extrañas sustancias.

- ¿Esos son ojos?- pregunto mirando fijamente un bote lleno de bolitas blancas.

Cierra el armario de golpe y evita mi pregunta. Cojo una de las naranjas con las que hemos estado jugando y comienzo a pelarla. Me muero de hambre, no he comido nada desde el mediodía, y no ha sido una comida muy cuantiosa que se diga. Justo cuando voy a meterme un gajo a la boca Yuri me da un golpe en la mano y evita que me lo coma.

- ¿Qué haces?- dice mirándome seriamente- cuantas veces te he dicho que el conjuro se queda en los objetos y puede ser malo para ti.

- Esta es la naranja con la que he estado practicando yo- rio- no tiene ningún tipo de "conjuro"

- Tendrías que tomarte esto un poco más enserio- dice suspirando y mirándome con sorpresa- no sabes el poder que puedes llegar a tener.

Nos quedamos mirando durante unos instantes, el silencio en el que estamos empieza a ser incomodo, pero tampoco sé que responder a eso. No tiene ni idea de si tengo algún tipo de poder o no, y esto es una verdadera pérdida de tiempo, pero claro, eso no se lo puedo decir a la cara.

Pasa un rato y se oyen unos golpes en la puerta de la habitación. Yuri baja las escaleras sin dirigirme apenas una mirada.

- Hola Yuri- dice una voz femenina- ¿Me has echado de menos?

- Sabes que un solo segundo sin tenerte a mi lado es un segundo perdido- dice Yuri

Me asomo desde las escaleras y veo a una chica rubia abrazando a Yuri. Marian creo que se llama, es una de las chicas más bellas que he visto en mi vida. Su pelo siempre está perfectamente rizado, sus ojos son de un castaño cálido y su cuerpo parece esculpido por los mismísimos ángeles. Siento pinchazos en el estómago, y no sé si es el hambre o por la escena que estoy contemplando. Parecen hechos el uno para el otro. Los brazos de Yuri alrededor del cuerpo de Marian la protegen mientras ella coloca su cabeza sobre su pecho. Y mientras yo, ahí arriba observando esa escena tan desgarradora. Se dicen un par de palabras más y se tumban en la cama. Los celos se me comen por dentro, a ella si le permite acostarse en su cama, es más, la sonrisa de Yuri parece ensancharse cada vez que la mira.

Decido dejar de mirar, me escondo en la torre sentada al lado de la puerta. Empiezo a oír sonidos extraños, pero sé muy bien de que se trata. A este paso van a romper la cama, los muelles no dejan de sonar. Pasa un rato hasta que me doy cuenta de que mis mejillas están empapadas de lágrimas. Como puedo ser tan idiota, puede que hayamos pasado mucho tiempo juntos, pero nunca dejara de pensar que soy su hermanita.

ri;mso-


La casa de muñecas (En edición)Where stories live. Discover now