Te quiero (Capítulo 8)

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Pasan días incluso semanas y no he vuelto a hablar con Yuri. No hemos cruzado ni una mirada desde lo que sucedió. Intenté hablar con él, pedirle una disculpa, aunque me la debiera él a mí. Necesitaba una respuesta a lo que me dijo, pero mis esfuerzos fueron en vano. Pasaron esos días de culpa y dejé de actuar como una tonta enamorada.

Ahora debo actuar como una guerrera, no pensar en nadie más que yo para llegar a mi objetivo. Le intento contar todo lo sucedido a Issa, y aunque no me conteste y probablemente no haya entendido nada, su sonrisa me reconforta.

Últimamente he notado como mi trabajo ha aumentado, e inconscientemente le echo la culpa a Yuri, el muy rastrero. Pero he de admitir que me viene bien para no pensar. Estoy en la planta de arriba donde se encuentran todas las habitaciones acomodadas. Me encuentro limpiando un cuadro lleno de polvo cuando oigo un grito. Es un grito agudo y parece de una niña a la que están atacando. Corro siguiendo la dirección del sonid ,que continua clavado en mi mente. El grito proviene de la habitación de Yuri, me paro frente a la puerta y me planteo entrar. Al final decido que no es de mi incumbencia lo que esté haciendo ahí, y me alejo.

Vuelvo a mi posición frente al cuadro y me quedo observando. En el fondo sé que no he entrado porque sabía que ese grito no era de Yuri y me daba miedo lo que pudiera estar haciendo para provocárselo a otra persona. Pasan apenas unos segundos cuando oigo una puerta abrirse bruscamente, miro en la dirección y me encuentro una muñeca corriendo como alma que lleva el diablo en mi dirección. Corre con sus cortos bracitos delante y sus piernecitas no le dan para más. Su preciosa carita de porcelana está enmarcada por unos bellos rizos dorados, sus ojos son de un castaño cálido, y al verlos siento que me recuerdan a alguien, pero no se exactamente a quien.

- Agárrala- grita Yuri corriendo detrás de la muñeca.

No muevo ni un solo músculo, la impresión me puede. Yuri la alcanza rápidamente y la agarra de un brazo con el menos cuidado posible. Lo miro con una ceja alzada y él mira a los lados, ve que no hay nadie y se va por donde ha venido.

Yo ya no sé si estoy en una casa de locos o que me pasa. Entre lo del espejo, "la magia barata" y las muñecas de porcelana con vida propia creo que se me ha ido la cabeza completamente. Esto es surrealista

Continúo con mi trabajo y parece ser que la mañana no ha tenido ningún sobresalto más. Por la tarde mientras estoy limpiando la tienda de la Señora Voleur, veo como ella atiende a una señora y a una niñita con pinta de estar malcriada.

- Mama, mi muñeca- grita con voz chillona- la quiero ya y no te creas que voy a esperar otra semana más.

- Señora Voleur , me parece muy poco profesional hacernos esperar de este modo- dice señalando con el dedo índice acusadoramente.

- No se preocupen, nuestro maestro artesano la tiene casi acabada, simplemente tuvo unos pequeños problemillas.

Entonces entra Yuri por la puerta con la misma muñeca que antes correteaba por la casa completamente inerte en sus brazos.

- Ohh mírenlo, van a poder verlo en persona- dice la Señora Voleur con gran emoción- este es nuestro maestro artesano Yuri, es el mejor.

- Encantado de conocerlas- dice Yuri besando primero la mano de la madre y luego la de la niña haciéndolas sonrojar a la vez- Esta muñeca ha sido un gran desafío para mí, pero para el bien de todos ya está terminada. Su nombre es Marian.

En ese momento mis ojos se abren como platos, no había caído aun de que esa muñeca era exactamente igual que Marian. Supongo que el amor que siente Yuri por Marian es tan grande que es capaz de hacer muñecas a su imagen y semejanza.

Me voy de la tienda, mientras la madre y la niña apenas se dan cuenta de mi presencia. Como movida por un sexto sentido camino medio corriendo hacia la habitación de Marian. Toco en la puerta varias veces sin obtener respuesta. Entro en la habitación mascullando una disculpa por interrumpir para limpiar, pero no hay nadie ni nada. La habitación que otras veces había limpiado y se encontraba llena de decoración, armarios repletos de ropa y estanterías llenas de libros esta vacía. Miro la puerta otra vez para concienciarme de que no me he equivocado de habitación, pero no es así, esta es su habitación.

Saco el valor que puedo de una parte de mí que creía no existía y me dirijo hacia la habitación de Yuri. Estoy segura de que todas sus cosas están ahí. Agarro el picaporte y para mi sorpresa la puerta está abierta. Su cuarto esta como siempre, y no hay ni rastro de Marian, lo cual en un principio me hace sentirme mejor, pero al rato me aterra. ¿Dónde está Marian? ¿Qué ha hecho Yuri con ella? Oigo como la puerta se abre y me giro con un poco de miedo de lo que me vaya a encontrar, es Yuri.

- ¿Qué haces aquí?- pregunta con cierto enfado.

- ¿Qué has hecho con Marian?- no sé cómo he podido ser tan directa, pero al ver como sus ojos se abren como platos, sé que he dado en el clavo.

Baja la mirada y alarga su mano para agarrarme por el brazo, levanta la vista y nuestros ojos se unen. Veo la preocupación en sus ojos y por primera vez en mi vida tengo miedo de que me haga daño.

- Lo siento- murmura con ternura.

En ese mismo instante noto como me empieza a doler la cabeza, la noto torpe, y no pienso con la misma claridad. Sigo notando su mano sujetándome el brazo, y como va agarrándome con más fuerza mientras mis piernas ceden. Evita que me caiga, inconscientemente me encuentro en sus brazo sin fuerzas esforzándome para mantener los ojos abiertos. La tarea parece en vano, ya que los parpados me pesan como si tuviera ladrillos en ellos.

Me encuentro somnolienta pero consigo mantenerme despierta, siento como me coge como si fuera una princesa y me coloca con todo el cuidado del mundo sobre su cama. Aun con los ojos cerrados sé que está sentado en la cama mirándome. Se debe pensar que estoy dormida, que su hechizo ha funcionado, pero no es así. El odio que estoy acumulando consigue mantenerme consciente.

Intento moverme pero me es imposible. Consigo mover los dedos de la mano más cercana a Yuri. Siento un terrible dolor dentro de mi cuando pongo todas mis fuerzas en mover la mano entera y finalmente lo logro. Cojo la muñeca de Yuri y la aprieto con fuerza mientras él se sorprende al ver que su encantamiento no ha tenido ningún efecto en mí. Solo con su contacto me noto más viva, y siento como el odio que tengo retenido en mi interior recorre cada molécula de mi ser y va directamente a la zona donde toco a Yuri. Empiezo a notar como me quema la mano y la cara de horror de él me hace pensar que también lo siente.

Da un rápido tirón y consigue deshacerse de mi agarre.

- ¿Qué haces?¿Cómo has hecho eso?- pregunta con más miedo que curiosidad.

No sé porque lo hago, pero sé que funcionará. Alzo una mano y mi poder sale de la palma para impactar sobre Yuri. Cae de culo sin esperárselo apenas, me mira con terror y eso hace que me enfurezca aún más. El cazador cazado ¿Qué se sentirá? Me acerco más a él y me arrodillo. Coloco mi cara muy cerca de la suya, dan ganas de besarlo, pero la Valentina que control ahora este cuerpo no es la Valentina de siempre, es una más fuerte y llena de odio y energía.

Le toco su mejilla no con cariño, si no con la mentalidad de un lobo que contempla su presa. Estoy decidida a dar el golpe, expulsar todo mi poder contra él y ver como se desvanece en cenizas.

Pero entonces todo sucede muy rápido, coloca sus manos en mi cara y la acerca a la suya y me besa. En un primer momento sé que está haciendo eso para salvarse de su muerte inminente, pero ese beso es tan dulce que me hace replantearme que pueda ser actuado.

Siento sus labios contra los míos, y como el odio deja paso al placer y al deseo. Sus manos se apartan de mi cara y me agarran de las caderas obligándome a sentarme sobre él. La sensación de su piel contra la mía es indescriptible y hace que mi mente se quede en blanco. Comienza a subirme el vestido para colocar sus manos sobre mis muslos. Yo le levanto la camiseta con la misma naturalidad y toco ese cuerpo que tantas veces había soñado con tocar. Va inclinándose hacia atrás y yo me coloco encima suyo sin ningún pudor. Sus caricias me hacen sentir mariposas en el estómago y sé que no estoy actuando como debería actuar, que me está engañando como a Marian, pero todos esos pensamientos se evaporan cuando dice:

- Te quiero Valentina, no lo olvides nunca.

La casa de muñecas (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora