🪶CAPÍTULO 37: Entre cenizas 🪶

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Ambas caen bruscamente en el suelo, luchando entre ellas. A la distancia, un ser observa todo con atención, oculto entre las sombras de los pinos. Una ligera sonrisa se curva en sus labios, y con un movimiento de mano, hace aparecer la rosa entre las manos de ambas mujeres, cortando su piel, y tan pronto la sangre hace contacto con la frialdad de la rosa, esta libera un destello de luz, e inmediatamente desaparecen.

Calix sintió ardor por todo el cuerpo al ser teletransportada en medio de un lugar lleno de rosas rojas. Volteo hacia su mano izquierda, al sentir un dolor palpitante en esa área, encontrándose con la rosa de cristal en su mano, la cual tenía un tono rojizo.

¿Cómo es que había llegado a ella sin llamarla? Al parecer, algo más grande estaba sucediendo, y lo que había descubierto hasta ahora solo era una pieza del rompecabezas.

Rubí se acerca a ella, y le quita la rosa, para luego regalarle una sonrisa burlona. Desviando la mirada de Calix, la concentra en las rosas que rodean a la chica, las cuales comienzan a estirar los tallos, convirtiéndose en látigos, que se enrollan en la muñeca de Calix, enterrándose las espinas en su piel.

Calix se retuerce ante el dolor. Se queja, cuando un látigo se enrolla en su cuello, y clava sus espinas en ese lugar, volviendo el dolor más intenso en esa parte. Cuando los látigos comienzan a enrollarse en sus piernas, estas pierden movilidad, junto con el resto de su cuerpo, el cual comienza a ser enterrado bajo las rosas.

Rubí le mira divertida, al ver como poco a poco empieza a quedarse sin oxígeno ante la fuerza que ejercen los látigos.

Intenta concentrarse en busca de una manera de salir de aquí, pero el dolor le nubla la mente. Cerrando los ojos, se forzó a sí misma a encender sus manos, las cuales rápidamente fueron decoradas con el fuego gris, consumiendo su cárcel.

Levantándose entre las cenizas, se dirige a Rubí, quien retrocede atemorizada ante las llamas de su mano. Pero Calix no se detiene hasta sujetarla fuertemente del brazo, pero antes de que la llama haga contacto con su piel, la apaga. Rubí cae de rodillas frente a ella ante la fuerza que la chica ejerce en su agarre. Sin ninguna expresión en su rostro, le arrebata la rosa de la mano, la cual al hacer contacto con ella le muestra una visión.

La mujer gritó, pero imposible ver su rostro ante el cabello que lo cubría, luego hubo un llanto, y ante ella se reveló un recién nacido manchado con algo de sangre. La anciana que lo sostenía, lo acerco a una mujer, no pudo ver su rostro, pero portaba un anillo en su dedo índice con una piedra verde.

—Nunca lograrás escapar de tu destino —escucha decir a Rubí al salir de la visión —estás destinada a la desgracia e infelicidad, destinada a destruir todo lo que tocas o amas —expone —y acabar con la vida de estos.

Otra visión llega a Calix, por lo que mira en dirección al camino que le mostró la visión, para luego avanzar hacia ella. Pero al adentrarse al oscuro, frío y tenebroso bosque, ve la silueta de una mujer avanzar por él, la cual parecía brillar levemente. La sigue. Pero cuanto más se adentra al bosque, la mujer desaparece de su vista. Confundida, deja viajar la mirada por su alrededor.

—¿Por qué me sigues? —la piel se le eriza ante la voz de la mujer.

Girándose lentamente, contemplo a la mujer de cabello negro y ojos azules, con un vestido azul que parece desprender un tipo de brillo.

—Yo...

—Este lugar es muy peligroso para una chica —dice, interrumpiéndola.

—Tú eres una chica —señala Calix.

—Eso se podría decir —comenta —en parte, lo soy —agrega.

—¿Quién eres? —pregunta. Su mirada es tan intensa que Calix siente que atraviesa su alma.

—Solo soy un alma retenida en este bosque —contesta —. Tengo una deuda pendiente que me mantiene encarcelada en este lugar —pasa su vista por el bosque.

—¿Cuál? —pregunta curiosa.

—¿No crees que las preguntas las debería hacer yo? —expone —¿Cuál es tu nombre?

—Calix.

—Pues déjame decirte, Calix, que deberías marcharte de este lugar, quien entra aquí difícilmente sale vivo —advierte.

—No puedo hacerlo, tengo una misión que cumplir —se acerca a ella.

—No hay nada más importante que la vida —tenerla tan cerca, le provoca escalofríos.

Jamás en su vida había visto fantasmas, menos tenido una conversación con uno de ellos, por lo que en este momento se sentía aterrada.

Un fuerte aire comenzó a correr, zangoloteando las copas de los pinos.

—El tiempo se acaba —murmura la mujer —. Ellos no tardan en aparecer.

—¿Quiénes? —pregunto confundida.

—Las bestias —dice —, seres demoniacos que matan sin piedad —comunica —. Justo allá —señala dos troncos de pinos unidos, formando una puerta —a las 2:00 a.m. se abre el portal para que ellos entren al mundo mágico.

—Entonces, ayúdame a encontrar un lugar, antes de que se me acabe el tiempo, no hay nadie mejor que tú para ayudarme a encontrarlo, siendo un alma en pena.

Sin obtener respuesta de su parte, comienza a ponerse ansiosa.

—Solo necesito ir al jardín de las rosas cristalinas —pronuncia.

Su atención es atraída de nuevo a ella.

—Por favor, ayúdame —la mujer le mira curiosa.

—Es demasiado tarde, ellos están aquí —informa.

Calix observa como en medio del portal se dibuja una estrella, y los troncos que conforman la puerta se llenan de fuego. Con una leve explosión, el centro del portal se torna de un color negro azulejo, abriéndole paso al primer demonio.

Un perro con cuernos se revela ante ella. Calix retrocede, deseando que no se dé cuenta de su presencia.

—Tranquila, trata de controlar tu miedo, ellos pueden olerlo —observa como el demonio se muestra inquieto y mira a todos lados.

Obedeciéndola, intenta tranquilizarse, pero al ver salir otro demonio del portal, con la apariencia de gorila desfigurado, la hace temer.

Atrayendo la vista del demonio lobuno, su corazón se acelera.

—Corre —ordena el fantasma. Calix obedece inmediatamente.

Podía escuchar detrás de ella el gruñido del demonio y sus patas tocar el suelo, pero se obligó a no voltear atrás. Sin fijarse por dónde iba, tropezó, cayendo al suelo.

El demonio disminuyó su velocidad, y se acercó a ella feroz, mostrando sus puntiagudos colmillos. Pero antes de poder atacarla, el fantasma se atravesó en su camino.

—¡Corre! —le grita el fantasma.

La chica ve como el demonio le gruñe a la mujer, delatando la irritación que le causa su presencia.

—¡Ahora! —grita de nuevo la mujer, sacándola del shock.

GRACIAS POR LEERME 

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Mi Secreto: La Rosa De Cristal. (Libro I)⭐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora