🪶CAPÍTULO 21: La corte real de las hadas🪶

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Se impactó contra algo que la hizo tropezar y caer al suelo. Un poco adolorida, sobo las muñecas de sus manos.

El lugar en donde estaba era reducido y oscuro, por lo que le basto un segundo para darse cuenta de que no estaba en su habitación.

Poniéndose de pie con mucho cuidado, busco la puerta, encontrándola frente a ella. Con un poco de nerviosismo y temor a lo que fuera a encontrar, la abrió.

Un pasillo desolado fue el que le dio la bienvenida. Se suponía que tenía que teletransportarse a su cuarto, no a la escuela.

Saliendo del cuarto del conserje, avanzo a la salida.

Afuera de la escuela, un aire helado corría que calaba hasta los huesos. Haciéndola temblar de pies a cabeza, provocándole dolor muscular, debido a que solo llevaba puesto el uniforme de deporte.

Al sentir que algo cálido caía sobre sus hombros, se detuvo y miró al ser, del cual no se había percatado ante lo hundida que estaba en sus pensamientos.

—Está haciendo mucho frío esta noche, ¿no? —dijo Flynn.

Calix apartó de su cuerpo la chaqueta, y se la entrego, al ver que no la tomaba, la dejo caer en el suelo, para seguido continuar con su camino.

Ariel contempló con interés la escena.

—Ella no volverá a confiar en él, ¿no? —Preguntó Lailah a su lado.

—No importa, ya no lo necesito —menciona.

—Pensé que era tu amigo —expuso con cierta inquietud.

—En este mundo nadie en tu amigo Lailah—dijo, para seguido avanzar por el bosque.

—Si es así, entonces que soy yo —Ariel se detuvo y la volteo a ver.

—Una colega —respondió.

Lailah, se quedó de pie, observándolo hasta que se perdió entre la oscuridad del bosque.

Pero al sentir una presencia extraña, regreso tu atención a Flynn, en donde vio un ser encapuchado frente a él. Con interés, se acercó un poco más, alcanzando a ver el logo que tenía en la manga.

—La corte real de las hadas —murmuro, e inmediatamente el ser volteo en su dirección, por lo que se ocultó rápidamente detrás del tronco del pino.

Permaneció inmóvil, esperando el momento seguro para salir. Los ángeles eran seres poderosos, cuando vivían en los cielos, pero uno que tiene años en la tierra era blanco fácil, quizá fuerte, pero no lo suficiente para enfrentar a un hada perteneciente a la corte, las cuales se caracterizaban por ser letales, pero sobre todos leales a su reino y justicieros de todo acto que consideren inicuo.

—Ya puedes salir —escucho decir a Flynn—. También les temes, ¿no? —Preguntó, cuando esta salió de su escondite.

—No he llevado un buen camino desde que baje de los cielos, por lo que no dudo estar en su lista, al final fui quien perdió una de las reinas, el hecho que odien a los ángeles no ayuda mucho —murmuró.

—No fuiste la única que no hizo bien su trabajo respecto a los reinos —agrega el hada.

—¿Por qué un letal vino a verte? —El hada le mostró el sobre en su mano—. ¿Fuiste citado?

—Quita esa cara, ya estoy lo suficiente preocupado —menciona—. Pero está bien, yo me busqué esto. Por lo tanto, quiero pedirte un favor. —El ángel lo miró con duda.

—Yo...

—Necesito que cuides de Calix ante mi ausencia, de seguro me encerraran por un tiempo —dijo seguro—. Han pasado años, pero aún siguen interesados en mí para pertenecer a los letal —al ver que Lailah iba a decir algo, hablo de nuevo—. No puedes negarte, ambos se lo debemos después de haberla engañado por tanto tiempo por alguien que al final solo nos utilizó.

—Quiero remediar mi error, pero sabes que no puedo, ellos...

—No te estoy pidiendo que impidas que no la maten, es una orden superior, hacerlo te metería en problemas, solo pido que la mantengas vigilada, ella es poderosa, pero inútil al no saber cómo manejar adecuadamente su poder, pero, aun así, temo que haga algo de lo que luego se arrepienta.

—Puedes sentir la oscuridad también cuando estás cerca de ella, ¿no? —Preguntó el ángel.

—Solo hagamos las cosas bien a partir de hoy —fue su única repuesta—. Nos vemos —dijo, alejándose.

Siempre había sentido esa parte oscura en Calix, pero nunca le tomó importancia, pues él también tenía algo de oscuridad en él, y eso no lo definía como tenebris, pues sentía también su luz, pero esa noche, cuando la atacaron, pudo sentir la maldad en ella, palpitante, fuerte, con la capacidad de destruir todo a su alcance, y el fuego, ese fuego gris que portaba solo era una prueba de lo peligrosa que podía ser.

🪶🪶🪶

La oscuridad y soledad la recibieron de golpe, haciendo ver la casa tan escalofriante y deprimente. O tal vez solo era ella que se encontraba atemorizada al sentirse sola.

Subió las escaleras lentamente hacia la habitación, la cual la lleno de sorpresa, tan solo vio que sus cosas habían desaparecido y sido remplazas por las de Miguel. Al parecer no solo había sido borrada de la memoria de sus padres, también se había convertido en alguien inexistente para el mundo, pero ¿Cómo?

El recuerdo del porqué había regresado a casa, la hizo salir del trance en que se había hundido, y corrió hacia el closet, en donde había guardado la rosa en un cofre.

Pero al abrirlo no estaba, el cofre no estaba. Desesperaba, comenzó a buscarla por todos lados, había perdido tanto a causa de esa maldita rosa, para ahora no tenerla en sus manos.

—¡Maldita sea! —Exclamo frustrada.

Se llevó las manos a la cabeza y dejo caer al suelo.

El sonido de unos zapatos la hizo levantar la mirada del suelo y ver a quien había entrado a la habitación.

—Parece que paso un tornado por el lugar —murmuró, dejando viajar la mirada por la habitación, hasta llegar a ella. Le sonrió—. Buscas esto —saca de su chaqueta la rosa de cristal.

Calix mira el objeto en sus manos.

—Cómo...

—Los lazos de sangre son fuerte —dijo Axel, algo que ella no logra comprender—. Tómala, aún te falta una misión que cumplir —le ofrece la rosa.

Calix se puso de pie, y sostiene la rosa, la cual brilla a su tacto.

—Muchos dirán que no te pertenece, pero solo mira, ella brilla contigo, y es por quién eres.

—¿De qué misión hablas? —Preguntó confundida.

—Te he dicho que la rosa sabe quién eres, y por ello te ha elegido, ¿y tú pregunta sobre la misión? —Sonrió —. Está bien, aun así, no puedo hablarte de ella, pero alguien más lo hará, ahora vete, no estas seguras aquí.

—No tengo a donde ir Axel —expuso la chica.

—Todos en algún momento no sabemos a dónde ir, pero no te preocupes, estarás bien, confió en tu perseverancia. Pero si te hace sentir mejor, estaré al final del camino.

—No lo entiendo.

—No es necesario que lo hagas, cuando llegue su momento lo comprenderás, ahora vete, y no pierdas más tiempo —dicho eso, desapareció. A Calix no le quedó más remedio que hacer lo mismo.

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Mi Secreto: La Rosa De Cristal. (Libro I)⭐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora