🪶CAPÍTULO 36: Cuarto portal🪶

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Calix deja viajar la mirada por el lugar, en busca del portal, pero lo único que la rodea es una oscuridad inquietante. Elevando la mirada al cielo, observa que está realmente hermoso, con la luna brillando más que nunca.

Tomando lugar en el suelo revisa la chaqueta, para comprobar que este el collar, el cual coloca en su cuello. Ahora que Ariel no estaba a su lado, no corría el riesgo de que le quitara la cadena tan pronto la viera.

Soltando un suspiro, se recargo en la roca que está a su espalda, pero en vez de que la roca la sostenga, la atravesó. Permanece inmóvil, contemplando el cielo iluminado, con el sol en su punto medio. Sentándose de nuevo, le da la bienvenida la oscura noche y el cielo estrellado.

Confusa, miro la roca. Armándome de valor para comprobar si es un portal, estira la mano, pero en vez de que esta repose en la roca, la atraviesa y eso comprueba su sospecha, la roca es un portal.

Al cruzar el portal, la noche queda atrás. Curiosa, observa a detalle el nuevo lugar que la rodea, que parece no tener ningún peligro, pero como dice el dicho, las apariencias engañan.

Sin saber a dónde dirigirse, comenzó a caminar sin rumbo fijo en busca del siguiente portal. Pero después de caminar por mucho tiempo, cae al suelo, deshidratada y hambrienta, eso sin mencionar el dolor palpitante en sus piernas y cabeza.

Mirando el cielo, comprueba que está a punto de oscurecer y que debe encontrar lo más antes posibles un refugio, para no volverse presa fácil para los demonios. Por lo que, con mucho esfuerzo, se pone de pie y continua con su camino.

Mientras se recarga en un árbol por tercera vez para descansar, no deja de pensar en la mala idea de venir sola a un lugar desconocido, pero no había tenía otra opción.

Apartándose del árbol, intento dar otro paso, pero inmediatamente se mareo. Esta tan deshidratada que continuar parecía algo imposible, pero no podía darse por vencida, tenía que seguir.

A la distancia, le parece divisar una cabaña, de la cual sale humo de la chimenea, por lo que intenta ir hacia ella. Pero cuando estaba a tan solo unos metros de la cabaña, cae al suelo. Lo último que vio antes de caer en la completa oscuridad, fue una silueta humanoide.

Corría por el bosque, huyendo de alguien, pero no sabía de quién. Se detuvo de golpe al ver un acantilado.

Bajo la mirada a su mano al sentir un ardor, encontrándose con la rosa de cristal.

—Calix, cariño, dame lo que me pertenece por derecho —levantando la mirada, contemplo la figura de una mujer, oculta entre las sombras de los pinos.

Sin responderle, comenzó a retroceder, mientras aquella mujer daba pasos hacia ella, trayendo consigo las sombras, las cuales ocultaban su rostro.

—Pero si no lo haces... tendrás que morir para que pueda obtenerlo —sintió un fuerte golpe en su pecho, que la hizo caer al vacío.

Calix despertó sobresaltada, con el dolor palpitante en su pecho.

—¿Estas bien? —preguntó alguien, inquieta, dejo viajar la mirada por la habitación.

La detuvo cuando se encontró con la mirada azul de Axel en la puerta.

—¿Te encuentras bien? —–repite.

—Axel —dijo la chica con sorpresa.

—Te veré al final del camino, ¿recuerdas?

—No lo entiendo, tu...

—Debes estar hambrienta, sígueme, he preparado algunas cosas para ti —dice, alejándose de la puerta.

Mi Secreto: La Rosa De Cristal. (Libro I)⭐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora