🪶CAPÍTULO 34: Llegada inesperada🪶

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—Calix —alguien la llamo, en medio de toda aquella oscuridad que la rodeaba —Calix.

Al girarse, queda petrificada al ver Azul con un vestido azul, tan largo que cubre sus pies. La tela parecía ser tan liviana que parece que al dirigirse a ella flota.

—Impresionante, ¿no? —mirando a su costado, se encuentra con Esteban —¿Te gustó? —pregunta.

—No, es espeluznante y retorcido —él rio.

—Vaya, cuanto desprecio hacia ti misma.

—Yo no soy Azul, aunque lo parezca, no lo soy —expone. La sonrisa del chico se borra.

—Parece que estás pasando por algún conflicto interno —murmura.

—¿Quieres decirme algo?, o porque invades mi sueño —pregunta bruscamente.

—¿Sabes?, antes siempre sonreías y mostrabas lo mejor de ti, tu alma brillaba tanto como una estrella o el sol mismo, pero ahora eres diferente, no te dejas ver por nadie, ocultas tu luz —da un paso a ella, colocando su mano en la mejilla de la chica —. ¿A qué le temes Calix?

—No le temo a nada —aparta la mano de Esteban.

—¿No confías en mí?

—Porque tendría que hacerlo, no te conozco —expone.

—Si me conoces, y muy bien, es solo que no lo recuerdas —Calix pudo percibir la tristeza en aquellas palabras.

—Entonces ayúdame a recordar que papel desempeñaste en mi vida —dio un paso a él, deseosa de saber un poco más de su pasado que no tuviera que ver con Ariel.

—Calix, yo...

De repente siente que algo tira de ella, alejándola de Esteban.

—Calix, despierta.

Al abrir los ojos se encuentra con Ariel, quien luce molesto.

—¿Qué pasa? —preguntó con voz ronca, pero al ver a Anyi y Flynn detrás de él se puso de pie —¿Qué diablos hacen aquí?

—Es lo mismo que a mí me gustaría saber —murmuro Ariel.

—Pensamos que necesitabas ayuda —dice Anyi, sin apartar la mirada del ángel.

Pero en vez de escuchar a Anyi, su atención estaba sobre Flynn, quien tiene el rostro demacrado y decorado con tonos verdes y morados.

—Es una larga historia —dijo el chico, al ver la inquietud de Calix por su imagen.

—No debieron haber venido —expuso Calix, recuperándose de la impresión del hada.

Que estuvieran aquí, fingiendo preocupación, no justificaba nada, cada uno de ellos le habían mentido y ocultado cosas.

—Nadie debía estar aquí, esta es su misión —se escucha una voz proveniente de la esquina más oscura de la cueva.

Al escuchar aquella voz masculina y antes de que saliera de la oscuridad ya sabía quién era.

—Esteban.

Él le regala una pequeña sonrisa y rápidamente imágenes aparecen en su mente.

Imágenes en donde Esteban siempre se encontraba a su lado, sonriendo de manera cariñosa. Las imágenes pasaban tan rápido por su cabeza, que se sintió abrumada.

Cuando estuvo lo suficiente cerca de él, lo abrazo, tomándolo de sorpresa. Él era mi hermano.

—Gracias —murmura, al compartir sus recuerdos con ella. Él se relaja correspondiendo el abrazo.

Al apartarse de él, se percata de la intención de Anyi, por lo que interviene.

—Él jamás me haría daño —expone.

—Intento matarme, incluso te secuestro.

—Solo intenté protegerla, pero a mi manera, y lo sabes Anyi.

—Aun así, él no debería estar aquí —menciona Ariel.

—Ninguno debería —dice Estaban —. Pero parece que nada los detiene en seguir utilizando a Calix.

Cada uno de ellos lo contemplaron con ira, era más que obvio que se conocían desde hace años, y existía una gran rivalidad entre ellos.

—¿Por qué estás aquí Esteban? —pregunta Calix, mientras avanzan por el bosque en busca del cuarto portal

—¿No quieres que esté aquí?

Le dedica una mirada. Resultaba difícil decir lo que sentía, cuando había creado un escudo para protegerse de traiciones, y ahora que deseaba bajarlo un poco, para decirle su sentir, le resultaba difícil. Pero, realmente, de que le había servido crear ese escudo para protegerse, si al final de igual manera fue lastimada y traicionada.

Esteban la toma de la mano, haciéndola detener.

—Calix —se coloca frente a ella —sé qué has pasado por mucho, y realmente me siento culpable por ello, porque no estuve ahí para protegerte, ni en el pasado ni en el presente —expone —. Cometí muchos errores en el pasado, que me atormentan hasta la actualidad. Estaba cansado de todo, mi vida había dejado de tener sentido al límite de desear mi muerte, hasta esa noche que te volví a ver —sonríe —. Fue justo en ese momento, que deseé por primera vez hacer las cosas bien. En ti no vi la oportunidad de enmendar mis errores y liberarme de mis culpas, sino la oportunidad de protegerte como no lo hice en el pasado, de darte el derecho de tener una larga vida, sin importar que tenga que dar la mía para tu bienestar.

Sin poder evitarlo, Calix se lanza a sus brazos, aferrándose a él, al ser la única persona que le quedaba y podía llamar familia. Quizá se negaba a aceptar que era Azul, pero no podía negar ser hermana de Esteban, quizá era ilógico, pero se sentía tan sola en el mundo, que necesitaba a alguien a quien aferrarse, alguien que la hiciera ver que no estaba sola.

—No quiero perderte —confiesa —ya he perdido suficiente —él acaricia su espalda.

—Lo se Calix, lo sé —dijo.

—Calix, podemos hablar —la chica se aparta de su hermano y contempla a Ariel.

Al ver que comienza a alejarse, se dispone a seguirlo, pero Esteban la detiene del brazo. Calix le mira confundida.

—Él no es de confiar —expone.

—Lo sé, pero necesito saber que quiere. —Lo ve torcer la boca, pero al final la libero—. Volveré pronto —tranquiliza.

GRACIAS POR LEERME

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Mi Secreto: La Rosa De Cristal. (Libro I)⭐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora