Mi Secreto: La Rosa De Cristal. (Libro I)⭐

🪶CAPÍTULO 38: El jardín🪶

Calix se levantó del suelo y corrió de nuevo, visualizando un rayo de luz, fue hacia él. Tan pronto atravesó los arbustos, un acantilado se revela ante ella. Cubrió sus ojos ante los fuertes rayos del sol. Al bajar la mirada al pasto, le sorprende ver pequeños capullos de cristal.

—¿Estás bien? —mira en dirección de donde provino la voz.

—Gracias —fue su única repuesta — ¿Qué paso? Me lo imaginaba lleno de rosas de cristal.

—Es una larga historia —murmura la mujer.

Por un momento, se siente afligida por la tristeza tan repentina que delata sus ojos.

—¿Por qué querías llegar a este lugar? —interroga el fantasma.

—Necesitaba regresar esto —le muestra la rosa.

—¿Cómo la has conseguido? —la admira con sorpresa.

—Ella solo llegó a mí, en una noche de tormenta —expone, recordando aquel día.

—Debes de ser muy especial como para que ella te haya elegido —menciona.

—¿Es por ella que estás aquí encarcelada?

—Hace tiempo, llego a mí de la misma manera, en medio de una tormenta —cuenta —pero antes de que pudiera regresarla... —Mira sus manos —. Creo que ya te imaginas cómo termina todo.

—Lo siento.

—No lo sientas, yo ya llevo años haciéndolo —le sonríe —. Creo que ha sido suficiente —asegura —es hora de descansar.

—¿Qué es lo que tengo que hacer, para agradecerte por salvar mi vida?

—Lo único que tienes que hacer, es plantar esa rosa y liberarme —señala un hueco en el centro del jardín.

Calix avanzo hacia él, y cuando estuvo lo suficiente cerca, la rosa brillo con más intensidad.

Arrodillándose en el suelo, clavo la rosa, la cual perdió su tonalidad azul y se transforma en dorada.

—Gracias, Azul —dice la mujer, mientras comienza a desvanecerse —mamá te lo agradece. Cuida de ti pequeña, aprovecha esta segunda oportunidad.

Justo al decir aquellas palabras, los recuerdos la llegan de golpe. Ahora entendía por qué su rostro le había resultado familiar.

Cubrió sus ojos cuando la rosa radio una luz intensa hacia el cielo. Levándose del suelo, se apartó de ella.

Poco a poco, la luz comenzó a consumirse, permitiéndole ver al otro lado a Rubí.

—Los arcángeles y yo sabemos que eres la desgracia del mundo mágico —exclamo —. ¡Eres el error de la vida!, ¡y por ello estás destinada a morir!

Se abalanzó sobre ella, antes de poder reaccionar, cayó por el acantilado. Entre medio de un cielo teñido de un rojo y naranja opaco.

Mientras caían, forcejeo con ella, al ver que le colocaba algo en la muñeca, para seguido teletransportarse. Intento hacer lo mismo, teletransportarse, pero por alguna razón no logra que su poder funcione.

Nunca pensó que esto terminara así, nunca pensó que moriría de esta manera, ni siquiera lo imagino, existiendo tantas maneras de morir, nunca pasó por su mente que esta sería una. Pensó en los momentos felices que paso con su familia, esos momentos que jamás olvidara, momento que marcaron su vida.

Deseo jamás haber vivido esto, jamás haber sabido que sus padres no eran sus padres, deseo nunca haber ido al bosque a causa de su maldita curiosidad y ver como esa rosa aparecía frente a ella, deseo nunca haber tenido que hacer esta misión.

No estaba preparada para morir, pero ¿quién lo estaba?, la vida era injusta, pero más la muerte, quien parecía seleccionar por diversión.

Cerrando los ojos, se preparó para la muerte, una que no aceptaba, pero ¿acaso existía otra opción?

De pronto sintió como su cuerpo era invadido por un calor intenso, como si por sus venas corriera lava y su piel ardiera en llamas. El cuerpo de la chica desprendió un brillo que ilumino el cielo, dejándola inconsciente.

La naturaleza contempló la escena, recargado en el tronco de un pino, mientras una sonrisa curvaba sus labios.

—Ha llegado la hora —murmuro, pasa seguido enderezarse y alejarse de ahí.