🪶CAPÍTULO 31: Tres recuerdos significativos🪶

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Despertó sobresaltada, gritando su nombre.

—Calix, tranquila —Ariel la tomó de las manos, para que deje de moverse—. Ha sido solo un sueño.

Ella se liberó suavemente de su agarre, guardando distancia entre ambos.

—¿A dónde estamos? —Preguntó.

—En una cueva —respondió, mirando hacia la entrada de esta.

Siguiendo su vista, descubre que afuera se estaba desatando una tormenta, lo que la hizo recordar el sueño y mirar de nuevo a Ariel.

—¿Pasa algo?

Sin darle repuesta, concentra su atención en la manta que le cubre la mitad del cuerpo.

—¿De dónde la has sacado? —Señaló la manta.

—La he encontrado aquí, junto con esa bolsa. Supongo que ella la dejó para emergencias —agrega, mirando la bolsa al lado de la fogata.

—¿Te refieres a Azul? —Él asiente.

—Le gustaba venir a este lugar, aunque me prohibía adentrarme a la cueva, decía que era peligroso.

—¿Tú la amabas? —Preguntó, al recordar la visión de Anyi y Azul.

Esteban decía que ella era Azul, pero Calix no lo sentía así. Pero si estaba en lo cierto, eso significa que Ariel estaba por ella aquí. Y aunque Esteban dijera que ella sentía algo por Ariel, lo podía en duda.

—En mi visión, ella le confeso a Anyi que le dijiste que la amabas, ¿era verdad?

—Pensé que, si dejaba de meterme en tu vida, tú dejarías de meterte en la mía —comenta, dedicándole una mirada.

—Solo tengo curiosidad —dice

—Como siempre —murmura Ariel.

—Porque me gustaría saber si estas aquí, en busca de respuestas, porque la sigues amando, o solo es un plan para quitarme la rosa cuando me descuide.

Una sonrisa curvó los labios de Ariel, y puso de pie, avanzando a la fogata, metiendo más ramas secas.

—Deberías dormir un poco, mañana buscaremos el siguiente portal.

—¿Cómo murió ella? —Continuo con las preguntas.

—¿Quién te dijo que murió? —La volteo a ver.

—No es difícil adivinarlo —responde.

No deseaba decirle quien era en realidad, o las pesadillas que tenía en donde sentía morir ardiendo en llamas.

Espero a que Ariel dijera algo, pero guardo silencio.

Rendida, se acuesta de nuevo.

—¿Sabes?, a veces es bueno hablar del pasado, para comenzar a vivir el presente, y aceptar la realidad de las cosas para seguir adelante.

—He seguido adelante desde hace más de tres siglos —dijo—. Culpándome por su muerte —agrega.

Calix lo contempló con interés.

—¿Fue tu culpa que ella muriera? —Preguntó. Ariel niega.

—No, pero no llegue a tiempo para salvarla —murmuró, mirando sus manos—. Hace tres siglos arruiné mi misión, perdí mi lugar en el paraíso, pero vagar en este mundo no fue mi condena, sino el hecho de no tenerla, de saber que murió esperándome. Eso es lo que en verdad me tormenta.

Lagrimas comenzaron a brotar de los ojos de Calix, y al darse cuenta de ello, se apresuró a limpiarlas, confundida.

—Así que sí, sí la amé, y la sigo amando, no estoy contigo en esto solo por la rosa, también para saber por lo que tuvo que pasar sin mí, para entender si todo lo que hizo en verdad valió la pena —ríe—. Aunque creo que, con tu existencia y la rosa de vuelta, esta claro que no fue así.

Mi Secreto: La Rosa De Cristal. (Libro I)⭐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora