🪶CAPÍTULO 35: La flor🪶

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Después de unos minutos comienza a sentirme perdida al ver solo pinos y un suelo mohoso a su alrededor.

—¿Qué es esto? —la chica se sobresaltó ante la voz repentina.

Girándose, se encontró con Ariel, quien realmente lucia molesto.

—Ellos no deberían estar aquí —agrega, ante el silencio de la chica. ¿Por qué de pronto Calix me sentía intimidada por él? —¿Tú le dijiste a donde te encontrabas en algún momento en que no estaba presente? —pregunta.

—No.

—¿Sabes lo que significa eso?

—Que, si ellos me encontraron, Rubí también lo hará —menciona. Era uno de los pensamientos que más la había estado torturando desde que salieron de la cueva.

—Qué inteligente —le mira con fastidio ante su tono —. Tienes que deshacerte de ellos.

—En ese caso, también te irás. Porque no eres mejor que ellos Ariel, tu compañía realmente no hace la diferencia —el ángel apuña las manos, ante aquel comentario.

—Sin mí no hubieras llegado tan lejos —Calix ríe.

—Por favor, no has hecho nada más que ser un estorbo —expone.

—Te he protegido Calix.

—Si ese ha sido el caso, yo puedo hacerlo sola, nunca he necesitado a nadie en mi vida, y si algún día llego a necesitar a alguien, te puedo asegurar que no serás tú —dándole la espalda, fue en busca de los chicos.

¡Dios!, realmente Ariel la sacaba de quicio, como es que Azul llego a amar a un ser tan despreciable como él.

Al llegar con los chicos, estos la miran curiosos.

—¿De qué han hablado? —pregunta Flynn, al verla tomar lugar entre él y Esteban.

—Nada interesante.

—Tu cara muestra lo contrario —comenta —pareces enojada —le mira mal. Detestaba que hubiera tenido la oportunidad de conocerle bien a base de engaños.

Al ver a Ariel venir hacia ellos, enfoca su atención en Esteban.

—¿A dónde está Anyi? —Esteban, finge no escuchar la pregunta. Mientras, Flynn solo se encoge de hombros.

—De seguro fue a hacer algunos de sus hechizos —menciona Esteban, jugando con un palito en su mano —eso es lo que hacen las brujas de su tipo, elaborar hechizos para destruir la vida de los demás —el palito con el que jugaba se rompe en dos.

Calix se pone de pie.

—Iré a buscarla —anuncia, alejándome por el camino contrario, para no tener que cruzar con Ariel.

Mientras avanza por el bosque en busca de Anyi, se sumerge en un mar de pensamientos, asimilando y recordando cada palabra que le dijo a Ariel.

Debido a que un río le impedía el paso, se vio obligada a detenerse, debatiéndose en sí debía continuar o dar marcha atrás. Al final decide cruzarlo, ante la necesidad de estar más tiempo sola.

Al instante que sus pies tocan el agua, un escalofrío la invade, ignorándolo, continúo avanzando, pero se detiene de golpe cuando el agua llega a sus rodillas.

—¡Qué haces ahí! —escucha gritar a alguien detrás de ella.

Apartando la mirada del agua, voltea hacia atrás, encontrándose con Anyi, con un poco de leña entre sus brazos.

—¡Sal de ahí, no quiero que te enfermes! —ordena, como si fuera su madre.

—¡Bien! —obedece. Pero justamente cuando intenta ir hacia la orilla, algo se lo impide.

—¡Calix! —grita Anyi.

Por intuición, la chica mira hacia atrás, justo en el momento que el agua cobrar vida y la encierra en una esfera.

Intentó traspasar la pared de agua, pensando que podía salir de aquella prisión, pero se llevó una gran sorpresa al descubrir esta parecía estar hecha de vidrio en vez de agua.

Observo el suelo en busca de una piedra para romper la pared cuando se percató de la similitud que tenía con la rosa de cristal. Poniéndose de cuclillas, toca la textura, la cual brilla al instante ante su tacto, para luego desaparecer y caer a la nada, una nada que se convirtió en agua.

Calix nado a la superficie, tosiendo deliberadamente al salir del agua. Llevándose una mano al rostro, limpio los restos de agua que resbalaban por él.

Un poco confundida, miro su alrededor, no sabía exactamente a donde me estaba, a pesar de que el lugar resultara igual que el anterior.

Decidida averiguar qué pasa, avanza a la orilla, atravesando una neblina que la rodeaba e impedía ver claramente la orilla del río.

—Por fin has llegado —escucho decir una voz suave, al salir del río.

—Hola —saluda, volteando a todas partes.

—Aquí estoy —dice la voz que parece provenir de todos lados y a la vez de ninguno.

—¿Por qué te ocultas? —pregunta.

—Yo no me oculto, tú eres la que no te permites verme, conviviste tanto tiempo con el ser sin poder, que te volviste ciegos como ellos —menciona —. Pero re ayudaré a vernos —dice —. Cierra los ojos y ábrelos despacio, piensa que quieres ver lo que no puedes ver, deséalo, exige a tus ojos a ver más allá.

La chica obedece cada una de sus palabras. Por ello, al abrir los ojos se mostró sorprendida al ver un conjunto de personas con maquillajes extraños decorando su rostro.

Una de ellas, da un paso a Calix, permitiéndole ver más de cerca las figuras de los tonos fluorescentes que decoraban el rostro del hada.

—Bienvenida a la dimensión de las Hadas —le hacen una reverencia, algo que la confunde —. La guardiana Brindy me ha pedido que te busque —informa, al enderezarse.

—¿Por qué?

—Quería que te informara que debes tener mucho cuidado, porque las personas que están a tu alrededor podrían salir lastimada en el viaje, pero, sobre todo, que alguien te está siguiendo con la capacidad de destruir tu mundo —hace una pausa —. Ambas hemos deducido, que lo mejor es que hagas el viaje sola, porque ni siquiera un ángel puede sobrevivir a lo que se avecina.

—Bien, seguiré su consejo —dice, después de un breve silencio.

Extendiendo su brazo hacia ella con la mano abierta, hace aparecer una pequeña flor morada en su palma.

—Esta flor te ayudará a salir de aquí y transportarte al siguiente portal —informa —. No te preocupes por tus amigos, enviaremos a uno de los nuestros para informarles de lo sucedido.

Calix tomo la pequeña flor con cierta duda, y se la llevo a la boca. La flor inmediatamente se desasió al igual que todo su alrededor.   

GRACIAS LEERME

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Mi Secreto: La Rosa De Cristal. (Libro I)⭐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora