🪶CAPÍTULO 4: Un invernadero🪶

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Al llegar al invernadero, suelta un suspiro de alivio, solo aquí se sentía segura hasta de sí misma.

—Flynn —llama a su amigo. El cual hacia su servicio social en el invernadero al igual que ella—. Flynn —vuelve a llamar.

Al comprobar la ausencia de Flynn, deja resbalar la mochila por sus brazos, colocándola en el suelo, para seguido sacar un libro para matar el tiempo, y olvidarse, aunque sea solo por un momento de lo que había presenciado minutos atrás, pero se desvía de su objetivo al ver el yogurt que le ha dado Axel. Tomándolo, se dirige al lago artificial, sentándose en la orilla con las piernas cruzadas.

¿Qué sentía realmente por Axel?, y ¿Por qué sentía tanta curiosidad de él?

La imagen de aquel chico en el pasillo interrumpió en su mente, olvidándose de Axel.

¿Quién era ese chico y porque había despertado aquellas sensaciones en ella?

Frustrada, dejo el yogurt a su lado. No entendía lo que le pasaba, o por qué su día estaba yendo en picada.

Intentando enfriar su mente, observa con detalle el agua.

Inquieta y maravillada a la vez, ve cómo un chorro de agua que provenía del lago artificial se eleva, formando un lazo de agua que se curva y zigzaguea, moviéndose hacia donde es su voluntad. En ese momento, empiezan a aparecer más chorros, comenzando a entrelazarse unos con otros, formando una cadena trenzada sin tocarse entre sí.

Es tan grandioso y raro lo que puede llegar a hacer con solo concentrarse, que la asusta un poco.

La trenza de agua empieza a elevarse cada vez más, estando a solo unos pocos metros de tocar el techo. Sutilmente, hace un movimiento de mano para que se esparzan y rieguen cada maceta.

Fascinada por su destreza, contempla pasar un chorro de agua por encima de ella.

A pesar de que detestaba no ser normal, esto le resultaba divertido, de alguna manera le traía paz al alma, esa que rechazaba ante la culpa por disfrutar de estas cosas extrañas, pero que no evitaba hacer.

Flynn la contemplo detrás de una maceta de tulipanes. Le gustaba verla sonreír de esa manera, pero ella se empeñaba tanto en negar lo que es, que olvidaba lo bien que se sentía ser uno mismo.

—Impresionante, eso es nuevo.

Calix se sobresalta, perdiendo la concentración y el control del agua.

Algunos chorros cayeron en el piso del invernadero al no estar lo suficiente cerca del lago, chispeándola un poco. Pero esos no fueron los que la preocuparon, si no el que pasaba por encima de su cabeza, el cual cayó sobre ella tan rápido que no pudo reaccionar a tiempo y la termino de empapar.

Molesta, voltea a ver a Flynn.

—¡Flynn! —grita—. No vuelvas a hacer eso, me asustaste. —Sin importarle lo más mínimo lo que ha dicho, sigue riendo.

—Calix, Calix, perdiste tu concentración rápidamente —niega, parando de reír.

—¿De qué demonios hablas?, ¡Pensé que eras otra persona! —exclama.

En este mundo solo existía una persona que sabía su secreto, y es Flynn, por una simple razón, él es un hada.

Cuando sé lo confeso, no le creyó, pensó que solo le estaba jugando una mala broma, pero le mostró lo serio del asunto haciendo florecer de nuevo una rosa marchita. Le dijo que sabía que ella también era diferente, y eso casi le causa un infarto, pero le prometió que jamás se lo contaría a nadie. Desde entonces han sido inseparables.

Mi Secreto: La Rosa De Cristal. (Libro I)⭐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora