Capítulo 1: Fresas

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Pero el aroma a estofado de conejo, que hervía en una olla en la cocina de Hazelle, cuando fui por la ropa un día me hizo preguntarme de dónde lo sacaron, dudaba que lo hubieran comprado en la carnicería de Rooba, no les alcanzaba para carne a los Hawthorne. Y aunque trabajes por comida, no te pagan con conejos a cambio. Otro día que fui con Hannah a dejar una carga para lavado, nos topamos con Gale, venía del otro lado de la Veta y traía un bolso. Tropezó y al abrirse el bolso rodaron tres conejos y unas cuantas manzanas. Por la cara de susto que puso mientras recogía todo con prisa, supe que no las había comprado en el mercado tampoco. En otra ocasión fui a la Pradera a cortar flores para los jarrones y alegrar un poco a mi deprimida madre. Esa vez pude ver cómo Gale se deslizaba con agilidad por entre los alambres de la valla, pasaba varias horas al día sin electricidad. Llevaba el mismo bolso del otro día, cerrado muy apretado. No me vio y lo seguí a su casa, pero desde muy lejos, fingiendo que buscaba flores en el camino. Cuando Hazelle le hizo señas de saludo desde el fregadero fuera de la casa, Gale sonrió, y mirando primero a todos lados, sacó del bolso un par de gordos pavos que hizo sonreír a su madre también. Yo estaba escondida detrás de un enorme tambor lleno de agua a tres casas de la suya y me alegré pero también me asusté por él y su familia, si lo descubrían, lo matarían de un balazo.

Admiraba su valentía. También estaba encandilada con su estampa: alto y moreno, delgado pero fuerte, el pelo negro como el carbón, unos bellos ojos grises que contrastaban con su piel aceitunada. Los rasgos de su rostro parecían tallados a mano como esas antiguas estatuas del Edificio de Justicia. Soñaba despierta con él y no era la única. Varias chicas del colegio, fueran hijas de comerciantes o de humildes mineros, empezaron a posar sus ojos en Gale Hawthorne.

Sin embargo, yo era invisible para él. No se fijaba en mí, porque a los meses de morir su padre y luego de ir yo varias veces a la Veta (siempre me ofrecía a llevar o buscar yo la ropa cuando Zira se pescaba una gripe) o a la Pradera para cortar flores, descubrí que Katniss también traspasaba la valla e ingresaba a aquel bosque prohibido. Desde entonces empecé a verlos no sólo regresar juntos del bosque con los bolsos llenos, también se veían en los recreos y hacían juntos el camino a la escuela del distrito.

Poco antes que Katniss empezara a cazar hubo un incidente que la marcó mucho, yo fui testigo casual y quedé muy impactada. Era un día de lluvia, muy frío además, no sólo llovía a cántaros si no que salía vapor de la boca al exhalar el aire. Si la temperatura seguía bajando, pronto la lluvia se convertiría en copos de nieve. Yo venía saliendo de la farmacia, las mucamas estaban ocupadas y fui por una de las medicinas que toma mamá para sus fuertes dolores de cabeza. Abrí el paraguas y empecé a caminar bajo esa lluvia torrencial cuando vi a Katniss, toda mojada, estaba hurgando los tarros de basura en los patios traseros de las tiendas. Me dolió en el alma ver a un ser humano buscando algo de comer en un basurero. Debía estar muy hambrienta y desesperada. La señora del panadero la descubrió y la echó con muy malos modales. Pensaba en acercarme a ella y ofrecerle dinero, me quedaba bastante del vuelto y podía reponerlo con mi mesada sin que mis padres supieran, o bien pensaba que podía llevarla a casa y regalarle algo de la despensa, en mi casa nunca nos falta qué comer y mi madre no se fija si hay de menos o demás, vive ausente de los quehaceres domésticos. En eso estaba pensando cuando Peeta Mellark, el menor de los tres hijos del panadero, salió por la puerta trasera cargando dos barras de pan quemadas. Segundos antes se escuchó un golpe metálico y su madre gritaba porque se le había caído el pan directo al fogón. Supongo que él había visto a Katniss buscando en la basura, igual que yo, porque apenas la miró pero luego de darle un poco de la corteza quemada del pan a los cerdos, le arrojó ambas barras a Katniss, sin decir nada, se dio la vuelta y entró de nuevo en la panadería. De todos modos iba a acercarme a ella y ofrecerle ayuda, pero creo que la alegría de ver esos panes debió activar una fuerza poderosa en ella porque se levantó casi de un salto, siendo que estaba muy abatida y débil, los agarró metiéndolos bajo la chaqueta y partió corriendo rumbo a la Veta. Al otro día Peeta tenia un feo hematoma en la cara pero dijo que se había tropezado y golpeado con un mueble. Katniss y Prim se veían de mejor ánimo y, sin duda, era por aquellos panes que Peeta le lanzó bajo la lluvia.

Poco tiempo después de eso, Katniss empezó a juntarse con Gale para cazar en el bosque. Así que yo tenía pocas oportunidades que me notara o se fijara en mí. De todas formas, me daba cuenta que él parecía interesarse a veces por alguna de sus compañeras. Ya tenía quince años. Incluso alguna que otra chica comentaba que Gale la había besado en una cita. Pero seguía fiel a juntarse con Katniss cada tarde y eso también provocaba comentarios en el colegio. Algunas chicas se ponían celosas al verlos juntos en los pasillos. Durante casi un año fui invisible para ambos.

De a poco Katniss y yo empezamos a compartir el banco algunas veces cuando había trabajo en parejas y el profesor nos juntaba porque ni ella ni yo teníamos un grupo de amigas. Otras veces, hacíamos dupla en deportes o terminábamos sentadas a la misma mesa del comedor a la hora de almorzar, porque somos retraídas y las chicas populares no nos querían en sus mesas (nos hacían el vacío; a mí por ser hija del alcalde, a ella por celos de su amistad con Gale). Éramos un par extraño. En general, hablábamos poco, lo necesario sobre el trabajo escolar y nada más. Las dos éramos muy calladas y tímidas. Un día, tras entregar el trabajo, me animé a pedirle si me acompañaba al mercado de la plaza. Quería ver si ya habían llegado fresas para comprar, a mi padre le gustan mucho y a mí también. Katniss despachó a Prim con Gale y sus hermanos y fue conmigo sólo porque iba a cobrarle a la carnicera, que le debía por unos pavos que atrapó y que aún no le cancelaba... luego se dio cuenta que había hablado demás y se justificó diciendo que los pilló junto a la alambrada, detrás de la Veta. Le dije que yo no era una soplona y que no le diría a nadie de dónde sacaba sus presas, dándole a entender que estaba enterada. Quería darle a entender también que la admiraba por tener el valor de hacer lo que hacía... quiero decir, era poco más que una niña y mantenía a su familia.

No había fresas en el mercado, la producción se había retrasado en el Distrito 11 por el mal clima. Comenté que era una lástima porque a mi padre y a mí nos gustan mucho las fresas.

Algunos días después, Katniss y Gale llegaron hasta mi casa, por la puerta de la cocina para mayor discreción, y Hannah le dijo a mi padre que dos chicos estaban ofreciendo fresas. Papá se paró de la mesa, estábamos a punto de cenar, y fue atravesando la cocina. Yo fui por un vaso de agua, imaginé quiénes eran, quería ver a Gale y deseaba que papá le comprara las fresas. El precio no era barato, un poco más que el mercado, porque era mercadería de contrabando, obtenida fuera de la ley. Y aunque mi padre les regateó un poco y ellos bajaron algo el valor, al final era una buena cantidad; Katniss me vio en la cocina y me alargó la cesta con las fragantes fresas para que la vaciara y dijo que podían traer más. Desde entonces empezaron a vendernos fresas regularmente cada verano. Nunca le han dicho a nadie la ubicación exacta del lugar donde las consiguen, pero para el caso, creo que nadie más que ellos se atrevería a cruzar la alambrada.

Y ahora ambos estaban nuevamente en la puerta trasera de mi casa ofreciéndome las fragantes fresas, como cada verano.


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 Nota: No anuncio "narra Fulano" ni "X's POV". Vengo de la vieja escuela y nunca vi tal cosa hasta que conocí los fanfictions (2015). Como lectora, creo que es insultante si tienen que indicarme quién es el narrador. Un escritor debe escribir con la habilidad suficiente para que el lector descubra quién narra y el lector debe ser lo suficientemente sagaz para darse cuenta. 






Gale y Madge: Fresas en el BosqueWo Geschichten leben. Entdecke jetzt