Capítulo 71

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—Tom, ¿te quedas? Iré a comprar algunas cosas para comer y regreso de inmediato. —Diana tomó su abrigo y rebuscó sobre un alto mueble las llaves para poder salir.

Tom no tenía nada que hacer en casa, pero no deseaba aceptar. Siempre se formaban silencios muy incómodos cada vez que estaba con Vanesa.

—¿Tom? —Lo codeó la pelirroja tratando de llamar su atención. Él asintió sin darse cuenta y luego se arrepintió por ello.

—Bien... Prepararé panqueques, ¿les parece bien? —Ella guardó en su bolsillo trasero las llaves y salió tranquilamente de la casa sin esperar respuesta.

Tom suspiró, dejándose caer sobre el sillón pesadamente y cerrando los ojos, evitando así cualquier mirada que Vanesa pudiese darle. Ella se quejó, y molesta se puso de pie y avanzó hasta la cocina dispuesta a quedarse ahí para esperar a su mamá si así Tom lo deseaba.

Ya estaba harta de ser ignorada, y si él lo hacía, ella sería exactamente igual. Ambos tenían la confianza suficiente como para decirse las cosas.

Se sirvió un vaso con agua y se sentó en una silla, afirmando sus codos sobre la mesa tratando de ahogar sus lágrimas de frustración.

Oyó los pasos ligeros de Tom y restregó con fuerzas sus ojos.

—¿Sucede algo? —Él se acercó con calma y Vanesa deseó darse la vuelta y lanzarle una silla sobre la cabeza.

—¡Sí! —Él frunció el ceño—. Digo, no... no pasa nada.

—Ah, vale.

Ella cerró los ojos y esperó a oírlo decir algo más, pero Tom no lo hizo. Simplemente se sentó frente a ella y se quedaron así hasta que Diana llegó. 

Más de diez minutos de un eterno e incómodo silencio.

—Voy a preparar la cena. Los llamo cuando esté lista.

Vanesa asintió y sin decirle nada a Tom, ni siquiera esperarlo, subió a su habitación.

Él se quedó sentado aún en la mesa de la cocina, siendo consciente de la mirada extrañada que Diana puso sobre él.

—¿Sucede algo?

—No... no sé —él frunció el ceño.

—No quiero sonar entrometida, pero últimamente los veo demasiado extraños. 

Tom se encogió de hombros y se levantó, avanzando a paso lento hasta las escaleras.

—Voy a subir.

Diana asintió y prefirió no preguntar nada, dejaría que ellos arreglasen cualquier problema que tuvieran, si es que lo había realmente.

Tom subió a paso lento por las escaleras, y al llegar fuera de la habitación de Vanesa golpeó la puerta con calma. Ella no le contestó, así que simplemente abrió y entró. Vanesa estaba sentada sobre la silla de su escritorio mirando tranquilamente una hoja de papel con algo escrito en ella. Tom frunció el ceño y pasó directamente a sentarse sobre la cama.

—Oye...

—Qué. —Fue cortante, y Tom se sintió extrañamente herido. Él nunca hubiese querido que las cosas cambiaran así entre ellos, y por cierto lado sabía bien que él tenía bastante culpa de que hubiese sucedido.

No sabía cómo actuar con ella, no tenía idea de qué era lo que Vanesa esperaba y no podía juntar el valor suficiente como para podérselo preguntar.

—Qué, qué te pasa.

—Nada —Ella aguantó la respiración y ahogó un sollozo, Tom pudo darse cuenta de ello. Quiso decir algo, pero no supo qué—. ¿Eso es todo?

Mi Nerd Favorito.Where stories live. Discover now