Capítulo 22

18.1K 1.2K 17
                                    

Tom regresó su puesto en silencio, y Georg podía notar que algo andaba mal en su amigo, pero temía preguntárselo directamente.

Tom solía ser un tanto sensible, por lo mismo, no quería arriesgarse a preguntar algo incorrecto o que fuese a incomodar al rubio.

—¿Estás bien? —Murmuró cuando lo tuvo al lado. Tom asintió.

—¿Cuánto tiempo falta para poder irnos? —Esa pregunta lo descolocó.

Tom nunca, desde que eran amigos, había preguntado eso.

Quizás tenía cosas que hacer, o tal vez algo había sucedido y debía regresar pronto a casa.

—¿Lo dices en serio? —Tom asintió, y el castaño no pudo hacer nada más que girarse hasta quedar frente a su amigo—. Dime qué te pasa, Tom.

—¿Por qué lo preguntas?

—No me has dirigido ninguna palabra durante la mañana. No has hecho la tarea, tampoco levantaste la mano cuando el profesor preguntó algo... ¡Yo sé que lo sabías! Siempre lo sabes absolutamente todo. —Tom se encogió débilmente de hombros intentando mostrarse despreocupado, pero Georg lo conocía demasiado bien para creerlo.

—¿Me dirás cuánto queda? Dejé mi móvil bajo la almohada.

—No te lo diré hasta que me digas tú qué mierda te pasa.

—¡No me pasa nada! —Se quejó Tom cruzándose de brazos. Estaba molesto—. Es solo que estoy un poco despistado.

—¿Y eso? —El rubio volvió a encogerse de hombros y cerró los ojos lentamente—. ¿Qué sucede?

—Estoy pensando. No es que haya sucedido algo malo... Es que ayer en la tarde, Vanesa...

—¡Ella! —Interrumpió Georg, alzando ambos brazos.

Estaba comenzando a molestarse.

Tom había cambiado desde que la había conocido. No lo había hecho para mal, pero tampoco para bien... de hecho, creía que Tom ya no podía estar mejor.

Pero la pelirroja...

—Es que...

—¿No me vas a decir que de verdad te mostró las tetas cuando fuiste a enseñarle historia a su casa? —Tom frunció el ceño y acabó soltando todo el aire contenido dentro de su pecho.

—No, ¿por qué debería ella de hacer algo así? —Georg se mordió el labio, pensativo.

—Bueno, es que las chicas de hoy son tan extrañas. Además, le convenía, ¿no? Era eso o no había profesor Tom. —Rió el castaño, golpeando el hombro de a su amigo.

—¿Y qué te hace pensar que yo sería capaz de proponerle algo así?

—Cierto, cierto —asintió—. Eres demasiado idiota. Ella hubiese aceptado con gusto si...

—¡¿Quieres de una maldita vez dejar de hablar de eso?!

Georg cubrió la boca de su amigo, pero había sido tarde. Tom gritó sin haberle importado demasiado en donde se encontraba y cuantos lo pudiesen escuchar.

El castaño no necesitó pensarlo demasiado. Era obvio que algo le había dicho esa chica para tenerlo así.

—Tom... —gruñó la profesora, poniéndose a su lado con la espalda completamente erguida, imponente.

Las miradas estaban puestas en él. Lo habían oído, y algunos reían por la poca discreción que había tenido.

—La cagaste —susurró Georg volviendo a su cuaderno.

—¿Me acompañaría afuera? —Preguntó la alta y morena profesora. Tom asintió desganado y se puso de pie de inmediato—. Manténgase lo más cerca de aquí. —Le advirtió cuando estuvieron fuera de la sala—. No tengo problemas con que hablen, pero si va a estar gritando prefiero que no esté en mi hora.

Tom asintió avergonzado y se sentó en el suelo sin nada mejor que hacer que ver las paredes y los pasillos completamente vacíos.

Debía controlarse, nada malo pasaba, era solo que no podía quitarse la estúpida proposición de su amiga de la cabeza. Ni siquiera era algo muy comprometedor. Había que decir que eran novios en frente de Max y ya, estaba todo solucionado...

No entendía por qué, pero para él no eran solamente palabras.

Mi Nerd Favorito.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora