Capítulo 48

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Vanesa se preparó rápidamente, ansiosa por entrar de una vez a esas deliciosas aguas y dejar de sentir el horrendo frío que le congelaba los huesos.

Cerrando la puerta con seguro, se vistió con el bikini azul que Diana le había regalado el verano pasado y estaba prácticamente nuevo.

Después, cuando por fin estuvo lista y abrigada con una camiseta y un pantalón de polar, tomó una toalla y salió de la cabaña.

Georg nadaba hábilmente bajo el agua y Michelle aún se mantenía indecisa, con medio cuerpo bajo el agua y cubriendo su espalda con una toalla.

De todas formas, quien consiguió capturar su atención fue Tom. El rubio ya se había sumergido por completo, mirando de un lado a otro sin saber hacia dónde moverse.

De pronto a Vanesa le golpeó una ola de vergüenza y no quiso quitarse las prendas frente a él. Sabía que estaba siendo un poco infantil, quizás hasta estúpida. Tom no tenía porqué fijarse más de lo necesario en ella.

—¡Esto está caliente! —saltó Michelle, quitándose de una vez la toalla y lanzándose bajo el agua.

—Vanesa, vamos, entra. —La pelirroja frunció el ceño y sacudió la cabeza.

Nadie estaba prestándole atención, o eso pensó cuando se desprendió de sus pantalones y camiseta.

Tom seguía ahí, sin moverse ni hacer algún gesto, pero parecía poco dispuesto a desviar la mirada de ella.

Vanesa enrojeció y se lanzó sin pensarlo dos veces.

El agua estaba caliente, Michelle había estado en lo cierto.

Georg nadó hasta posarse a su lado y se inclinó para poder hablarle.

—No creo que sea buena idea hablarle a Tom por el momento, está furioso.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Ya sabes, el pobre tiene complejos y piensa que está demasiado delgado. Tanto que siente que desagrada a los demás. —Vanesa frunció el ceño y le dio una rápida mirada a su amigo. No se había movido—. Lo obligamos a entrar, todos los años es lo mismo, no te preocupes.

—Pero ¿está loco? Yo no le veo nada de malo.

Y por supuesto que no lo tenía. Tom era delgado de pies a cabeza. Sus brazos no estaban igual de fuertes y formados como los de Georg, pero el castaño de todas formas era un caso especial.

Él era grande y fuerte, no había demasiados como él. Tom, por el contrario, era muy delgado y su pecho era plano. Nada extraño, se veía como muchos otros que nadaban por ahí.

Pero Tom era apuesto, su cuerpo no era esquelético, era firme. En secreto hacía algo de deporte. A veces deseaba verse cómo su amigo.

Vanesa pensó que quizás la única que debía acomplejarse ahí era ella, aún así no lo hacía. No entendía por qué Tom sí , entonces una duda se alojó en su cabeza. Ella no sabía por qué Tom era tan inseguro respecto a su cuerpo, tal vez la razón había sido los cientos de burlas que había recibido durante toda su vida.

—Ya se lo he dicho, pero no comprende. Déjalo, en unos minutos más se le quitará.

Efectivamente así había resultado ser. Tom comenzó a hablar y a moverse, Vanesa incluso le vio compartir con personas con las cuales nunca antes le había visto hacerlo.

Ella por su lado, se mantuvo con Michelle, hablando y comentando cosas sin demasiado sentido e importancia, como el clima o la gota de agua congelada bajo un árbol, cayendo desde una rama sin haber llegado nunca al suelo.

—¡Chris, ven aquí! —Sin darse cuenta, dentro de la piscina ya no quedaba nadie más que ellos. Georg, Tom y Michelle.

El delgado chico de cabello anaranjado caminó hacia Georg. Él era uno de sus tantos amigos, y ambos se lanzaron al agua sin ningún cuidado cayendo al lado del rubio, quien solo retrocedió un poco.

—Pobre —murmuró entonces Michelle.

—¿Por qué? —Vanesa no alcanzó a oír una respuesta, ya que es estridente grito de Tom llamó la atención de los pocos presentes.

—¡NO! ¡DÉJAME, SUELTAME GEORG!¡SUELTAME! —El castaño lo tenía sostenido de los brazos y hombros y Vanesa solo lo podía ver moverse de una lado a otro, histérico, tratando de liberarse—. ¡Voy a golpearte! ¡Lo voy a hacer! ¡No, no Chris!

A los diez segundos, el mayor de cabello anaranjado salió de debajo del agua riendo a carcajadas.

Georg soltó a Tom y ambos huyeron enseguida riendo con gracia y maldad.

Tom se quedó quieto y sonrojado hasta las orejas.

Vanesa no comprendió que había sucedido hasta que Chris salió con una par de Shorts negros en sus manos.

Mi Nerd Favorito.Where stories live. Discover now