Capítulo 33

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—¿Ya te sientes mejor? —Preguntó Vanesa al abrir la puerta de la habitación de Tom, quien no contestó más que con un desagradado gesto y luego cubriéndose por sobre la cabeza con las sábanas.

Ella suspiró y se sentó a su lado con calma, sin saber ya qué cosa más decir.

Se sentía mal, pero sabía que Tom estaba mucho peor.

Era él quien había sido lastimado, y ella con suerte había recibido un apretón en el brazo por parte de su propia amiga, sin contar una camiseta arruinada.

Lo único que la había dejado más tranquila había sido la suspensión de Adam durante la siguiente semana de clases.

Aunque, de todas formas, eso no arreglaría ni sanaría ninguna molestia que de las que Tom estaba sintiendo.

Simone no comprendía qué había sucedido, nadie le había dado alguna explicación por las lesiones de su hijo, y él tampoco había querido abrir la boca desde que había salido del baño junto a la pelirroja, que había tenido que ser quien le explicara todo.

—Tom. —Intentó volver a llamarlo, y lo sacudió un poco para poder captar su atención.

—Qué… —Ella bajó la mirada sin saber exactamente qué decirle.

Esperaba cualquier respuesta de su parte, menos esa.

Necesitaba saber cómo se sentía Tom, pero él no quería colaborar en lo absoluto, y Vanesa lo entendía, pero seguía estando preocupada por él.

—Disculpa —dijo entonces, sintiéndose de pronto culpable por lo sucedido.

La noticia de ello había llegado incluso a casa de Georg, y no sabía qué decir sobre eso. Tom estaba tan acostumbrado a guardar para sí mismo sus problemas que le resultaba vergonzoso incluso que su propia madre se hubiese enterado de todo.

No culpaba a Vanesa por nada, muy por el contrario, pero entendía cada vez menos por qué ella hacía eso por él, y se sentía realmente mal al haberla hecho llorar casi tanto como él lo había estado haciendo.

Tom se descubrió.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Bueno… —Ella se encogió de hombros y esquivó su mirada mientras Tom se sentaba correctamente—. ¿Te duele el labio? —Preguntó desconcertándolo.

Entendió que ella no supiera qué decir, pero no había provocado nada para que se sintiese culpable de algo.

—Vanesa.

—¿Te duele? —Ella insistió, sintiendo como el ritmo de su corazón se aceleraba.

No entendía por qué Tom le gustaba tanto, y aunque estuviese en uno de sus peores momentos, seguía viéndose perfecto para ella.

Sin anteojos sus ojos se veían cansados, pero igual de expresivos que siempre. Su mejilla morada no le hacía parecer más horrible de lo que todos lo veían, y le enfurecía que aún no se diera cuenta.

Gruñó casi encima de él, mostrándose casi con intenciones de golpearlo también.

Y la verdad es que quería hacerlo, pero no porque lo odiara, sino porque no sabía cómo decirle cuánto le gustaba.

Una sensación parecida al pánico se alojó en su estómago cuando entreabrió la boca para hablar…

—No… ¿Te pasó algo? —Vanesa se puso de pie de inmediato, llena de frustración.

—¿No qué? ¿No te duele? —Tom pensó unos segundos que ella quería ahorcarlo y por eso estaba tan interesada en saberlo, pero sus pensamientos se nublaron en el momento en que Vanesa se abalanzó sobre su cuerpo, con cuidado de no lastimarlo, y le jaló el cabello casi con ternura para poder besarlo.

Tom se sintió tan confundido por ello que no se dio tiempo ni siquiera para procesar, simplemente se removió hacia el lado, manteniéndola firmemente apegada a él para hacerle un poco más de espacio.

Vanesa sintió el sabor extraño del labio herido de Tom, y acarició con su lengua el sector, consciente de cómo él temblaba de nervios a su lado. Pero se sintió aliviada al no recibir algún rechazo de su parte.

Si Tom no hacía nada, ella tampoco lo haría, y era porque la loca enamorada resultaba ser ella y no su amigo, pero no le importaba realmente, no si podía quedarse así siempre…

Pensó, mientras no dejaba escapar al rubio de su hambriento ataque, en cuál sería su reacción si él la hubiese rechazado.

No estaba resultándole molesto, o eso pensaba ella, pero quizás era simplemente porque temía lastimarla o hacerla sentir mal.

Algo en su cabeza la golpeó con fuerzas e intentó convencerse a sí misma que Tom quería que ella lo besara, que estaba disfrutando de ese superficial beso tanto como ella lo hacía.

Le gruñó, llena de impotencia y desesperación, y él intentó apartarse como si hubiese pensado que Vanesa no deseaba eso, pero se dio cuenta que no era así cuando lo ella lo retuvo, abrazándolo con más ganas.  

Vanesa lo quería demasiado, y dolía profundamente saber que estaba sufriendo.

Mi Nerd Favorito.Where stories live. Discover now