Capítulo 64

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Ya había sido demasiado, sentía que ya no podían seguir cayendo más lágrimas desde sus ojos. Estaba seca, o eso pensaba Vanesa, que simplemente estaba intentando ya no pensar más en todo lo que había pasado.

Supuso que con Tom todo se había terminado. No habría más amistad, no podrían continuar así. Para ella misma sería complejo y no estaba dispuesta a soportar lo que sentía y aguantarse la pena con tal de mantenerlo cerca. Era injusto y poco sano. 

Michelle no le había hecho preguntas, pero de todas formas mientras Vanesa se desquitaba contra una pequeña planta, igual se lo había contado todo.

No lloraba tan desconsoladamente desde hacía mucho tiempo.

Ojala y nunca hubiese existido ese viaje, se arrepentía de no haber hecho caso al último consejo de Diana. Debería de haberse quedado en casa, sin Elisa y lejos de Tom.

—En tres semanas cumplo dieciséis —Vanesa tomó un sorbo de su café caliente—. No pensaba celebrarlo, pero Tom me había prometido llevarme al cine como regalo. Incluso me dijo que... —Michelle bufó. Su amiga no debería de estar pensando en esas cosas—... me dijo que podría pedirle lo que quisiera.

—Vanesa.

—Pensaba decírselo, contarle lo que sentía... Pensaba pedirle un beso de regalo. No quería nada más.

—¡No es el fin del mundo! Tom no se ha muerto.

—¿Crees que quiera volver a hablarme luego de esto?

—No te pongas paranoica. Piensa positivo y verás que todo se arregla. Quizás, hasta te lleves una grata sorpresa.

Vanesa negó.

—Lo dudo.

Treinta minutos después, Tom reapareció. A Vanesa le dolió que él ni siquiera se atreviese a mirarla. Nada, se había terminado.

—No lo mires tanto —Georg le susurró a un lado—. Es él quien debe acercarse a ti.

La pelirroja bajó la mirada y tomó un largo y profundo respiro. Estaba agotada física y mentalmente. Lo mejor sería ir a dormir para que el tiempo pasara más rápido. El día siguiente sería muy largo para ella, pero ya a las cinco regresarían a casa.

.

—Elisa.

A las nueve, una delgada lluvia comenzó a caer, obligando a cerrar las piscinas más temprano que de costumbre. Todos aún se refugiaban bajo el techo del camping mientras intentaban mantener el fuego encendido. A pesar del frío, era un ambiente muy cálido y agradable, pero Tom no podía disfrutarlo.

Vanesa lo había estado observando, lo sabía, ella lo odiaba y no sabía cómo poder arreglarlo. No sabía cómo volver a acercarse a ella, temía que ya no quisiera escucharlo más, de que todo se hubiese arruinado por ser tan egoísta y ciego. Necesitaba hacerlo, lo más pronto posible para que luego no fuese tarde. Necesitaban volver abrazarse. Eran amigos.

—¿Quieres que vayamos a otro lado? —Tom asintió sin saber qué cosa estaba haciendo. Necesitaba aclarar en primer lugar sus propios asuntos, y para que eso sucediese debía hablar con Elisa que, aunque no de la misma forma que Vanesa, también había sido antes su mejor amiga.

La apreciaba mucho y siempre pensaría que era una chica muy hermosa. Pero no era como su pelirroja. 

Ambos se sentaron fuera de la cabaña que él estaba compartiendo con Georg, Michelle y Vanesa. Elisa estaba nerviosa, había sido él quien la había llamado para hablar, no había sido necesario en ir en su búsqueda ni mucho menos insistirle.

—Sé que nos viste, con Vanesa —Tom carraspeó—. Y...

—Tom, no quiero hablar de ella.

—Yo sí, es necesario...

Elisa asintió, simplemente debía de tener paciencia, escuchar todo lo que él quisiese decirle.

—Vale.

—Yo sé que lo sabes, lo que hay entre ella y yo.

—Son amigos.

—No —la castaña frunció el ceño—. Digo, hay algo, algo más. Vanesa es mi mejor amiga y me ha dicho...

—Le gustas —Elisa se encogió de hombros. Realmente a ella poco le importaba Vanesa mientras Tom no le pudiese corresponder—. Ella misma me lo dijo, además, hace un rato la oí. Tom, ¿tú sientes algo por ella?

—No lo sé. Y ese es el problema... —Elisa sintió una tremenda decepción. Tom estaba confundido, Tom no sabía qué sentía por Vanesa, su cabeza estaba hecha un lío de confusiones. Ella sabía que estaba tratando de comprenderlo, pero eso no podía aceptarlo—. Luego de lo que me dijo, realmente no sé qué pensar, ni siquiera sé qué cosa puedo decirle. No tengo excusa para acercarme a ella.

—Que le gustes no es razón para que dejen de ser amigos. —Elisa suspiró. Ella tampoco le deseaba mal a Vanesa, y sabía que además Tom la quería.

—Lo sé, pero está sentida. Georg me dijo que se siente mal por esto.

Tom no sabía cuánto. Vanesa pensaba que lo había perdido para siempre.

A pesar de todo, a pesar de que Elisa no estaba interesada en apartar a Tom de su amiga, ella lo quería a él. Quizás no era correcto, iba a aprovecharse de la situación, pero era la única que tendría.

Ella se inclinó e intentó besarlo. La sorpresa se la llevó cuando Tom no esperó a que ella se acercara, sino que también se inclinó para corresponderle.

Cuando sus labios se juntaron, su cuerpo dio una y mil vueltas. Ella había querido hacerlo desde hacía mucho tiempo, besarlo y saber cómo se sentía hacerlo. Ahora que lo había conseguido, deseaba volver a repetirlo una y otra vez.

Lástima que las cosas nunca resultan cómo se desean, porque él lo único que pudo sentir fue culpabilidad. Pero quizás pudo aclarar por fin un poco más sus asuntos.

Elisa no valía para él lo mismo que Vanesa, y era triste que no pudiese corresponderle a la castaña porque sabía cómo se sentía el ser rechazado por alguien. Por eso mismo, él no iba a dejar que su amiga se alejara de su lado sin saber, por lo menos, que también la quería de la misma forma.

Elisa no le dejó apartarse, pero él tampoco luchó por hacerlo. No sentía nada, no habían mariposas, no estaba feliz, no tenía ganas de seguir besándola y abrazarla. La estimaba pero no estaba enamorado. Tom no era bueno diferenciando las emociones que sentía y no sabía cómo categorizar cada una de ellas. Pero ese beso definitivamente no se sentía como los besos de Vanesa. 

Si eso no era amor, entonces no sabía de qué se trataba, pero definitivamente no era tan imbécil como para no descifrar que aquellos sentimientos no iban dirigidos hacia cualquier persona.

Le dio pena Elisa. Esa sería la primera y única vez que se besarían.

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