Capítulo 19

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 Buena idea o no, Vanesa debía intentarlo, ya que Natalie definitivamente no le servía de ayuda para estudiar. De una forma u otra ambas acababan hablando sobre temas irrelevantes, olvidándose de lo realmente importante. Debía buscar una mejor solución, y como en un comienzo su amiga se lo había señalado, Tom era de los típicos niños estudiosos en la escuela, así que estaba segura que él podría serle de gran ayuda en esos momentos.

—Le enviaré un mensaje y ojalá le llamen la atención en clases. —Natalie frunció el ceño mientras veía a su amiga apretar la pantalla con algo de dificultad por sus uñas recién pintadas.

El profesor no se había presentado aquella hora por lo que un suplente los había acompañado todo el tiempo.

No habían hecho absolutamente nada.

—¿Por qué quieres que le llamen la atención? —Vanesa alzó los hombros, sonriendo despreocupadamente—. ¿A Tom o a Georg?

—Claro que a Tom, ni siquiera tengo el número de tu amorcito. —La pelirroja dejó su móvil sobre la mesa y tomó un lápiz para seguir buscando al rubio en el índice telefónico.

—¿Cómo conseguiste el de Tom?

—Los intercambiamos el día que fue a mi casa. —Natalie asintió—. Y ayer estuvo dándoselas de espía con el niño bonito de su amigo. Me siguieron cuando salí con Max, por lo que merecen un castigo. Claro que esto no es nada… pronto se las verá conmigo.

Natalie veía a su amiga concentrada luego de haber escrito su mensaje, sonreía malvadamente.

No entendía por qué Tom y su Georg le habían seguido la tarde anterior, pero la verdad mucho no le importaba en esos momentos.

Tenía un dolor de cabeza horrible que no le permitía ni siquiera quedarse con los ojos abiertos, así que se cabeceó unos segundos con la mesa para, finalmente, acabar casi recostada sobre ella y cerrando los ojos.

Necesitaba dormir un rato.

.

Georg caminó de vuelta a su puesto, con su prueba en mano mirándola fijamente. Estaba feliz de haber salvado en inglés. La profesora siempre ordenaba las notas desde la más baja hasta la más alta, por lo que Georg se había relajado considerablemente cuando habían dado el aviso de que estaban en los azules.

Por otro lado, Tom estaba en su puesto esperando a que el curso completo fuese llamado para él, por fin, poder ir a recoger la suya.

Por supuesto, la última, la mejor.

—Soy genial, genial. Mamá no me castigará éste mes. —Georg dejó la hoja sobre la mesa y vio a su amigo exaltarse cuando su teléfono celular comenzó a sonar.

El curso completo se volteó a verlo, y él, sonrojado hasta las orejas, lo detuvo.

—Mierda —susurró observando la pantalla.

—¿Quién es? —Le preguntó.

—Vanesa.

—¿Estaba llamándote?

—No, me ha enviado un mensaje. —Georg cruzó los brazos por encima de su pecho y miró al rubio con ojos acusadores.

No estaba comprendiendo nada.

—¿Qué hace esa chica enviándote mensajes? ¡A ti! —Tom lo miró mal y luego lo golpeó en el brazo con brusquedad.

—No te burles.

—No me burlo, solo soy realista. Está demasiado buena como para ti. —Tom suspiró mientras le daba leer al mensaje—. Todavía estoy perdido.

—Solo es mi amiga. ¿Qué tiene eso de malo?

—Amiga —rió Georg y guardó silencio.

¡Eres mi única salvación! En una semana tengo prueba de historia y no sé nada, y como sé que tú eres un niño muuuuuuuuuy inteligente, podrás ayudarme. ¿Sí?

Espero que te hayan llamado la intención, también dile a Georg que Natalie lo ama y que quiere darle un hijo. :-)

En la salida nos vemos. Byebye!

Tom se quedó mirando fijamente la pantalla, releyendo el estúpido mensaje con malas e interesadas intenciones por parte de Vanesa.

Por suerte ella no se complicaba en ocultar que estaba aprovechándose.

Bufó y rodó los ojos mientras se decidía por dar una respuesta, pero antes de poder hacerlo, Georg se lo arrebató de las manos.

—Está aprovechándose de ti y… ¡¿Qué?! ¿Un hijo? —Tom soltó una carcajada mientras veía como su amigo se acercaba el teléfono celular a la cara para ver si lo que había leído era cierto o no—. Tom… quieren darme un hijo —susurró.

—¡Claro que no! Estúpido. De seguro Natalie no tiene ni la menor idea de que Vanesa me ha dicho eso. 

—Ufff… —Georg se deslizó por la silla entre suspiros—. No, Dios, hijos no. Si quiere puedo ayudarla a practicar pero, ¿hijos? Soy muy joven para eso aún. —Tom le golpeó nuevamente el brazo a su amigo, quien no se quejó y le entregó el móvil—. Tu amiga es extraña.

—¿No habías dicho que comenzaba a agradarte?

—Eso no le quita lo rara. Es una aprovechada. —Tom se rascó el mentón unos segundos, pensativo.

—Supongo que… puedo pedirle algo a cambio —dijo con tono malvado.

Georg se sentó correctamente y se unió a los pensamientos de su amigo, o así era como le decía él cuando ambos se quedaban en silencio mientras planeaban algo.

—Sí, creo que sería lo más justo. Puedes enseñarle a la cabeza hueca de Vanesa, y de paso le pides un besito. —Georg estiró los labios hacia su amigo, que de inmediato retrocedió, asqueado—. ¿Qué mejor que una primera vez con una amiga? De seguro te hace ese favor. —Tom se quedó mudo, serio y molesto. 

—No te metas, y no digas estupideces, tengo que pensarlo.

—¡Uy sí, claro! Conociéndote, acabará aprovechándose de ti y te pedirá que le hagas todas las tareas del año. ¡Mínimo pídele que te enseñe las tetas! —Tom bufó.

El castaño no iba a cambiar nunca.

Eran esos los momentos cuando Tom se preguntaba cómo podía sacar buenas notas cuando todo el día estaba pensando en las mismas cosas.

Parecía no tener cabeza para más.

Bajó la mirada dejando a su amigo reclamar solo y le dio enviar a su mensaje luego de escribirlo rápidamente.

Por ser tú, tengo que pensar en una condición. No sé, quién sabe y te cobre por hora ;) a la salida te digo.

Tom.

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