Capítulo 25

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La puerta fue golpeada con fuerzas, pero Vanesa ya estaba media adormilada sobre el sillón por lo que no reaccionó. Mantenía la misma posición que había adoptado cuando cerró sus ojos.

Con la boca semi abierta intentaba capturar aire, y las suaves manos de su amigo seguían manteniendo sus blancos pies temperados. Ni el fuerte llamado era capaz de despertarla.

No se había movido ni un poco, a pesar del gran estruendo que estaban provocando.

Tom abandonó el sillón rápidamente, dejándola sola para poder abrir la puerta y detener al del otro lado.

Ella se removió y quejó, buscando una nueva fuente de calor para sus pies, sin haber despertado aún.

El rubio estiró sus brazos a medio camino, soltando un largo bostezo y quitándose los anteojos para restregar sus ojos cansados. Vanesa le había contagiado el sueño, y al igual que ella, había cerrado sus ojos para descansar. Había estado a punto de quedarse dormido.

Giró el pomo de la puerta y la abrió como si se tratase de su propia casa, pero a penas vio que era Maximiliano quien estaba del otro lado, su espalda se tensó.

—¿Tú? —El pelinegro lo señaló y miró como si haberlo encontrado ahí hubiese sido lo más extraño y absurdo del mundo.

Le sonrió con desprecio y se adentró sin permiso, mostrando gran autoridad.

—¿Disculpa? ¿Y tú eres...? —Tom no lo detuvo, pero no tenía planeado mostrarse inferior y débil frente a él.

—El mejor amigo de Vanesa —contestó Max, y se irguió sacándole una cabeza a Tom, quien intentó no mostrarse intimidado ni sentirse pequeño a su lado—. ¿En dónde está?

—Ella está dormida —gruñó Tom, dejando sus anteojos en el bolsillo trasero del pantalón—. Está resfriada, no podrá salir contigo —le advirtió.

—Pues estoy en su casa, no es necesario.

—Está dormida —insistió el rubio, cruzando sus brazos sobre su pecho.

—¿Y tú? ¿Eres su médico personal acaso? —El mayor se rió con burla.

Tom frunció el ceño, mostrándose desagradado por el comentario del otro.

 —Es broma, niño ¿Qué haces aquí si ella duerme? Su mamá, Diana, ¿ella está? —Tom negó lentamente y luego alzó una ceja, imitando el mismo gesto que Max hizo, como si tuviera jerarquía en aquel lugar y, por tanto, la libertad de estar ahí cuando fuese y a la hora que quisiese—. ¿Estás solo con ella? —Tom asintió con una pequeña sonrisa en los labios.

La expresión de Maximiliano le causaba real gracia.

—Si quieres puedo darle el mensaje de tu parte. Le aviso que has venido y...

—¡No! —Max se acercó a Tom para darle un fuerte empujón.

Estaba furioso, podía verlo en su cara. Max sentía celos de él, y por cierto lado, eso le hizo sentir bien, a pesar del empujón. De todas formas ya estaba acostumbrado a ello.

El pelinegro era sumamente agresivo, no había podido contenerse demasiado y no entendía cómo es que Vanesa no se había dado cuenta de eso. Había llegado muy molesto, y el haber encontrado a Tom terminó rompiendo su calma.

Tom no le había hecho absolutamente nada y ya lo había atacado.

—¡¿Qué mierda te pasa?! —Lo enfrentó.

—¿Quién te crees, eh? ¿Estás intentando burlarte de mí? Tú no eres nadie aquí, imbécil, nadie, ¿entendido? —Tom negó lentamente y juntó valor para devolverle la sonrisa burlona.

Mi Nerd Favorito.Where stories live. Discover now