Capitulo 16

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 —¡Vanesa! —Max la apretó entre sus brazos con tanta fuerza que hasta la levantó del suelo.

Él había crecido unos centímetros, Vanesa le llegaba con suerte al hombro.

Era realmente un tipo enorme.

—Mira que linda estás. —Ella no supo cómo responder ante su halago. Se sentía nerviosa y deseaba darse media vuelta para correr.

—Estás… más alto. —Max asintió frenéticamente.

No dejaba de sonreír en ningún momento, haciéndola sentir intimidada.

—No puedo decir lo mismo de ti, te veo más pequeña. —Vanesa frunció el ceño—. Pero debe ser por mí. ¿Quieres un helado? Así podemos hablar un rato. —Ella solo asintió.

No se atrevía a abrir la boca y hablarle, mucho menos cuando notó que a lo lejos, Tom estaba junto a Georg.

Ambos tenían la mirada clavada en ellos.

—Sí, es mejor que estar aquí. —Comentó, más para sí misma que para Maximiliano. 

—¿Qué tal la nueva vida en Hamburgo? Es mucho más tranquilo por lo que he podido notar.

—Sí, un poco. —Vanesa iba rascándose el cuello, notablemente nerviosa e incómoda, pero Max parecía no darse cuenta de ello.

—¿Amigas nuevas? ¿Cómo van las clases y el recibimiento? De seguro nadie se imaginó llegaría una chica como tú a la escuela.

—¿Cómo yo? —Vanesa ladeó la cabeza, confusa.

—Debes ser la más linda de todas. —Suspiró. Él no cambiaba—. ¿Qué?

—No te las des de lindo conmigo ahora, ¿sí? ¿Por qué no me cuentas y me dices qué haces aquí?

Max no había contestado a su pregunta. Ambos habían llegado a la heladería y luego, cuando por fin se sentaron a comer, el pelinegro decidió abrir la boca para hablar.

Vanesa no podía controlarse y hablarle como antes lo había hecho. Había pasado el tiempo suficiente como para perder la espontaneidad al lado de Max. Además, los últimos sucesos vividos juntos no habían sido del todo gratos.

—Quiero recuperarte. —Ésta vez, él habló serio.

Vanesa tosió unos segundos y terminó aclarándose la garganta, desentendida.

—¿Disculpa? En primer lugar, te agradecería que me contestaras una pregunta. ¿Te pertenecí alguna vez, como para que me digas eso? —Él rió.

—Sabes a qué me refiero. Quiero estar contigo como antes. Las cosas que siento por ti nunca cambiaron. —Vanesa frunció el ceño y negó resignada.

—Las cosas nunca volverán a ser como antes, Max, eso que te quede claro, ¿entiendes? En segundo lugar, sabes bien que yo solo te quería como un amigo. —Ella se puso de pie lentamente—. Creo que no fue buena idea habernos visto. Muchas gracias por el helado.

—¡Vanesa! No, no… —Max la detuvo por el brazo cuando la pelirroja se había volteado dispuesta a marcharse de una vez.

No le sorprendía nada de lo que le decía, pero ella no estaba para esos juegos.

—Por favor, no te vayas ahora. Hablemos, ¿ya? Por favor. Odio que nunca me escuches. ¿Cuál es tu problema? Estoy tratando de arreglar las cosas y tú quieres dejarme hablando solo. —Vanesa se soltó con fuerzas de su agarre y regresó a su puesto.

Max la imitó a los segundos, desconfiado.

—Esa no es la manera correcta. No la es para mí, ¿entiendes? Yo ya no puedo volver a confiar en ti, y si alguna vez me interesaste, aunque fuese como un amigo, las cosas ya no son así. ¿No te das cuenta?

—¿Cuando vas a poder perdonármelo? —A Vanesa se le erizaron los vellos del cuerpo. Tal vez era cierto que ella había alcanzado a actuar rápido el día en que Max intentó forzarla, pero era algo que simplemente no iba a poder olvidar ni perdonar nunca.

—No hay necesidad de decirlo, lo sabes muy bien.

—Fue un error, un estúpido error. Soy tu amigo.

—Eras mi amigo, Max… —Vanesa suspiró—. No estoy intentado decirte que no quiero verte más en la vida o que te odio por eso, pero simplemente has arruinado todo. De un día para otro dejaste de ser el mismo. Esa tarde lo demostraste con hechos… Me lastimaste, y lamento mucho que para ti sea solo cosa del pasado, porque para mí no lo es, nunca lo será.

—Solo… quería que me perdonaras.

—Y puedo hacerlo, pero eso no servirá de nada, mucho menos conseguirás que de un día para otro, así como así, yo me enamore de ti. Si nunca sucedió cuando te quería, ¿por qué tendría que pasar ahora?

—Por lo que alguna vez….

—Max. —Ella lo interrumpió. Si en un comienzo se sentía nerviosa e incómoda, ahora estaba alteradísima y quería salir corriendo de ahí—. Por favor. —Él suspiró.

Ya lo intentaría luego.

.

—¿Qué carajos te pasa, Kaulitz? —Georg estaba estresado.

Estaba en medio de trabajos y deseaba regresar de una vez a su casa para terminar con sus deberes, pero su amigo no lo dejaba.

Tom no había sido muy claro. Según él, no podía decírselo porque eran cosas de Vanesa. Georg se había sentido un poco ofendido, pero conocía bien a Tom y entendía que fuera de esos que guardan secretos hasta la tumba.

—Ya te dije.

—¡No me has dicho nada! ¿Por qué estamos espiándolos? ¿Qué te traes?

—¿Has visto eso? El tipo está forzándola a quedarse ahí…

—¿Eso a ti qué te importa? —Georg se cruzó de brazos y echó una mirada rápida hacia Vanesa, con su helado ya casi terminado—. No sé por qué la sigues, es su vida y… ¿Por qué estamos aquí? ¿Qué sucede, Tom? Tengo tarea.

—Cállate. Yo luego voy a tu casa y te ayudo a terminarla. —El castaño no se negó, más bien, se quedó callado.

Le convenía bastante, además, era extraño que Tom se ofreciera a terminarla por él.

—Está bien, pero primero debes decirme qué pasa.

—Ese tipo está loco. Solo estoy vigilando que no haga nada.

—¿Nada? ¿Qué podría hacer él? ¿Lo conoces? —Tom negó—. ¿Entonces? Tom, estoy confundido. —El rubio se volteó a mirar a su amigo—. ¿Qué te traes con esa chica? No creas que soy tonto, yo he visto cómo la miras cada vez que hablan. —Tom se sonrojó de inmediato, revelándole a su amigo que, tal vez, solo tal vez, algo raro estaba ocurriéndole con Vanesa.

Mi Nerd Favorito.Where stories live. Discover now