Capitulo 40. ~ Buenos di-as... ~

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Un despertador comenzó a sonar en medio del silencio de la habitación, David se despertó con un gruñido y se giró para apagarlo cuando notó algo sobre él. Al mirar hacia abajo, se encontró a Verónica durmiendo con un brazo sobre su pecho, sonrió y se estiró un poco para apagar el despertador sin despertarla. Se giró de nuevo y la observó dormir durante unos minutos, poniendo su mano sobre la de ella, hasta que ella empezó a despertarse. Al no saber cómo iba a reaccionar, David se hizo el dormido y esperó su reacción.

Verónica se despertó desorientada, al abrir los ojos y encontrarse a David durmiendo a su lado, frunció  el ceño, sobre todo al ver su mano sobre el pecho de él, quien la tenia cogida suavemente con la suya. Con mucho cuidado, retiró la mano de su pecho y se incorporó, quedando sentada en la cama, se iba a levantar, pero se quedó mirando a David durante unos segundos hasta que él empezó a removerse en la cama e hizo como que se despertaba.

-          Buenos días. – le sonrió con voz adormilada.

-          Bueno di-as… - respondió al verlo levantarse de la cama.

Cuando David salió de debajo de las sabanas, Verónica se dio cuenta de que había dormido con él llevando solo un pantalón de chándal corto, dejando al descubierto casi todo su cuerpo. Al verlo así, no pudo evitar abrir los ojos sorprendida y coger aire, olvidándose por unos segundos como se expulsaba para coger de nuevo y seguir respirando. Al darse cuenta, tosió sacando todo el aire y se aclaró la garganta.

-          Eh… ¿Cómo…como he acabado durmiendo contigo? – preguntó nerviosa, mirando su espalda.

-          Os quedasteis dormidos en el sofá casi todos menos Marta, Carlos, Dani y yo y como nos dio pena despertaros, pues os quedasteis aquí todos. – sonrió dándose la vuelta y poniéndose una camiseta.

-          Ah… - dijo apartando la mirada, cada vez más roja.

-          ¿Has dormido bien? – le preguntó él acercándose a la cama y sentándose en ella.

-          Sí, ni me he enterado de que ha pasado la noche.

-          Ya, anoche ni te enteraste cuando te cogí y te traje aquí. – le sonrió.

-          ¿Me trajiste tú? – lo miró confundida.

-          Sí. – se rió – Te quedaste tan dormida que no te diste cuenta cuando casi nos caemos porque me quedé enganchado en la puerta. – se rió mas.

-          Tengo el sueño muy profundo, no te habré dado alguna patada o algo así, ¿no? – preguntó mirándolo preocupada.

-          No, tranquila. – le sonrió.

-          Menos mal. – suspiró.

Él se rió y se levantó de la cama otra vez, fue al armario y sacó unos deportivos de una caja.

-          ¿Qué numero calzas? – preguntó volviendo junto a ella.

-          El 8 y medio, ¿por qué?

-          Pruébate esto hacer si te está bien. – sonrió tendiéndole unos deportivos.

Vero los cogió tímida y salió de la cama, se sentó junto a él y se los probó.

-          ¿Qué tal?

-          Perfectos. – le sonrió.

-          Bien, pues ya vuelves a tener calzado. – le sonrió.

¿Cuándo te volveré a ver?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora