Eva se quedó de piedra al verlo delante de ella, rápidamente se tapó con lo que pillo primero y se dio la vuelta, se puso la camiseta que llevaba antes y lo miró de nuevo, avergonzada y enfadada.
- ¿Qué quieres? – preguntó seca.
Él también se había sonrojado y la miraba con los ojos como platos, en vez de decir lo que tenía en mente segundos antes de encontrarla semidesnuda, se giró y cerró la puerta tras de sí. Eva frunció el ceño y caminó hasta la puerta, la cual abrió de un tirón, haciendo que él cayera sobre ella.
- Pero qué… - murmuró en voz muy baja.
Él solo la miró, se incorporó levantándose del suelo, la levantó a ella también e iba a marcharse a su habitación, pero se giró y cogiendo sus mejillas con delicadeza, la besó apasionadamente, haciendo que ella abriera los ojos sorprendida y que luego los cerrara dejándose llevar, subiendo sus manos al cuello de él.
Medio minuto después, Álvaro se separó para coger aire, apoyando su frente en la de ella.
- Esto… yo… - empezó a decir tartamudeando, mirándolo avergonzada.
- Shh, no digas nada. – sonrió besándola de nuevo, de forma más delicada.
Pasó las manos por su cintura alzándola para no tener que estar encorvado hacia abajo y ella se aferró a su cuello.
- No sé que me has hecho, pero no cambiaria esto por nada ni por nadie. – murmuró besándola, apretándola contra él.
Eva sonrió y siguió besándolo, hasta que necesitó aire y se separó de él, aun colgada de su cuello.
- Tienes que dormir si no quieres llegar tarde mañana. – sonrió mirándolo.
- Me da igual, prefiero quedarme un rato más aquí contigo. – respondió besándola de nuevo.
Ella se rió y lo besó otra vez, totalmente feliz por tener ese momento junto a él.
- Venga, tienes que dormir. – dijo separándose de él.
- Ven a dormir conmigo. – le pidió poniéndole ojitos.
- Solo a darte las buenas noches, ¿eh? – se rió ella.
Él asintió y la dejó en el suelo, besándola de nuevo en los labios fugazmente, se fue a la habitación de enfrente y ella cerró la puerta con una enorme sonrisa en la cara, se cambió poniéndose el pijama rápidamente y esperó a que él abriera su puerta.
Dos segundos después, Álvaro abrió la puerta con una sonrisa en los labios, ella sonrió también y cogió la mano que él le tendía, esperó a que se tumbara en la cama y se inclinó para darle un beso de buenas noches en la mejilla, pero él la cogió de la cintura pícaramente y la hizo tumbarse junto a él en la cama de matrimonio que tenia. Sin soltarla, se giró, apagó la luz y la miró con una sonrisa.
- Eres un tramposo. – se rió ella mirándolo, dejando que la abrazara por la cintura.
- No, solo quiero dormir con mi pequeña a mi lado. – sonrió él rozando su nariz con los labios.
Ella sonrió y miró hacia la puerta, la cual estaba abierta y se veía luz en el pasillo.
- No he apagado la luz de la habitación, ¿me dejas ir? – preguntó con voz dulce.
- Mmm, ¿prometes volver y no escaparte? – preguntó mirándola divertido.
- No sé, depende. – se rió ella.