Capítulo 57

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Narra Luciana...

Habiamos llegado a la habitación del hotel en la ciudad de Viena, König me llevaba cargada, el vuelo fue tan rápido que ni siquiera nos habíamos quitado la ropa, es decir, el vestido y en su caso, el traje, tampoco queríamos hacerlo.

König pateó la puerta para entrar, yo me reía porque no podíamos hacer ruido a estas horas, me reía en los momentos menos adecuados.

La habitación en su interior estaba oscura, tenuemente iluminada por la luz de las velas, podía ver pétalos de rosas por toda la habitación, en la mesa de noche una bandeja con una botella de champagne y bombones, al fondo una gran ventana que daba hacia la ciudad nocturna y detenida en el tiempo.

Entré a la habitación entre sus brazos, el se acercó a la cama y me lanzó sobre ella, caí sobre las sabanas hundiendome en ellas, me reía con nerviosismo, mi vestido le cubría la cara parcialmente y el luchaba con él para poder verme a los ojos.

Se acercó a mi rostro y quitó su capucha por completo, su cabello plateado estaba perfectamente peinado, estaba afeitado, perfumado y sonriente, llevé mis manos a su rostro y lo acuné, él se acercó y plantó un beso largo en mis labios.

Sus labios estaban cubiertos de licor, era agradable y suave, el sabor del ron dulce se mezclaba con el olor a cuero de su perfume y su aliento fresco y mentolado, olía tan bien que era necesario cerrar los ojos para apreciar las sensaciones con más intensidad.

El sabor a licor de sus labios, me indicaban que estuvo bebiendo, y mucho, sus movimientos eran algo torpes e intentaba disimularlo poniéndose derecho, detuve el beso poniendo mi mano sobre su pecho y retrocediendo un poco.

— No creo que sea buena idea hacerlo así. — deliberé en voz baja viendo sus ojos azul profundo.

— ¿A qué te refieres lieben? — König fruncía el ceño confundido.

— Estás muy tomado, no está bien. — aseveré.

— No tiene nada de malo, solo estoy borracho. — insistía.

— No, König, no estoy de acuerdo.

König parecía confundido, pero era lo mejor, no estaba en sus 5 sentidos, no estaba bien tener intimidad en ese estado, quería que estuviese conmigo como siempre, sobrio.

Él dió un suspiro largo y se retiró, se sentó en la cama, y como si estuviésemos coordinados, nos resbalabamos por las sábanas de seda hasta caer en el suelo sentados, apoyando nuestros costados al borde de la cama.

König se veía preocupado, pasaba sus manos por su rostro y suspiraba, me acerqué a él y tomé sus manos, apoyé mi cabeza del borde de la cama y él hizo lo mismo, viéndonos el uno al otro con ayuda de la luz de las velas.

Veia su rostro desnudo frente a mí, creo recordar, que ésta es la segunda vez que lo veo, la primera fue en Köln, dentro de la Catedral cuando me pidió matrimonio y escuché su nombre por primera vez.

— Luciana Kilgöre... — nombraba con orgullo viéndome con una sonrisa y exponiendo sus colmillos.

— Alexander Zanetti... — seguí el juego mientras masajeaba su mano.

— Suena mejor mi apellido en tu nombre.

— Lo tomaré como segundo apellido, De Kilgöre.

— Luciana Zanetti De Kilgöre, ¡Wow! — reía König.

De pronto al ver sus ojos, su sonrisa, su cuerpo tan ancho dentro del traje de novio, supe que había escogido el camino correcto y que esta será la imagen que veré con gusto todos los días, su rostro, su cuerpo, él, y sentí miedo por la posibilidad de que no sea así algún día.

Mein Schatz KönigWhere stories live. Discover now