Capítulo 39 "Cuando el río suena"

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Narra König...

Luciana me llenaba de orgullo, mi mujer era una tiradora experta, se veía más segura que la primera vez que nos tocó una misión juntos, eso me aliviaba, sabía que podía cuidarse sola, aunque por supuesto estaré alerta ante cualquier cosa que le pase.

Me preocupaba el terreno en el que nos encontrábamos, se humedecia profundamente debido a la lluvia repentina, la lluvia torrencial hace un poco más difícil que los proyectiles lleguen al enemigo, ya que el agua desvía el trayecto de la bala, pero soy un profesional por supuesto, así que no hay problema con eso.

Me tiré al suelo y con el rifle de francotirador apunté a los sujetos que se habían bajado del convoy del Ejército Mexicano, apuntaba a las cabezas y después de un suspiro para mantener mi pulso quieto, accionaba, era relajante el sonido del rifle, el eco se escuchaba por todo el barranco hasta llegar al río que teníamos debajo.

- No compadre, vienen más en camino hay que salir de aquí. - me anunciaba Alejandro.

Me levanté del suelo y dirigí mi mirada a Luciana, veía al cielo y la lluvia caer, no podía ver su expresión debido a la máscara, ¡Diablos! Que bien le queda esa máscara.

- Entonces tendremos que saltar al río. - sugería Keegan.

- Sí, al parecer no queda de otra. - contestaba MacTavish.

Los disparos penetraban en los riscos cerca de nuestros hombros, la adrenalina que sentía hacia que sintiera menos preocupación de la que seguramente debía sentir en este momento.

Un disparo atravesó la cabeza de uno de nuestros hermanos mexicanos, Rodríguez luego de quejarse del dolor, cayó abatido al vacío, terminando en sobre el río, la corriente se lo llevó.

- ¡Rodriguez! - gritaba Alejandro. - Puta madre. - gruñia entre dientes frustrado.

Nos agachamos para ir caminando un poco más abajo para no tener que saltar a una distancia tan peligrosa.

Podíamos ver el río más cerca, caudalosos y embravecido, había crecido debido a la lluvia, el sonido del agua del río abatiendo las piedras dentro de él apenas dejaba escuchar los disparos que nos seguían propinando.

El lugar parecía haberse inundando, pero debíamos lanzarnos si no queríamos morir.

- ¡Bien!, ¡Ahora! - indicaba Alejandro para lanzarse por el aire hasta caer al río.

Todos nos lanzamos al vacío, MacTavish gritaba como niña por el vértigo, al caer al río, el agua me cubrió por completo, sentí que había caído en un vacío más profundo, así de profundo sería, que estoy consciente de lo alto que soy y el agua me cubrió por completo.

Nadé hacia la superficie contra la corriente, y giré mi cabeza alrededor para verificar que Luciana estaba bien, y si lo estaba, al verme alzó su pulgar en el aire y continúo nadando.

La corriente nos golpeaba, de arriba seguían disparando, una de las balas había penetrado en el casco de uno de los soldados de Alejandro y yacía sobre la corriente dejando un camino de sangre que se difuminaba en el agua, la corriente también se llevó al cuerpo, a una velocidad impresionante.

Debíamos nadar contracorriente para llegar al otro lado del río y seguir nuestro camino, pero la fuerza del agua nos dificultaba la tarea, al agua hay que tenerle miedo dicen los ancianos.

Uno de los soldados del Coronel Vargas faltaba, no lo veía desde hace rato, creo que se llama Víctor, tampoco veía a Silvia, eso me preocupaba, el río se los había llevado.

Nos costó nadar hasta la orilla, pero lo logramos, al llegar caímos en el suelo abatidos y completamente empapados, la lluvia caía sobre mi capucha mojando levemente mis párpados, de fondo podía escuchar truenos que resonaban a lo lejos, era un escenario espeluznante, que nos advertía que no debíamos estar ahí, la naturaleza al parecer no nos quería.

Mein Schatz KönigWhere stories live. Discover now