Capítulo 18 "Lengua materna"

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Narra Luciana...

Estaba ansiosa, feliz, ya íbamos en camino a la hacienda, veía el campo verde a lo lejos, nos estábamos acercando cada vez más, veía rebaños de ganados alrededor, asomaba mi cabeza por la ventana y sentía la brisa y el sol cubriendo mi rostro.

Al llegar nos recibió el hacendado, un señor mayor de nombre Ruggiero, me presenté en italiano, por fin me encontraba en Italia hablando mi idioma con otra persona.

- ¡Buongiorno, ¿come stai?! - me presentaba dándole un beso doble en las mejillas como es de costumbre.

- ¡Sono arrivati!, ¡benvenuti!,¡questa è la mia azenda, sentiti a casa!- respondía entre carcajadas el señor de cabello blanco, mientras nos invitaba a pasar.

Yo me encargué de presentar a cada uno del equipo, haciendo énfasis en el Capitán Price que era el primero al mando, yo solo era la traductora por el momento.

Veía hacia todas partes, veía rebaños por todos lados, era una hacienda grande, muchos trabajadores de un lado a otro, estaba buscando a los caballos, no los veía.

Nos recibieron con comida, todos nos sentamos en una mesa larga de madera y degustamos, era como estar en casa verdaderamente, König me daba espaldarazos acompañándome en mi alegría, sabía que estaba feliz de estar aquí, era un logro para mí.

Me acerqué a Ruggiero, quería aprovechar el radiante el sol para ver a los caballos, y si se me permitía cabalgar un rato.

Este día iba a ser de descanso, al día siguiente teníamos que empezar la misión, había que relajarse hoy, unas pequeñas vacaciones en Italia.

- Farah, ¿quieres andar a caballo?- inquiría en complicidad con kilo.

- No soy muy diestra en eso, pero te acompañaré. - respondía sonriendo.

- Signore Ruggiero, ¿nos puede enseñar las caballerizas? - preguntaba.

- Ovviamente, chiaro, seguimi, andiamo.

Seguimos a Ruggiero a las caballerizas, el resto del equipo se encontraba afuera descansando, parte de las caballerizas estaban al aire libre, el sol cubria las crines de los caballos haciéndolas brillar.

- Elige uno muchacha, será tuyo por hoy. - informaba Ruggiero.

- ¿Sicuro? - cuestionaba con una sonrisa entusiasta.

- Sicuro muchacha. - me respondía.

Caminé con Farah para ver a los caballos, uno llamó mi atención, una yegua café con un diamante blanco en la frente.

- Elegiré esta yegua Farah, ¿tú cuál? - preguntaba después de señalar a la yegua que había elegido.

- No lo sé... - respondía dubitativa viendo a los caballos.

Había un caballo árabe negro, uno macho pequeño para la raza, aún debía estar joven, me parecía el adecuado para Farah.

- Te recomiendo ese de allá. - informaba señalando al caballo negro.

- Me gusta, está bien.

Ruggiero se acercaba, tomó por las riendas a ambos caballos y los condujo hasta afuera, veía a lo lejos a los muchachos y a König viéndome desde la cerca, le guiñé el ojo y el me devolvió el gesto.

El señor Ruggiero preparaba a los caballos, ajustaba la rienda del caballo de Farah y colocaba la montura sobre el lomo, ayudó a Farah a subir, luego empezó a colocar la montura sobre "mi yegua", y lo detuve.

- No se preocupe, no hace falta, es más si es tan amable quítele las riendas también. - sugería.

- No puedo hacer eso, ¿de dónde se va a sostener? - hacia ademanes incrédulos.

Mein Schatz KönigWhere stories live. Discover now