Capitulo 13 ~Esto es demasiado para mí. ~

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-          Bueno, ¿y ahora qué? – sonrió mirándolo.

Él se echó a reír, le dio un corto beso en los labios, se incorporó y le tendió la mano para ayudarla a ponerse en pie. Cuando estuvo en pie, entrelazó sus dedos con los de ella y la miró sonriente.

-          ¿Qué quieres hacer?

-          No sé, ¿paseamos y me cuentas algo sobre ti? – le preguntó mirándolo con una sonrisa.

-          ¿Y tú te haces llamar mi fan? – se rió él -. Creía que las fans lo sabíais todo de nosotros.

-          Perdona, guapo, yo soy fan de tu música, no de ti. – le dijo mirándolo.

-          Pues vaya desilusión más grande. – sonrió él.

-          ¿Por?

-          Porque solo te gusta mi música. – respondió con un puchero.

Eva rompió a reír y tiró de su mano para empezar a caminar por el parte. Iban caminando entre la gente como si fueran una pareja mas, parecía que esa tarde nadie iba a reconocer a Álvaro, cosa que ella agradecía, así podía tenerlo para ella sola aunque fuera esa tarde.

-          Bueno, ¿Qué quieres que te cuente de mí? – preguntó sonriéndole.

-          No sé, lo que tú quieras contarme, no te voy a hacer una entrevista. – se rió ella.

Álvaro negó con la cabeza divertido y siguieron paseando por el parque mientras hablaban, descubriendo que tenían más cosas en común de lo que parecía.

Mientras tanto, en la casa de Lucia, Marta estaba aburrida dibujando en una libreta, haciendo un boceto de un vestido de fiesta largo, muy elegante. Lucia se asomó por encima de su hombro para cotillear lo que hacía y silbó asombrada al verlo.

-          Está genial, Lu. Seguro que a mi tía le encanta como los otros y lo mete en su colección.

Lucia sonrió terminando de darle los últimos retoques con un perfilador negro y cerró la libreta.

-          Bueno, ¿vamos a dar una vuelta? Estoy muy aburrida. – dijo girándose para mirarla.

-          Sí, ¿vamos al parque a tomarnos un helado? – le preguntó sonriendo.

-          Perfecto, vamos ya, por favor. – dijo riendo.

Salieron de la casa, se colocaron los audífonos y caminaron hasta la heladería del parque, haciendo el loco y cantando las canciones que escuchaban. Llegaron a la heladería y mientras hacían cola esperando su turno, se quitaron los audífonos para hablar.

-          Me dan envidia esas dos, ¿sabes? – dijo Lucia mirándola con una sonrisa -. Pero eso sí, envidia de la buena, ¿eh? – aclaró riendo.

-          Ya, es normal. – sonrió -. A mí también me hubiera gustado quedar con él, pero… - frunció los labios.

-          ¿No le diste tu número? – preguntó mirándola asombrada.

-          No me lo pidió y tampoco se lo iba a dar así, a la desesperada. – se defendió.

-          Bueno, siempre puedes decirle a Carol o a Eva que se lo pida a alguno de ellos y que te lo dé, ¿no? – propuso Lucia con una sonrisa.

-          Sí, pero no creo que lo llamase… - se ruborizó.

-          ¿Por qué? – frunció el ceño, avanzando en la cola.

-          ¿Por qué? ¿Cómo que por qué? – preguntó alterada -. Porque puede ser que yo haya sido algo así como un simple beso y nada más, por eso no lo llamaría, además, siendo quien es, no creo que se fijara en mi. – respondió señalándose a sí misma, cabizbaja.

-          Ains, que tontas nos ponemos por un chico… - suspiró Lucia riendo.

Llegó su turno y Lucia pidió una pequeña de fresa, al contrario de Marta, que pidió una de chocolate del mismo tamaño, como dijo ella: “Para quitarme de encima la amargura que tengo encima.

Habían decidido ir a pasear por el parque, cuando llegaron a este, a lo lejos les pareció ver a una pareja parecida a Eva y a Álvaro, se acercaron un poco para comprobarlo y lo hicieron con una gran sonrisa al verlos caminando cogidos de la mano y sonriendo mientras hablaban. Pero ese momento se estropeó cuando sin saber de donde apareció, llegó un chico, que se acercó a Eva y empezó a explicaciones sobre algo que no llegaban a entender, Eva no decía nada, solo lo miraba con una expresión rara. Álvaro habló un par de veces, pero no surtió efecto nada de lo que dijo ya que el chico la cogió del brazo y tiró de ella para llevársela, Álvaro se encaró con él, pero el chico, sin inmutarse, tiró del brazo de ella y se la llevó a grandes y rápidos pasos, haciendo que casi tuviera que correr para seguirlo, Álvaro los iba a seguir, pero Eva miró hacia atrás y le hizo una señal con la cabeza para que no lo hiciera.

Marta y Lucia se miraron entre ellas y se acercaron rápidamente a Álvaro, que parecía debatirse entre que hacer.

-          Álvaro, ¿Quién era ese chico? – preguntó Marta al llegar junto a él, mirando por donde se había ido Eva.

-          Su hermanastro. – respondió furioso.

-          ¿Su hermanastro? ¿Pero no estaba en Suecia hasta el año que viene? – le preguntó Lucia a Marta dudosa.

-          Parecer ser que no, que anoche volvió y que se la va a llevar con él allí. – respondió irritado, dándole una patada a una piedra que tenía a su lado.

-          Álvaro, tú sabes algo que nosotras no, ¿verdad? – lo miró seria.

Él las miró durante unos segundos a las dos y soltó un suspiro antes de decir:

-          Sí, pero anoche prometí que no os lo contaría.

-          No nos hagas eso, cuéntanoslo, por favor. – Lucia lo miró suplicante -. Es algo malo, ¿verdad? – le preguntó al ver que se quedaba callado.

-          Sí. – se quedó callado durante unos segundos, sacó su móvil del bolsillo y marcó un número -. Voy a llamar a Carlos un momento y después me lleváis a casa de Eva, ¿de acuerdo? – les dijo separándose unos metros de ellas para hablar.

Lucia estaba muy preocupada, intuía que algo malo estaba pasando y nadie se lo quería contar y cuando eso pasaba era porque se trataba de algo fuerte y delicado, miró a Marta, que tenía el móvil pegado a la oreja.

-          ¿A quién llamas? – le preguntó.

-          A Eva, tenemos que saber qué es lo que está pasando, Lu. – dijo mientras esperaba a que alguien contestara, pero no lo hizo -. No lo coge.

Lucia recordó que la noche anterior había pasado lo mismo y que después había vuelto con los ojos rojos, sacó su móvil nerviosa y preocupada y marcó el número de Eva de nuevo.

-          ¿Qué quieres? Eva no se puede poner ahora. – respondió una voz de hombre furiosa al otro lado de la línea.

-          ¿Dónde está? – preguntó Lucia con voz firme.

Se escucharon unos gemidos y unos llantos al otro lado junto con un golpe, que hizo que el llanto se escuchara menos, todo eso sonaba amortiguado, como si estuviera tapando el micrófono del teléfono con algo para que no se escuchara.

-          ¡¿Dónde está?! ¡¿Qué le has hecho?! – exclamó Lucia cada vez más nerviosa.

-          Nada que a ti te importe, niña. Y ahora, deja de llamar, estoy ocupado. – y colgó.

 

¿Cuándo te volveré a ver?Where stories live. Discover now