CAPITULO 15

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POV ANASTASIA

Ver la cara de horror de Cristian por mi pobre Este me dio mucha risa. Cuando por fin se subió, no dejaba de mirar todo e incluso no era capaz de tocar ni uno de los estúpidos stickers que le pusieron Kate y mi hermano.

El camino fue algo movido, mucho hoyos y algún que otro susto porque Cristian me retaba o porque se me cruzaba un animalito. Ufff... estoy muy nerviosa le mostrare mi más oculto secreto, ni Nani lo conoce.

Cuando llegamos al pueblo, le enseño el consultorio donde trabaja Grace, el juzgado donde trabaja su padre, la alcaldía que esta junto a la comisaria, la biblioteca pública que no tiene muchos libros, y los que hay ya me los he leído todos, la iglesia estilo colonial, pues en realidad todas las casa tienen ese estilo. Me doy cuenta que Cristian está aburrido y la verdad yo también, así que le digo que volvamos a la camioneta para volver a casa.

-Ana, nena, este no es el camino a tu casa ¿Acaso me piensas secuestrar?-

-ganas no me faltarían pero quiero mostrarte algo, es importante-

Cuando por fin llegamos paro la camioneta aun lado del camino, y en frente de nosotros esta una gran pradera con distintos verdes que lo hacen verse hermoso. A lo lejos se ven algunos árboles solitarios. Me sudan las manos, estoy muy nerviosa, no solo por su reacción sino por los otros.

-Ana ¿Qué hacemos aquí?-

- tranquilo, tan impaciente Sr. Grey- digo en tono de burla. El solo niega con la cabeza. Se acerca a mí, y me abraza dejando sus manos en mi vientre plano y su cabeza afirmada en mi hombro.

Tomo aire y silbo lo más fuerte que puedo. Pasan unos segundos y nada, vuelvo a silbar y nada. ¿Qué pasa, por qué no aparecen? ¿Les abra pasado algo? Si antes estaba nerviosa ahora estoy preocupada.

Cristian se da cuenta y me abraza más fuerte regalando unos pequeños besos en mi cuello. Vuelvo a silbar y nada. Cristian se gana en frente de mí besando mis labios muy dulcemente.

-¿A quién esperamos?-

-era una sorpresa pero no están y ¿Si les paso algo?- el solo me abraza, y yo escondo mi rostro en el hueco de cuello. Por unos minutos permanecemos así hasta que levanto la vista y ahí están. Suelto el aire que no sabía que estaba conteniendo y sonrió.

-¡Cristian llegaron!- grito de la emoción.

-¿Quiénes?- se da la vuelta buscando a personas, lástima que no son personas. No se percata que mi más oculto secreto se encuentra a unos 5 metros de distancia.

-da la vuelta- Cristian duda un momento pero lo hace.

Su cara de asombro lo dice todo. Delante del él está el más hermosos semental que pueda existir en la región, de color café oscuro con una pequeñas manchas blancas en sus patas. Detrás de él, su manada, más o menos la última vez que los conté eran como 15 yeguas, 10 potros no tan grande como él y como 6 potrillos. Ellos son los caballos salvajes, negro proviene de aquí.

-no lo puedo creer, ¿Cómo?- no es capaz de hablar

-la verdad fue hace casi un año. Salí a cabalgar con luna y nos perdimos en el bosque, caminamos varias horas hasta que llegamos a este lugar, baje de luna y la lleve al claro de agua que se encuentra allí -digo señalando una pequeña cascada de no más de 2 metros de alto y apenas un chorrito de no más de 2 centímetros de diámetro y como cae al suelo se forma el claro.

-no me percate que él estaba detrás de mí, solo sentí su aliento en mi cabeza, me aterre, pero luna me defendió, creo que yegua más fuerte y protectora que luna no hay. Al darse cuenta que no me podía hacer daño su fue con las orejas hacia atrás, así que decide volver a casa. Al otro día volví pero llevaba cubos de azúcar y manzanas rojas, me jure a mí misma caerle bien a ese potro-

-¿Y cómo lograste que te aceptara?- pregunta intrigado.

-con mucha paciencia, luego de eso pasaba casi todo los días, le traía manzanas y azúcar, pero como no se acercaba se las dejaba y me iba. Un día estaba triste muy triste, me pelee con mi hermano por un rumor que hubo en el pueblo de mí. Él muy bruto le creyó a sus amigos y yo le pegue en la mejilla, me di la vuelta y salí de la casa. Tome a luna y llegue aquí, lo único que hacía era llorar- digo rápidamente.

-cuando de repente sentí el aliento de algo al lado de mí, pensé que era luna y mis ojos llenos de lagrima no ayudaron. Cuando me limpie las lágrimas pude ver que el caballo que estaba al lado mío era el potro y que luna estaba frente a mí. Me di vuelta lentamente y me dejo acariciarlo. Mi corazón salto de felicidad y desde ahí que hemos estado en contacto, luego como que me presento a su manada e incluso me deja acercarme a los más pequeños, me quiere como si fuera uno de ellos-

-y Negro ¿Qué tiene que ver con ese potro?-

-es su hijo, Negro es hijo de Tornado, por eso los dos tienen el mismo cuerpo y el mismo carácter-

-mmm, y ¿Por qué está a esa distancia y no se acerca a ti?-

-porque estás tú, y tú puedes llegar a ser muy intimidante- digo levantando lo hombros.

-así que intimidante, ¿La intimido señorita Steele?- pregunto

-a veces y mucho, sobre todo cuando estás en modo salvaje- digo mordiéndome el labio.

-no hagas eso- lo miro sin entender- el labio, no te lo muerdas. Eso me pone... duro... y tú y yo no podemos hasta la boda-

Siento una punzada en mi vientre, él se da cuenta y se acerca como un tigre que asecha a su presa. Me apresa en sus brazos y me besa como si de eso dependiera su vida. Siento que me empuja y camina hacia atrás hasta que me enredo y caemos en la hierba. Cristian se aprovecha de la situación para meter su mano bajo mi ropa.

Sus manos están heladas a comparación de mi cuerpo y me estremezco con su toque. Sube mi ropa dejando mi sostén al aire. Baja una copa y juega con mi pezón que se pone duro tan solo con un toque. Hace lo mismo con el otro pero ahora con su boca, lo lame, lo succiona y lo muerde haciendo que una descarga eléctrica llegue directo a mi entrepierna. Sé que no aguantare mucho.

-¿Le gusta lo que le estoy haciendo, señorita Steele?- yo asiento pero el pellizca mi pezón haciéndome arquear la espalda.

-respóndeme- dice algo enojado

-si... ¡Oh Cristian!- el sigue con su tortura y ahora se cambia al otro pezón, ¡Hay por Dios!

Siento como algo va creciendo en mi interior y ya no aguanto y me corro ruidosamente mientras digo su nombre. Cuando mi respiración se normaliza, el acomoda mi sostén y baja mi ropa y me besa.

-es hora de volver nena, mi amigo necesita hablar contigo de algo personal- dice mientras me vuelve a besar. Nos levantamos y nos dirigimos a la camioneta sin antes despedirme de tornado y dale el azúcar que tanto le gusta. Es hora de volver a la realidad, y no quiero pero junto a Cristian sé que no será tan malo.

Grey-Steele: Juntos Por El Destino (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora