Cap 55

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Christopher
Sicilia, Italia.

—No están en nuestra jurisdicción—nos informa el general, mientras yo camino de un lado a otro obligándome a formar algo en mi cabeza, un plan sólido para traerla de vuelta

Voy a castigarla por noquearme para evitar que la detuviera, la haré arrepentirse y probablemente voy a gritarle por arriesgar su vida de esa manera.

Pero antes debo traerla conmigo, a casa, dónde va a estar segura.

Le dije que le buscaría, fue mi forma de decir lo que siento sin ese maldito nudo en la garganta que se forma cada vez que quiero decirlo.

Y voy a buscarla, así tenga que quemar el maldito mundo, devastarlo para poder tenerla a ella de vuelta. Entonces lo haré.

—Señor, una grabación—informa Patrick, que luce agotado y según Alex no debería estar trabajando en este momento

Me importa una mierda, es nuestro mejor hacker y el único con un programa diseñado para buscar un rostro entre todas las cámaras existentes en este maldito mundo.

Y se lo debe. Él y Alexa le deben a Adeline el haberse cambiado por Abby.

Dios sabe que quiero a esa niña, es mi ahijada, pero no se compara con Adeline. Si hubiera tenido que elegir entre ella y Adeline, mil veces habría sido la castaña con ojos dorados. Mil. Malditas. Veces.

—Reprodúcelo—ordena Alex, y Reece y yo nos acercamos al frente para ver la pantalla

Regina está junto a Alex, y aún sigo sin entender la razón de su presencia, pero cuando Reece dijo que viajaría para ayudar ella se puso firme en que lo acompañaría y nunca ha existido forma de hacerla cambiar de opinión.

Nadie se acerca a mi más que Reece, porque es al único al que no quiero matar por haberla dejado irse sin más. Debieron detenerla, debieron dispararle a Antoni en la primera oportunidad que tuvieran.

—Di "hola" a la cámara, cariño—una imagen borrosa aparece en la pantalla, y Patrick teclea rápidamente hasta convertirlo en una mejor calidad

Y todos mis músculos se tensan.

Ella está colgando de unas cadenas, su ropa está mojada y su rostro está tan golpeado que apenas la reconozco. «No de nuevo, maldición»

Se mantiene quieta, tan quieta que podría creer que está... muerta, si no fuera que pudiera ver su pecho subir y bajar trabajosamente con cada respiración que toma.

»No seas maleducada—golpea sus costados y mis manos se aprietan en puños cuando ella suelta un quejido lastimero, pero parece no tener ni un gramo de fuerza—. Dije que saludes a la cámara, hazlo.

—Hola—su voz sale ronca, apenas es reconocible y su mueca de dolor me dice que le cuesta hablar

—Bueno, un pajarito nos contó que aprecias a tu amante—Hasan ríe, y de inmediato todos se miran entre si confundidos—. El coronel Morgan debe amarte, ¿no es así?

—Vete a la mierda—escupe, y todos los rostros se vuelven en mi dirección, incluidos el de mi abuela y Alex.

Reece aprieta mi brazo y me zafo de su agarre.

—Bueno, supongo que tanto tú como tu rama judicial va a enterarse en este momento—suspira con pesar, sacando su celular y mostrando una foto a la cámara

Un hombre con mi complexión, estatura y color de cabello. Está golpeado, su rostro está tan deforme que no le permitiría a Adeline identificar que no soy yo.

«Joder, Nena, no creas eso»

Trago grueso, el ambiente en la sala se vuelve cada vez más caluroso y tenso.

Flames of passionWhere stories live. Discover now