Cap 24

2.4K 350 10
                                    

—Muy bien, ¿cuál es tu historia?—le pregunto a Christopher mientras tomamos un descanso de haber estado investigando unas cinco horas seguidas

—¿Mi historia?—frunce el ceño, tomando de su vaso de Whisky

—Christopher Morgan, el coronel más joven, nuestro mejor soldado—recito lo que ya sé—, se unió a la mafia y luego a la FEMF. Pero nada de tu vida personal además de que estuviste casado con la hermana de Bratt.

—Mi vida personal no es problema de nadie.

—¿Por qué nunca has tenido novia?—pregunto—. ¿Cuál es la historia detrás de que no quieras comprometerte? Porque siempre hay una.

—¿Qué clase de maldita pregunta es esa?—masculla—. Hoy has estado muy reacia, quejándote de tener que ir a Nueva York, ¿qué tal si yo te preguntara por qué diablos actúas como si fueras al maldito matadero?

Es cierto. No quiero ir a Nueva York, la ciudad no es mi favorita o el lugar al que más me gustaría ir. De hecho, lo evito dentro de lo posible.

—Hay una fácil respuesta a eso—murmuro, sintiendo el pinchazo en mi pecho—. El once de septiembre del dos mil uno, en la caída de las Torres Gemelas, mi hermano cinco años mayor, Noah, estaba ahí.

Sus ojos de inmediato se enfocan en mi, incrédulo sobre lo que acabo de decir.

»Había borrado esos recuerdos, pero volvieron como pesadillas con el pasar de los años—trago, odiando lo débil que suena mi voz—. Alexa y yo estábamos en la acera de enfrente cuando el avión impactó contra la primera torre, dónde mi hermano se encontraba visitando a su padre, su padre biológico, porque era adoptado, lo adoptaron cuando era un bebé.

»Estaba en el jodido piso ochenta—las lágrimas llenan mis ojos y clavo mis uñas en mis muñecas en un intento de desviar el dolor de mi corazón al físico—. Nadie podía hacer nada más que esperar, pero recuerdo los gritos desesperados de mamá, de las personas a nuestro alrededor...—cierro los ojos con fuerza cuando el sonido vuelve a mis oídos

»Nos alejaron del lugar, el bombero llevaba a mi madre a rastras mientras Alexa y yo llorábamos porque no sabíamos lo que pasaba, estábamos asustadas—un sollozo se construye en mi garganta—. Y entonces la torre se derrumbó—mi piel se eriza ante el recuerdo, los gritos horrorizados—. Nunca recuperamos el cuerpo de mi hermano. No pudimos enterrarlo, darle un lugar digno. Y ese recuerdo se clavó tanto en mi memoria que me aterrorizaba ir a Nueva York. Porque ahí los recuerdos son más dolorosos.

—Lo siento—murmura, y niego, limpiando mis lágrimas

—Lo siento, sé que no te gusta el sentimentalismo—me levanto—. Iré a la cocina por un vaso de agua, con permiso.

—Adeline—me llama, pero lo ignoro, saliendo rápidamente de la oficina

Me recuesto en la pared, respirando profundo una y otra vez en un intento de recomponerme, pero no puedo sacar los recuerdos de mi cabeza.

Necesito aire fresco.

***

—¿Segura que estás bien?—pregunta mi hermana, del otro lado de la línea—. Joder, no puedo creer que Christopher fuera tan...

—Yo decidí contarlo, Lexa—la interrumpo—. En todo caso, es mi culpa.

—No lo es, Addie, por supuesto que no.

—Solo...—respiro profundo, escuchando la puerta de la habitación de invitados abrirse—. Estaré bien, no es nada. Nada fuera de lo común.

—Adeline—escucho la voz de Christopher y dudo

Flames of passionWhere stories live. Discover now