Cap 45

2.5K 348 59
                                    

La puerta del departamento de Christopher se cierra tras él, y es entonces cuando me doy la vuelta para encararlo.

—Deberías agradecer a Dios que detesto los escándalos—siseo—. ¿Cómo diablos se te ocurre simplemente ponerme sobre tu hombro y llevarme? ¿Qué está mal contigo?

Sus ojos rabiosos se fijan en mi, y creo que podría destruir todo a su paso si no me calmo. Pero poco me importa, estoy harta de su actitud de mierda y sus raras acciones que solo me confunden.

Bratt tiene razón, Christopher se comporta conmigo de una forma en la que no lo hace con el resto. ¿Le gusto? No tengo ni la menor maldita idea, pero si es así entonces que tenga los cojones de decírmelo.

—¿Bratt?—cuestiona en un gruñido—. ¿En serio?

¿Disculpa?

—¿Y cuál es tu problema?—bufo—.  Puedo hacer lo que se me venga en gana. Estoy soltera, ¿lo entiendes? Sol-te-ra.

Él me ha repetido en distintas ocasiones que no somos nada. Entonces, ¿por qué mierda se molesta? ¿Por qué mierda le importa si estoy con Bratt o con cualquier otro?

—Y una mierda—sisea—. ¿Crees que vas a hacer conmigo lo que haces con todos ellos?

—¿Qué hago con todos ellos?—cuestiono—. Según tú, ¿qué se supone que hago? ¿Eh?

—¡Usarlos!—me grita, y mi sangre comienza a hervir

¿Cómo se atreve? ¿Quién diablos se cree para meterse en mi maldita vida amorosa? ¡O sexual! ¡Ninguna de ellas es su maldito problema!

—¿No hemos estado usándonos tú y yo?—me acerco y tomo su mandíbula para que me mire. Su respiración acelerada y el brillo mordaz en sus ojos me erizan la piel—¿No lo hemos hecho, coronel?—me mira sin decir nada—. Respóndame—exijo.

Si quiere hablar de usarse, entonces él puede verse a si mismo en un maldito espejo. Estoy cansada de sus rabietas.

—Que cínica eres—el enojo brilla en sus ojos como un par de fogatas, rodea mi cintura con su brazo y me atrae a su pecho sin delicadeza alguna

Su mano aprieta mi trasero con una posesividad que me alborota las hormonas dejándome deseosa de arrancarle la ropa y follar.

—Oh, no me digas, voy a llorar—finjo un puchero—. Aterriza, Christopher, yo no soy tuya, no somos nada—lanzo las palabras que él no se cansa de repetir—. Deja de armar esta escenita de celos tan patética.

—Patético tu intento de ocupar mi lugar—escupe con rabia

Su enojo solo me vuelve más caliente, puedo sentir mi ropa interior humedecerse mientras el sujetador se siente más apretado.

—No hago eso, solo me divierto—mi mano va a su polla, acariciando sobre el pantalón—. Sé lo que puedes ofrecerme, pero esto no es una relación—beso su mandíbula—, tú te follas a otras y yo también. Fácil.

Christopher se empuja contra mi mano, y casi sonrío por la necesidad primitiva que opaca sus ojos inmediatamente.

—Te follas a mis...—intenta alegar

—¿Amigos?—me burlo—. ¿Ahora son tus amigos? Porque te oí decir que te importaban una mierda. No jodas y explícame a qué juegas, Christopher.

—Que eres mía—intenta besarme, pero le aparto el rostro, empujándolo en dirección al enorme sofá en la sala

Le doy unos segundos de satisfacción, tiro de la tela de su camisa reventando los botones que salen disparados en todas las direcciones mientras dejo a la vista su magnífico pecho marcado y tatuado.

Flames of passionWhere stories live. Discover now