Cap 27

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Christopher

Un golpe en mi costado me despierta de golpe, haciéndome fruncir el ceño cuando escucho suaves quejidos provenientes de algún lado.

Adeline se remueve en la cama, haciéndome voltear a verla.

Mechones de cabello castaño caen sobre su rostro, haciéndola lucir hermosa incluso cuando está despeinada. «Esa mujer podría ponerse una bolsa de basura y verse hermosa»

Su ceño se frunce en molestia, y mis ojos van a sus muñecas, notando que tiene una de sus manos alrededor de la muñeca contraria, clavando sus uñas con tal fuerza que sangre empieza a deslizarse por su piel. «¿Qué diablos?»

—Noah—murmura, y de inmediato comprendo que es una pesadilla, como esas que dijo que vienen con los recuerdos de aquel horrible día

Me levanto rápidamente, apartando el cabello de su rostro antes de sacudirla en un intento de despertarla, pero está sumida en su pesadilla.

«Joder, ¿cómo no me di cuenta antes?» pero tengo la respuesta a la pregunta. «Porque junto a ella es cuando puedes dormir profundamente»

No sé que clase de maldita brujería hizo esta mujer. Tan insoportable, insolente, contestona y malcriada. Pero bella como ninguna otra, que de una u otra forma siempre termina sacándome lo que quiere, abriéndome a ella sin darme cuenta. «Maldita mujer»

—Adeline—la llamo, pero ella sigue sin reaccionar, y esta vez lágrimas comienzan a correr por sus mejillas—. Joder, Adeline.

Ella parece estar demasiado profunda, así que simplemente la atraigo a mi pecho, acercando mis labios a su oreja mientras con una de mis manos intento evitar que siga lastimando su piel con sus uñas.

»Nena—hablo en su oído—, estás bien, estás a salvo. Es solo una pesadilla, Adeline, estás conmigo, estás bien.

Su cuerpo comienza a sacudirse violentamente, obligándome a sujetarla con fuerza para evitar que me golpee.

»Adeline, despierta, mierda—me quejo cuando su codo impacta contra mis costillas. «Tiene fuerza»—. Joder, nena, estás bien, por favor despierta.

Repito las palabras una y otra vez en su oído, sujetándola con tal fuerza que no hace más que sacudirse entre mis brazos, llorando cada vez con más fuerza, dejándome confundido cuando siento una presión en mi pecho.

»Por favor, despierta—beso su sien, apoyando mi barbilla en su cabeza—. Despierta, Nena, estás a salvo, no pasa nada.

Su forcejeo se detiene, haciéndome respirar aliviado.

Su respiración se agita, pero por la forma en que suelta su muñeca me hace saber que está consciente, despierta.

—¿Christopher?—su voz suena débil, temblorosa. «No me gusta. Ella no es débil, ella es un grano en el culo, pero no es una jodida mujer débil»

—Tenías una pesadilla—es todo lo que digo, intentando sonar lo más suave posible para no activar sus alarmas

—Lo sé—su voz se rompe y la aprieto con más fuerza—. ¿Te hice daño? Lo siento, hace un tiempo que esto no pasaba...

—No, no me hiciste daño—miento—. Logré sujetarte. Estás bien.

—No, no lo estoy—se apoya contra mi cuerpo, permitiéndose ser frágil conmigo—. Esto es...—respira profundo—. Necesito ir a verlo.

—¿Qué cosa?—frunzo el ceño, sin entender a qué se refiere

—El memorial—responde. «Las fuentes conmemorativas a las torres gemelas»—. Nunca tuve el valor de hacerlo y eso me quema por dentro, Christopher, necesito ir.

Flames of passionWhere stories live. Discover now