Cap 33

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Adeline

—¡Perra!—me grita el hombre de tal forma que me hace estremecer.

Apenas puedo moverme, me inyectó algo que no sé que es pero estoy casi segura de que la aguja era usada y tiemblo presa del miedo por todo esto.

Voy a morir. Maldita sea, no era así como debía ser.

Todo mi cuerpo duele, apenas soy consciente de lo que pasa debido a lo que sea que haya en mi organismo. Apenas soy consciente de lo que pasó en las últimas horas, pero el dolor está ahí, tomando cada vez más fuerza, haciéndose cada vez más insoportable.

Respirar duele, parpadear duele, y solo puedo quedarme quieta y llorar mientras este extraño hombre me golpea sin cesar, desahogando su furia con mi cuerpo con golpes fuertes, sin control y sin piedad que me hacen querer gritar.

Pero no puedo gritar, no puedo siquiera mover mis labios. No entiendo lo que pasa, pero ya ha sido demasiado y rezo al cielo para que todo esto se acabe de una buena vez.

Mis ojos se vuelven hacia él cuando se detiene, pero el dolor no se detiene.

Sus manos quemadas van al pasamontañas que cubre su rostro, y cada músculo de mi cuerpo se tensa aumentando el dolor un doscientos por ciento más cuando veo su rostro.

Es... por dios.

Es horrible.

Su piel está completamente pegada a su cráneo, no tiene cabello, ni una nariz normal, ni orejas sino huecos a cada lado de su cabeza.

No tiene cejas, su piel está retorcida por lo que obviamente fueron quemaduras bastante graves de las que no pudieron salvarlo.

Y se ve como una pesadilla.

Sus ojos dementes sobre mi, asegurando muchas cosas de las que empiezo a temer, recorriendo mi cuerpo como si estuviera analizando cuál debería ser el siguiente lugar.

No puedo moverme.

Grito, grito internamente porque mis labios no se mueven. Pongo todas mis fuerzas en mover mi cuerpo pero no responde a las órdenes de mi cerebro y el sollozo que se construye en mi garganta de forma dolorosa hace que todo mi pecho y costillas duelan el doble.

Mi infierno personal. Eso es todo, estoy acabada.

Sé que lo estoy, porque si él no me mata, lo haré yo si llega a violarme como lo hizo con las otras chicas. Me pegaré un maldito tiro porque no tengo la fuerza suficiente para aguantar más torturas y el peso de una violación sobre mis hombros.

No soy tan valiente.

Intento luchar, lo intento con todas mis fuerzas rezando a dios por un milagro mientras él comienza a cernirse sobre mi, haciéndome cerrar los ojos con fuerza sin poder verlo, y eso me gana una bofetada.

No me importa, mantengo mis ojos cerrados.

—Te prometo que acabará pronto, linda—su voz se siente como el infierno, me hace sentir asqueada, aterrorizada

Mi corazón va a parar en cualquier momento por lo rápido que late.

Sus manos recorren mi cuerpo, aprietan mis pechos, recorren mi cintura, y siento el sabor del vomito subir por mi boca, pero comienzo a ahogarme con él al no poder abrirla.

Me obligo a tragar de forma automática, pero me arrepiento inmediatamente después, al sentir su mano deslizarse en mi intimidad.

«Por favor, dios, ya basta. Por favor»

Suplico mentalmente, en un intento de ignorar la sensación de sus manos sobre mi cuerpo, como si quisiera deleitarse con este.

Quiero que todo acabe, quiero que pare ya, pero no puedo hacerlo, no puedo actuar y eso me enfurece tanto como me atemoriza.

Flames of passionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora