Cap 37

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—Okey, ¿lista?—Reece le quita la tapa a la aguja y volteo hacia otro lado, no queriendo ver la aguja, pero sé que mi cuerpo está tenso y va a dificultarle el trabajo

Escucho al médico suspirar y dejar algo sobre la bandeja de metal antes de que su mano acune mi mejilla, sorprendiéndome, pero le permito mover mi rostro en su dirección

»Está bien, no dolerá—me ofrece una cálida sonrisa—. Mira la aguja, está limpia—la toma y la pone entre mis manos—. ¿Ves? No hay riesgo de infección, solo voy a sacar un poco de sangre.

Respiro profundo, mirando la jeringa completamente pulcra, sin manchas secas de sangre u óxido. Limpia.

—Solo... necesitaba un momento, estoy bien—le devuelvo la sonrisa, lo que lo hace sonreír ampliamente antes de ponerse de rodillas, aún teniendo la altura necesaria para tomar la aguja y destaparla de nuevo

Pasa el algodón con alcohol por mi piel y obligo a mi cuerpo a relajarme cuando la aguja roza mi piel.

Cierro los ojos, recordando inconscientemente el viaje en la lancha, las manos de Christopher tocándome mientras el agua salpicaba sobre nuestro rostro.

Recordando el beso en la playa y la forma en que me consoló en Nueva York, dos veces.

Sacudo la cabeza, regañándome por traer a mi cabeza todo eso. «No lo hagas, es solo tu amigo. Solo tu amigo»

—Tengo manos y dedos ágiles—la voz de Reece me hace abrir los ojos para darme cuenta que ya no hay aguja, ha acabado de sacar sangre—. Puedo hacerte sentir absolutamente nada, o mucho—me guiña un ojo y río, viéndolo poner una bandita sobre donde estuvo antes la aguja

—Es bueno saberlo—sonrío

No ha sido difícil para mi notar que Reece Morgan es coqueto por naturaleza. Le gusta hacerlo, es simpático y amable.

Es todo lo contrario a Christopher o Alex. Ambos muy serios, distantes, el padre siendo cordial y solo eso, el hijo siendo grosero, prepotente la gran mayoría de las veces.

—Ahora, si no es indiscreto de mi parte...—pone la jeringa en la bandeja y se la entrega a la enfermera, que sale rápidamente de la cabaña—. ¿Por qué tienes maquillaje? Hace un calor infernal hoy.

Reece Morgan transmite confianza, amabilidad. Y no voy a negar que usé mi entrenamiento para intentar averiguar si es de confianza.

Lo es.

—No me gustan los moretones—me encojo de hombros—. No sé si Christopher te lo dijo pero... fui secuestrada, me golpeó durante mucho tiempo. Tengo cuatro costillas rotas y una contusión cerebral. Yo... no quiero ver los moretones.

—¿Quieres ayuda de una de mis psicólogas?—pregunta suavemente

—Terapeuta me parece mejor—murmuro y asiente—. Si sirve de algo, yo no podía moverme, pero sentía el dolor. Hablar dolía como el infierno.

—¿Dolió cuando la inyectaron?—toma mi mano, ayudándome a levantarme para caminar al porche

—No, me desmayé cuando lo hizo.

—¿Quieres hablar de ese día?—nos sentamos en los pequeños sofás en el porche de madera

—No me siento lista para hacerlo—confieso—. Quiero dejarlo atrás, pero sigo teniendo pesadillas y me martirizan lo suficiente como para seguir recordándolo mientras estoy despierta. Solo quiero... despejar mi cabeza. Para hablar de ello tendré a la terapeuta.

—Eres una chica abierta, por lo que veo—sonríe—. No siempre aceptan la ayuda psicológica, creen que eso es para locos.

—Eso es ridículo—ruedo los ojos—. Es un pensamiento demasiado arcaico e ignorante.

—Eres un buen contraste a lo que es Christopher—ríe—. Eres más centrada, más abierta. O al menos eso es lo que creo, espero no equivocarme.

—Supongo que si lo soy—me encojo de hombros—. No lo sé, mi familia es muy abierta. Mi padre era un machista y el destino lo castigó con tres mujeres que no le permiten ese tipo de cosas a nadie. Mi madre lo hizo entender con el tiempo, ella es... muy tranquila, siempre el pensamiento más lógico, siempre intentando informarse sobre todo, así que sus pensamientos cambiaban conforme avanzábamos.

Mi madre es a lo que los extremistas llaman una mujer liberal. La clase de mujer que es condenada por muchos religiosos y conservadores. Pero poco le importa.

Nos educó a mi hermana y a mi para dejarnos claro que las decisiones sobre nuestro cuerpo son nuestras, que el sexo no es malo y la sexualidad de las personas no son nuestra incumbencia.

Nos habló sobre los psicólogos, sobre su importancia tanta como la de cualquier otro médico y que no tiene nada de malo ir a uno.

Ya he ido, estoy bien, pero por ahora solo quiero terapia.

—Eso es bueno, los pensamientos deben cambiar conforme avanzan la humanidad—ríe—. Tú y Christopher...

—Oh, no, Christopher y yo no—niego, haciéndolo reír—. Somos amigos. Él y yo no tenemos nada que ver...

—Oh, cariño, soy muy bueno detectando mentiras—enarca una ceja—. Y para que sepas, este lugar es el lugar de la familia. Es nuestro santuario, y nunca traemos a nadie aquí.

Frunzo el ceño.

»Christopher siempre viene solo, ni siquiera su padre lo acompaña cuando viene—respira profundo—. Y de repente te trajo a ti, así que... puedes sacar tus propias conclusiones.

¿Quiere decir que soy importante para él?. Es decir, quizás de cierta forma por ser su amiga pero no es como él cree.

—Es más complicado de lo que crees, Reece—no sé porqué siento confianza. Como si fuera un viejo amigo—. No es tan fácil.

—Todo es fácil, somos nosotros quienes nos complicamos, bella flor—besa mi mejilla—. Ahora debo ir a trabajar, pero te veré más tarde.

Asiento, viéndolo alejarse por la playa tranquilamente mientras mis pensamientos se desvían a Christopher, a Arthur, y al beso con Liam.

Arthur... debo acabar todo con él.

Liam... oh dios, Liam. ¿Siento algo por él o...? Diablos, no tengo ni la más mínima maldita idea. ¿Lo hago? ¿Como es posible? Acabo de reencontrarme con él, y lo que pasó fue solo un beso.

A Christopher... él es solo Christopher. No hay nada que resolver, nada que deba o vaya a cambiar. Es lo que es. Somos solo sexo.

Los hombres como Christopher Morgan no cambian. Yo no seré la mujer que lo haga cambiar. Y no quiero hacerlo, no soy su maldito centro de rehabilitación.

No sé porqué de repente siento más atracción hacia él pero eso debe acabar. Debo jodidamente acabar con eso antes de que mi cabeza me juegue una mala pasada.

Flames of passionWhere stories live. Discover now