Cap 36

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—¿Desde cuando no te gusta el agua?—se burla Christopher mientras escondo mi cabeza contra su hombro, intentando ignorar los movimientos de la lancha

—Desde que me caí de una de estas en un viaje al caribe—clavo mis uñas en su brazo, cerrando los ojos con fuerza cuando salta un poco—. Dios, juro que voy a golpearte cuando lleguemos a tierra.

—No seas dramática, solo es agua, ¿no sabes nadar?

—Si sé, pero de todas formas no me gusta.

—Ven—tira de mi mano, pero niego, manteniéndome firme—. Ven, Adeline, si quisiera matarte no sería dejándote caer al agua. Vamos, no seas una cobarde.

—Imbécil, juro que voy a matarte—siseo, accediendo de mala gana cuando me sienta en su regazo para que pueda mirar el agua—. Christopher, esto no es seguro, bájame...

—Te gusta demasiado mi polla como para matarme—murmura en mi oído, haciéndome jadear cuando un cosquilleo me recorre el cuerpo

Su mano toma la mía antes de inclinarse un poco, con su brazo rodeando mi cintura con fuerza para recordarme que no puedo caer, pero aún así casi lloro de nerviosismo cuando mete nuestras manos en el agua fresca que salpica sobre nuestros rostros.

Y sin poder evitarlo, sonrío. Sonrío ante la brisa que choca contra nosotros y el agua que salpica por nuestras manos sumergidas en ella.

Christopher mueve, adelante y hacia atrás, rozando nuestros dedos y luego sumergiendo un poco más hasta que la mitad de nuestras manos están dentro del agua.

Y atesoro este momento porque hace nada no esperaba volver a sentir algo como esto. No esperaba volver a disfrutar de cosas tan pequeñas y maravillosas como el sol contra mi rostro, la brisa moviendo mi cabello y el agua mojando mi piel.

No sé a dónde vamos, Christopher no quiso responder a mis preguntas en el avión, o en el auto después de eso, o en el helicóptero después de eso, e incluso ahora en la lancha, sigue sin hacerlo.

Pero está bien, porque me permite despejarme. Se siente bien dejar que alguien tome el control por una vez y solo... dejarte llevar.

Mi celular vibra en mi cartera y sé que es Arthur, porque ha llamado unas cuarenta veces en el tiempo que Christopher y yo llevamos de viaje. Es decir, veinticuatro horas.

En este momento no me importa él, todo el drama en nuestra relación o a quien sea que se haya estado follando durante meses. Puede hacer lo que se le venga en gana, yo haré lo mismo.

Mis ojos pronto se enfocan en una isla a la que nos acercamos disminuyendo la velocidad, dónde un hombre espera a la orilla con las manos en los bolsillos y una enorme sonrisa.

Joder, ¿ese es Reece Morgan?

Es todo lo que representan un Morgan. Es alto, corpulento, exquisitamente atractivo, pelinegro y... uf, una encantadora sonrisa que seguro pone a muchas a babear.

«Por dios, entre él y Alex Morgan, me cuesta escoger»

—¡Muñequito!—abre los brazos cuando la lancha para, y Christopher nos levanta a ambos antes de subirme al muelle como si de una muñeca se tratara, cargándome con facilidad

Me aparto cuando el hombre corre hacia Christopher, dándole unos suaves puñetazos juguetones en el abdomen antes de rodearlo con sus brazos.

Y para mi sorpresa, Christopher tiene una pequeña sonrisa en sus labios mientras abraza al hombre.

«Wow»

»Mírate, la barbie de mi kent—palmea su mejilla antes de darse la vuelta, fijando sus ojos en mi.

Flames of passionHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin