Cap 8

3.2K 311 48
                                    

Monte Carlo, Mónaco.
Dos días después...

—¿Cariño?—Arthur parpadea sorprendido cuando la puerta se abre y sonrío al notar su aspecto adormilado—. Diablos, ¿no deberías estar trabajando?

Dos días han pasado. Dos días en los que yo me mantengo profesional con Christopher y él se ha comportado como un maldito témpano de hielo conmigo.

Me importa una mierda, le dije que esto no volvería a pasar y así será.

—Cerramos un contrato y ahora debo esperar que avance la misión—rodeo su cuello con mis brazos y él de inmediato pasa los suyos alrededor de mi cintura haciéndome suspirar cuando se aferra a mi—. Quería hablar contigo.

Yo cometí un error, y estoy dispuesta a enfrentar las consecuencias que mi error traiga consigo.

No quiero dejar a Arthur, yo verdaderamente lo amo y lo veo como mi esposo. El esposo amoroso, cariñoso, preocupado por su familia y que llega cada noche a casa a cenar.

«No quiero perderlo, pero tampoco voy a ocultarlo. Yo cometí este error y no puedo ser tan cobarde como para no enfrentar las consecuencias después de meter la pata»

—¿Por qué suenas preocupada?—me aparta y noto su ceño fruncido antes de que una de sus manos acune mi mejilla

Arthur es maravilloso. Un hombre de un metro noventa y cinco, rubio, ojos verdes y siempre tan atento. Uno que siempre me ha dado toda su atención y amor, y yo lo jodí.

—¿Puedo entrar?—pido y asiente tirando de mi dentro de la habitación de hotel antes de cerrar la puerta detrás de mi—. ¿Cómo va todo? Te ves menos preocupado.

—Los socios de mi padre están tranquilos desde que les aseguré que iba a encargarme de la compañía, que no la dejaría de lado—suspira y ambos tomamos asiento en la cama—. No creas que vas a desviar mi atención de ti. ¿Por qué tienes esa mirada triste?

Siempre nota los pequeños detalles. «Me maldigo a mi y a mi deseo ferviente por el coronel. Me odio por haberle hecho esto»

—Primero—tomo su rostro entre mis manos y dejo un casto beso en sus labios sintiendo mis ojos llenarse de lágrimas—, te amo—le aseguro—. Esto no se trata de no amarte, lo juro por mi vida.

Sus ojos se cierran con fuerza y toma mis muñecas apartando mis muñecas para apartar mis manos de su rostro con delicadeza. Esa delicadeza que rompe mi corazón.

—¿Quién?—pregunta y respiro profundo

—Christopher Morgan.

Su cuerpo se tensa. Sus manos se aprietan en puños y respira profundo un par de veces pareciendo rabioso por mi respuesta.

—Maldición, Addie, no puedes haber hecho esa mierda—apoya sus codos en sus rodillas y niega sin mirarme—. ¿Por qué con él? ¿Por qué no con cualquier otro jodido hombre en el mundo? ¡Joder! Creí que lo odiabas.

—Lo hago—respiro profundo sintiendo mi pecho doler—. Lo odio, pero mi deseo pudo más que yo. Solo estamos en una tregua por el trabajo.

Que sienta deseo por él no quita que Christopher Morgan sea un jodido imbécil. Que su actitud de superioridad y arrogancia me estrese como la mierda

—Maldita sea—se levanta y pasa sus manos por su rostro con frustración

—¿Puedo explicar?—pido y respira profundo antes de asentir, ni siquiera me mira, solo se mantiene de espaldas a mi. «Supongo que lo merezco»

»Tenemos que fingir ser esposos—murmuro—. Yo lo detesto pero él..., él encuentra la forma de meterse en mis pensamientos. Su cercanía para mi fue... demasiado. Y hace dos noches, yo intentaba deshacerme de ese deseo, no voy a dar detalles pero...

Flames of passionWhere stories live. Discover now